IV Domingo de Pascua, Ciclo A
Cristo, pastor y puerta de la vida
Sobrecogidos por el terremoto destructivo de Lorca (España) y profundamente
afectados, sobre todo, por las víctimas mortales y por los heridos que ha
provocado, nos unimos en solidaridad y en oración a todos los que han
experimentado alguna desgracia, tal como ha hecho toda nuestra Iglesia, tanto el
papa como el obispo de la diócesis de Murcia, D. José Manuel, y todos sus pastores.
Las innumerables manifestaciones de solidaridad ante la catástrofe, por parte de las
personas e instituciones revelan la enorme fuerza del amor que resiste y aguanta,
haciendo el bien, en situaciones de sufrimiento extremo. Sirva este testimonio de
amor solidario como consuelo y esperanza, que se ven fortalecidos por la palabra
de Dios en este domingo pascual del buen Pastor que celebramos en la Iglesia.
Los diversos textos bíblicos ilustran el sentido de esta metáfora para revelar la
relación de Dios con su Pueblo a través de su Pastor, Jesús, el cual es el pastor del
rebaño de Dios constituido como tal por medio de su muerte y resurrección, pues
por haber dado la vida por todos es el que nos da nueva vida y se desvela por
nosotros. Con la imagen del Pastor espléndido presenta el evangelio de Juan la
relación de Jesús con sus discípulos desarrollando una alegoría preciosa de
resonancias veterotestamentarias (Jn 10,1-30). Pero la primera imagen que utiliza
es la de la puerta, de la cual se resaltan dos aspectos, primero, que el que entra
por la puerta es el pastor de las ovejas, y segundo, que la puerta es Jesús en
persona.
La puerta es como una alusión a la glorificación de Cristo en la hora de la muerte,
pues ésta es la que permitirá entrar a Jesús en el corazón de la humanidad para
que su voz sea escuchada por las ovejas del rebaño, para que cada uno se sienta
llamado por su nombre, y para que sea liberado de todo mal y de la muerte. A
diferencia de los ladrones y bandidos que asaltan a las ovejas para aprovecharse de
ellas, el pastor se identifica con la puerta por la que pasa como único medio que
legitima su actividad pastoral, la cual permitirá a las ovejas salir y seguir en pos de
Jesús, conocer y escuchar su voz, acceder a la salvación y a la vida con libertad y
seguridad, encontrando, en el pastor, la puerta y el pasto de la vida. Jesús ha
venido para que tengamos vida y ésta sea desbordante. A continuación Jesús se
revelará como el espléndido pastor que, a diferencia del asalariado, es el que da la
vida por las ovejas, el que las defiende, las guía y las acompaña.
La primera carta de Pedro expone también, en su texto central (1 Pe 2,19-25),
cómo en Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, hemos sido conducidos a una
vida nueva en la justicia, pues habiendo muerto al pecado, ya no vivimos como
errantes ni descarriados, sino como llamados por Dios a seguir las huellas de Cristo
sufriente, el cual, con su Pasión por amor a los pecadores, ha llevado hasta el leño
de la cruz todo pecado y, tras sepultarlo, nos ha capacitado para vivir en el
dinamismo de la gracia que nos permite orientar la vida para hacer siempre el bien,
superando todo tipo de insultos, amenazas, engaños, mentiras y provocaciones.
Esta carta maravillosa está escrita para cristianos que pasan por situaciones críticas
de sufrimiento y de dolor. Su mensaje alienta a los cristianos a vivir el sufrimiento
en la esperanza viva que nos dio el que, sufriendo su Pasión, vencía el mal con el
bien y nos invita a unir nuestros sufrimientos a la cruz para que su Espíritu nos
renueve y nos de vida y esperanza.
Al escribir esta página me encuentro en Bolivia, donde trabajo como misionero en
medio de situaciones múltiples de sufrimiento, con niños de la calle, entre familias
muy pobres, con problemas humanos básicos, de supervivencia y de vida digna, y
en un contexto social de grandes dificultades estructurales, sobre todo culturales y
políticas, que ralentizan el lento proceso de transformación necesaria que el
evangelio puede realizar mediante la acción misionera de la Iglesia católica, puesta
en marcha con todos sus efectivos y capitaneada por sus pastores, en la misión
permanente de la Iglesia latinoamericana.
En este sentido, los obispos de Bolivia han comunicado al Pueblo de Dios el pasado
martes un mensaje extraordinario que aborda los asuntos más sobresalientes de la
situación del país, y recoge aspectos esenciales de su importante carta pastoral
recientemente publicada. El mensaje contiene, desde la fe en el resucitado y con el
estímulo de la reciente beatificación de Juan Pablo II, una llamada a los jóvenes
para orientar sus vidas al servicio de Cristo y de su Reino, una felicitación al
periodismo y una gran preocupación por las migraciones. Asimismo advierte sobre
la importancia del poder judicial en un sistema verdaderamente libre y democrático
ante la elección de jueces del Tribunal Supremo. Muestra su gran preocupación por
un sistema educativo cualificado, libre y diversificado mediante el cual el Estado
reconozca a la sociedad el derecho a participar en la tarea educativa. Tanto la
ecología como el derecho a la vida están presentes en el mensaje, que alerta a los
creyentes y a la sociedad ante los programas deficientes de valores morales sobre
la educación juvenil y sobre el matrimonio.
Hoy más que nunca, en comunión con la Pasión de Cristo y aunque caminemos por
las cañadas oscuras (Sal 23) del dolor y de la muerte, solidarios con las víctimas
inocentes de nuestro mundo y especialmente con las del terremoto de Lorca
(España) y con sus familiares, sabemos que el Señor Crucificado y Resucitado es
nuestro Pastor y que su bondad y su misericordia nos acompañan todos los días de
nuestra vida.
En este domingo del Buen Pastor la Iglesia reclama especialmente su atención
acerca de la oración por las vocaciones a la vida consagrada. Con este motivo se
quiere sensibilizar al pueblo de Dios de la gran importancia que en la marcha de la
iglesia tienen las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa en cuanto que los
que responden a ese tipo de vocación tienen una misión fundamental como
pastores del rebaño de Dios que siguen las huellas del único Pastor. Seguir las
huellas de Jesucristo en su camino hacia la cruz es dar la vida por amor para que
todos los seres humanos puedan obtener la vida eterna, la que se concibe no sólo
como una vida que trasciende el tiempo y las coordenadas históricas, sino como
una nueva forma de comportarse, como hijas e hijos de Dios, haciendo siempre el
bien.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura