EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Domingo de la IV Semana de Pascua A
Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,14.36-41.
Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de
Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a
explicarles lo que ha sucedido.
Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes
crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías".
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los
otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?".
Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo
para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.
Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que
están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar".
Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se
pusieran a salvo de esta generación perversa.
Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos
alrededor de tres mil.
Epístola I de San Pedro 2,20-25.
En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha
cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí
es una gracia delante de Dios.
A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un
ejemplo a fin de que sigan sus huellas.
El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca.
Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería
amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente.
El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que,
muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron
curados.
Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y
Guardián de ustedes.
Evangelio según San Juan 10,1-10.
"Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por
otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su
nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque
conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería
decir.
Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las
ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará
su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las
ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Guillermo de Saint-Thierry (v. 1085-1148), monje benedictino después cisterciense
Oraciones meditativas, VI, 6-10
«Amén,amén,Yo dije: Yo soy la puerta de las ovejas»
No sólo a Juan, el discípulo amado, le has mostrado la puerta abierta del cielo
(Ap 4,1). Públicamente has dicho a todos...: «Yo soy la puerta: si alguien entra por
mí se salvará».
Tú, por lo tanto, eres la puerta... ¿Pero si vemos la puerta abierta en el cielo,
nosotros que estamos en la tierra, para quién será, si nosotros no podemos subir
allí? Pablo responde: «Aquel que sube, es el mismo que bajó» (Efesios 4,10).
¿Quién es? El Amor. En efecto, Señor, amor que está en nosotros se eleva hacia Ti
allí, porque el amor que hay en Ti ha descendido a nosotros hasta aquí abajo.
Porque tú nos has amado has bajado a nuestro lado; amándote nosotros subiremos
cerca de tuyo.
Como tú mismo has dicho: "Yo soy la puerta", por ti mismo yo te
pido, ábrenos tu mismo, para mostrarnos más claramente, el lugar dónde tu eres
la puerta ... ya hemos dicho que ese lugar, es el cielo; el Padre vive allí, de quien
decimos: "El Señor tiene su trono en el cielo" (Efesios 10.4). Por eso «Nadie viene
al padre si no por ti» (Jn 14,6), que eres la puerta... Por lo tanto nosotros
tendemos, aspiramos a Tí. Responde, por favor: «¿Maestro, donde vives?»(Jn 1,38)
Contestas: «Estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). También: «En
este día, reconoceréis que estoy en mi Padre, que vosotros estáis en mí y yo en
vosotros" (Jn 14,20)... Entonces tu morada es el Padre, y Tú eres la del padre. Pero
esto no es suficiente, porque también nosotros moramos contigo y Tú en nosotros.
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