XXIV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Isaías 50, 5-10; Santiago 2, 14-18; Marcos 8, 27-35
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a la aldea de Cesarea de
Felipo; por el camino preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le contestaron: -Unos, Juan Bautista; otros Elías, y otros, uno de los profetas.
Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó: -Tú eres el Mesías.
Él les prohibió terminantemente, decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y
resucitar a los tres días.
Se lo explicaba a todos con claridad. Entonces Pedro se lo llevó a parte y se puso a
increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: -¡Quítate de
mi vista, Satanás! Tú piensas como los hombres, no como Dios.
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: -El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el
que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la
salvará.
HOMILÍA
Un joven llamó al pastor para decirle que quería hacerse miembro de la parroquia.
Pero que no tenía intención de ir a misa todos los domingos ni asistir a las clases de
Biblia ni ser lector ni visitar a los enfermos ni…
El pastor le alabó el deseo de hacerse miembro de la parroquia, pero le dijo que la
iglesia que buscaba se encontraba a las afueras de la ciudad. El joven anotó la
dirección y colgó.
Cuando llegó a la dirección que el pastor le había dado encontró una iglesia
abandonada y algunos edificios tapiados y listos para ser destruidos.
Cuando Jesús invita a seguirle, a afiliarse a su iglesia, invita a ponerse en camino, a
peregrinar. No invita a ser sus huéspedes en un hotel maravilloso en el mar Caribe.
El evangelio de hoy es una parada a lo largo del camino con Jesús. En esa
conversación Jesús nos pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Mi madre dice…
Mi padre siempre me dijo…
Según este libro, según el periódico…
Repetir lo que los otros dicen es muy barato. A Jesús no le interesan nuestros
conocimientos teológicos. Se puede ser una enciclopedia y estar vacío. Tú puedes
conocer todas las respuestas que otros han dado, pero no tener tu respuesta. Y
como Pedro podemos dar la verdadera respuesta, pero sin contenido.
"¿Quién decís que soy?"
No, no me digas esas definiciones que aprendiste de pequeño. No es cuestión de
palabras, palabra hablada, sino de la palabra vivida.
Una confesión plena de fe en Jesús se hace sólo con acciones, en tus acciones.
Las palabras expresan deseos, opiniones, sentimientos…las acciones expresan la
verdad de nuestras vidas, las acciones expresan nuestras convicciones y éstas
tienen un precio.
"¿Quién decís que soy?"
No te preocupes si no sabes contestar. El viaje con Jesús dura toda la vida y a lo
largo de este peregrinar se nos va revelando, poco a poco, el significado de su
persona y de su vida.
Algunos piensan que el día en que aceptaron a Cristo y decidieron hacerse
cristianos era el final del viaje. Ese fue el primer paso, muy importante, pero sólo
un primer paso.
El viaje con Jesús es una relación permanente. No sigues un conjunto de verdades
sino una persona. No estás casado con un príncipe rico, poderoso, guapo sino con
un siervo de Dios sufriente y amante.
Un viaje implica movimiento, de aquí allá, un proceso largo, estar dispuesto a
crecer y a aceptar las sorpresas.
Como en todos los viajes, hay días en los que te preguntarás si el viaje merece la
pena. Te cansarás y encontrarás dificultades difíciles de resolver. No te sientas
culpable. Simplemente sigue caminando.
La llamada al discipulado requiere disciplina para mantenerse fiel. El entusiasmo es
pasajero. La mejor disciplina es estudiar la Palabra, la meditación, la oración, la
Eucaristía dominical.
Dios no está nunca lejos de nosotros. Nosotros estamos lejos de Él.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P