XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Éxodo 16, 2-4.12-15; Efesios 4, 17.20-24;
Juan 6, 24-35
EVANGELIO
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se
embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra
orilla del lago, le preguntaron: _Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús les contestó: -Os lo aseguro: me buscáis no porque hayáis visto signos, sino
porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino
por el alimento que perdura, dando vida eterna; el que os dará el Hijo del hombre,
pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.
Ellos le preguntaron: -¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?
Respondió Jesús: -Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha
enviado.
Ellos le replicaron: -¿Y qué signo vemos que haces tú para que creamos en ti?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a
comer pan del cielo".
Jesús les replicó: -Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino
que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el
que baja del cielo y da vida al mundo.
Entonces le dijeron: -Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó: Yo soy el pan de vida. El que viene a mi no pasará hambre, y el
que cree en mí no pasará nunca sed.
HOMILÍA
Rodrigo era un humilde trabajador que pasaba sus días cortando bloques de piedra
al pie de una montaña. Un día vio pasar el cortejo todo engalanado de un príncipe.
Rodrigo sintió gran envidia y deseó tener la riqueza de aquel príncipe. El Gran
Espíritu escuchó su deseo y lo convirtió en un príncipe.
Rodrigo fue feliz con sus ropas de seda y su poder hasta que un día vio cómo el sol
marchitaba las flores de su jardín. Deseó tener el poder del sol y su deseo fue
satisfecho. Se convirtió en el sol con poder para secar los campos y humillar a las
personas con una gran sed.
Rodrigo fue feliz siendo el sol hasta que un día una nube lo cubrió y su poderoso
calor se eclipsó. Así que tuvo otro deseo y el Gran Espíritu se lo concedió.
Convertido en nube, Rodrigo tuvo el poder de inundar la tierra con sus tormentas y
riadas.
Rodrigo fue feliz hasta que observó cómo la montaña a pesar de las tormentas
permanecía firme y segura. El Gran Espíritu obedeció. Rodrigo se convirtió en la
montaña y fue más poderoso que el príncipe, el sol y la nube. Y fue feliz hasta que
sintió el pico cavando a sus pies. Era un humilde cantero que estaba cortando
bloques de piedra para ganarse el pan de cada día.
Rodrigo somos cada uno de nosotros, siempre buscando algo mejor, algo más
agradable y placentero y, a pesar de todas nuestras búsquedas en los lugares más
remotos, seguimos teniendo hambre y sed.
La historia del pueblo de Israel está llena de quejas y deseos satisfechos por Dios.
Pidieron agua y Dios les dio agua en Marah.
Pidieron pan y Dios les dio el maná de cada día.
Y siguieron quejándose contra Dios y Moisés.
Las cosas de este mundo, siempre nuevas, siempre más abundantes, nunca podrán
ser suficientes para saciarnos. Nos entretienen pero no nos llenan. Su poder es tan
transitorio como nuestra vida.
¿Existe algo que pueda darnos plenitud?
Cuando Jesús dio de comer a los cinco mil hombres en el descampado y éstos
quisieron hacerlo rey, Jesús les dijo: "Me buscáis no porque habéis visto signos sino
porque os he dado de comer. Trabajad por el alimento que perdura".
Necesitamos las cosas de cada día pero tenemos que encontrar la conexión que
tienen con las cosas que pueden darnos paz y crear armonía en nuestra vida más
profunda. Cuando uno está muy grave después de un accidente no llama al Banco
de Santander que nada le puede ofrecer, pero nos acordamos e invocamos a Dios,
origen y meta de toda vida humana.
Pan de cada día, ganado honradamente, y pan del cielo, regalo de Dios.
El pan del cielo del que habla Jesús es él mismo, es fe en él y es fe en Dios.
A muchos les falta la fe en Jesucristo y en sus promesas. Siguen teniendo más fe
en su cuenta corriente en el Banco que en Jesucristo. Nuestra presencia en la
iglesia, domingo tras domingo, es para comer el pan de vida, el pan que anticipa el
pan de la vida eterna, el del cielo. Todos los panes, todos los lujos, todo lo humano
está llamado a desaparecer. Sólo Dios permanece para siempre. Todo es superfluo.
Sólo Dios es necesario.
"Yo soy el pan de vida. El que viene a mi no tendrá más hambre y el que cree en mi
nunca más tendrá sed.
Jesús es mucho más que un hombre que hace milagros, da de comer a la gente,
sana enfermos, un mago que hace lo "más difícil todavía"… Jesús hizo signos que
apuntaban en una dirección mucho más profunda y alta. Todo apuntaba hacia lo
alto, hacia Dios. Pero los hombres somos superficie. Nos asustan las profundidades
y las alturas. Alimentar el cuerpo es fácil pero llenar el alma, el espíritu…sólo Dios
tiene poder para hacerlo.
El trabajo de los hombres es comer y dar de comer a todos. El trabajo de Jesús es
darnos de comer el pan de vida, en este aquí y ahora, para el mañana y para
siempre.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P