V Domingo de Pascua, Ciclo A.
Pautas para la homilia
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida"
Los apóstoles han comenzado a ponerse tristes ante el anuncio por parte de Jesús
de que se va a marchar, y les ha dicho, además, que adonde se va a ir él, ellos, de
momento, no le pueden seguir ¿Por qué se ponen tristes? Porque ellos ya no
entendían su vida en ausencia de él. Sólo entendían su vida en función de él. Y esto
es tremendo.
Cuando nosotros queremos tanto a una persona que nuestra vida no la entendemos
más que en función de esa persona, ante la perspectiva de perder a esa persona
¿cómo nos quedamos? Nos quedamos como vacíos, sin rumbo, sin orientación,
como flotando en el espacio. Ya no importa nada una dirección u otra. Ya nada
tiene sentido. Esta es la sensación que debieron experimentar los Apóstoles ante el
anuncio de su partida.
Pero, bueno, él les llama a la calma: No perdáis la calma. Es verdad que, de
momento, ellos no le pueden acompañar, pero él les dice que va a la casa de su
Padre. Pero no sólo eso. Va también a prepararles a ellos una estancia, una morada
en la casa de su Padre. Porque en la casa de su Padre hay muchas moradas. Y por
si fuera poco, les dice que donde esté él, quiere que estén ellos también.
La torpeza de los apóstoles ha provocado que Jesús les dé de sí mismo unas señas
de identidad sumamente interesantes:
a. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida
b . Si me conocierais a mí conoceríais a mi Padre
c . Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto
d. Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre
e. ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?
f. Yo estoy en el Padre y el Padre en mí
g. El que cree en mí, él hará también las obras que yo hago y aun mayores.
En este Evangelio también nos invita el Señor a nosotros a no perder la calma.
Podemos sufrir muchas decepciones en la vida, tantas que nos parecerá que
nuestra vida no tiene ya sentido. Pero el Señor nos abre el corazón a la esperanza.
El irá a prepararnos también a nosotros una morada, de tal manera que donde esté
él también estaremos nosotros. Y seremos eternamente felices con el Señor.
También a nosotros nos dice yo soy el Camino y la Verdad y la Vida.
a. Yo soy el Camino para ir al Padre. Quien más quien menos tendrá
experiencias de caminos que en un principio se presentaban como
deslumbradores, pero que con el paso del tiempo se han mostrado como
sendas de muerte o callejones sin salida. Jesús nos quiere volver al buen
camino
b. Yo soy la Verdad que debes creer. Creer que yo estoy en el Padre y el
Padre está en mí. Creer que yo he salido del Padre para reconciliarte con él.
Creer que yo soy el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo
para salvarte y que no se te ha dado otro nombre sobre la tierra por el cual te
puedas salvar.
c. Yo soy la Vida, la vida que se comunica ya en este mundo de tantísimas
maneras, pero muy especialmente a través de los Sacramentos: la Penitencia,
la Eucaristía, que es donde se encuentra la fuente de la gracia, la Oración, la
lectura de la Palabra de Dios.
Fr. Aristónico Montero Galán O.P.
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)
(con permiso de dominicos.org)