XXV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Sabiduría 2, 17-20; Santiago 3, 16-4, 3;
Marcos 9, 29-36
EVANGELIO
En aquel tiempo instruía Jesús a sus discípulos. Les decía: -El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los
tres días resucitará.
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y,
una vez en casa les preguntó: ¿De qué discutíais en el camino?
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más
importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -Quien quiera ser el
primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y acercando a un niño,
lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -El que acoge a un niño como éste
en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al
que me ha enviado.
HOMILÍA
Estaba yo un día comiendo en un restaurante y en la mesa de al lado había una
familia: padres, abuelos y un niño de siete años. Los adultos conversaban
animadamente de sus cosas y el niño jugaba con sus juguetes. El camarero tomó
las órdenes de los mayores y le preguntó al niño: ¿y tú que tomarás? Éste
respondió: un perrito caliente y una soda.
No, dijo la abuela. Tomará una pechuga con ensalada. Y un vaso de leche dijo el
padre.
Antes de dejar la mesa el camarero se acercó al niño y le preguntó: ¿con ketchup o
con mostaza?
Y el niño dirigiéndose a su padre le dijo: ¿Sabe una cosa? El camarero piensa que
soy real, se preocupa de mí.
Aquí en la iglesia, todos somos importantes, porque Dios se preocupa de todos y
cada uno de nosotros y especialmente de los niños. Nadie es ignorado. Y todos
comemos el mismo menú: la palabra de Dios y el pan de vida.
Hoy tengo dos preguntas para todos ustedes. Dos preguntas que brotan del
evangelio.
¿Por qué un niño como modelo?
¿Saben de algún niño que esté en el Hall de la Fama?
¿Saben de algún niño que haya sido el MVP?
El mundo de los adultos es el mundo de la ambición, del dinero, de quién es el
mejor, quién manda más, es el mejor jugador …
El mundo de los niños está lleno de cosas de niños, cosas pequeñas a las que no
damos importancia.
Jesús, hoy, nos pone como ejemplo un niño. Jesús cuando quería dar una
enseñanza contaba una parábola, un cuento, o pedía una moneda y hacía
preguntas o hablaba de los pájaros que no siembran o de una higuera hermosa…
En esta ocasión, tomó un niño y lo puso en medio y les dijo a los apóstoles: si
alguien quiere ser el número uno que se haga el último, el que recibe a un niño
como éste en mi nombre a mí me recibe.
Los apóstoles habían discutido por el camino sobre quién era el jefe del grupo.
Los apóstoles físicamente estaban muy cerca de Jesús, pero espiritualmente
estaban muy lejos. Le acompañaban con la maleta llena de ambiciones humanas.
Le escuchaban, pero eran seducidos por las ambiciones del mundo. Preferían el
chuletón a la comida de Jesús.
Y Jesús colocó en medio a un niño para enseñarles la lección del servicio.
Un niño no tiene prejuicios ni ambiciones ni estatus social ni puede pagar el bien
que le hacen. Depende totalmente de los demás y ama sin condiciones. Y así es
Dios, amor sin condiciones para todos.
Jesús fue el primero en poner como modelo un niño. Nosotros nos fijamos y
tenemos como modelos a los triunfadores del deporte, la música, el cine…
Jesús nos propone como modelo a un niño porque todos tenemos que ser como
niños y vivir como niños ante Dios nuestro Padre.
Jesús define la grandeza y la importancia de sus seguidores por su capacidad de
servicio y de generosidad.
La medalla de oro de la Olimpíada Cristiana no es para el mejor predicador sino
para el mejor servidor, no es para el más sabio sino para el más humilde, no para
el más fuerte sino para el más sacrificado, no es para el que más manda sino para
el que más sirve.
Todo esto nosotros lo sabemos ya pero aún no lo hemos empezado a practicar.
Queremos estar en el Hall de la Fama, no en el del servicio.
¿Por qué un niño?
Porque no pinta nada y ama mucho, porque depende de todos y sabe maravillarse.
No matemos el niño que llevamos dentro, el hijo de Dios que quiere nacer cada día.
Adultos sí, pero niños e hijos de Dios siempre.
Y no se lo digan a nadie.
Jesús, a sus discípulos, les revela un secreto, les cuenta el último capítulo de su
vida y éstos no se lo pueden creer. No entienden que Jesús sólo es Mesías por la
muerte en la cruz, por el servicio de dar la vida y de hacerse el último.
Cuando digo…"Yo soy cristiano"
No estoy gritando "Yo estoy salvado".
Estoy susurrando "Yo estaba perdido"
Por eso elegí este camino.
Cuando digo… "Yo soy cristiano"
No lo digo con orgullo.
Estoy confesando que tropiezo
Y necesito que alguien sea mi guía.
Cuando digo…"Yo soy cristiano"
No pretendo ser fuerte.
Estoy confesando que soy débil
Y oro para poder continuar.
Cuando digo… "Yo soy cristiano"
No estoy presumiendo de mis éxitos.
Estoy admitiendo que he fallado
Y no puedo pagar la deuda.
Cuando digo…"Yo soy cristiano"
No estoy proclamando que soy perfecto.
Mis defectos son demasiado visibles
Pero, Dios cree que soy digno.
Cuando digo… "Yo soy cristiano"
Siento el aguijón del dolor
Y sufro mis dolores de cabeza
Y por esto alabo Su nombre.
Cuando digo… "Yo soy cristiano"
No deseo juzgar,
No tengo autoridad,
Yo sólo sé que soy amado.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P