XX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Proverbios 9, 1-6;Efesios 5, 15-20; Juan 6, 51-59
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: -Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne?
Entonces Jesús les dijo: Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre
y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera
comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre,
habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del
mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron, el que come este pan vivirá para siempre.
HOMILÍA
Al pie de una gigantesca montaña de China vivía un padre con sus tres hijos. Eran
una familia sencilla y muy unida. El padre veía cómo muchos viajeros pasaban por
allí ansiosos de escalar la montaña peligrosa. Pero ninguno regresaba. Los tres
hijos oían las historias que se contaban sobre la montaña. Decían que su cumbre
estaba hecha de plata y oro. A pesar de los muchos consejos del padre, los tres
hermanos decidieron probar fortuna.
En el camino, bajo un árbol, estaba sentado un mendigo al que nadie ayudaba ni le
prestaba la menor atención. Uno tras otro, los hijos se perdieron por la montaña.
Uno se quedó en la casa de la buena comida, otro en la casa del vino y el tercero
en la casa del juego. Los tres, esclavos de su avaricia, se olvidaron de la casa
paterna y del padre.
El padre los echaba de menos y, peligros aparte, se fue en su búsqueda.-
El padre vio al mendigo sentado bajo el árbol y le pidió consejo.
"La montaña te devolverá a tus hijos si encuentras algo casero que les haga
recordar el amor de la familia".
El padre fue a casa, preparó un tazón de arroz y dio una parte al mendigo por su
sabiduría. Más tarde encontró a sus hijos y cuidadosamente puso un grano de arroz
en cada una de sus lenguas, uno a la vez. Y así su verdadera vida se les fue
revelando.
Volvieron a casa con su padre y volvieron a ser la familia sencilla y unida de antes.
Sólo un grano de arroz sobre sus lenguas y la casa, la mesa y el amor revivió en
sus corazones. El padre tuvo que darles la verdadera comida, algo casero, de
siempre, para hacerles descubrir su identidad.
¿De qué nos alimentamos cada día? ¿Cuál es nuestra dieta? ¿A qué mesa nos
sentamos, a la de la Sabiduría y Jesús o a la mesa de la locura?
Con frecuencia, personas aparentemente sensatas, incluidos todos nosotros, nos
alimentamos de la comida que produce preocupaciones y ansiedades, egoísmo e
intolerancia, odio y desesperación, es decir, la mesa de la locura.
"Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y
viviréis, seguid el camino de la prudencia".
Aquí, en la iglesia, Jesús es no sólo el anfitrión es también la comida, el celebrante,
el sacerdote, la mesa, el pan y el vino. Y, nosotros, reunidos en este lugar,
formamos el pueblo de Dios y compartimos los dones que Dios nos da para el viaje
de la vida.
Nosotros necesitamos amor verdadero y hermanos verdaderos con los que reír,
llorar, rezar…Podemos tener lo mejor de todo lo que existe pero si no nos sabemos
amados por Dios y los hermanos nos secamos y morimos.
Cuando comemos el cuerpo y bebemos la sangre de Cristo nos hacemos un poco
más cristianos.
Los primeros cristianos decían "no podemos vivir sin celebrar el día del Señor".
Cuando celebramos el día del Señor y compartimos su mesa nos comprometemos
a:
Mejorar nuestras vidas.
Crear unidad.
Compartir nuestro pan.
Amar a los hermanos.
Luchar por la justicia y la paz.
Abrir nuestros corazones a todo lo que es bueno.
Ser fieles a esta mesa, la mesa del Señor.
Discernir la sabiduría de la propaganda.
La dieta de Jesús versus las dietas de adelgazamiento.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P