Lunes 16 de Mayo de 2011
Lunes 4ª semana de Pascua 2011
Hechos 11,1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que
también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a
Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprocharon: "Has entrado en casa de
incircuncisos y has comido con ellos."
Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su orden: "Estaba yo
orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: Algo que bajaba,
una especie de toldo grande, cogido de los cuatro picos, que se descolgaba del cielo
hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros.
Luego oí una voz que me decía: "Anda, Pedro, mata y come." Yo respondí: "Ni
pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro." La voz del
cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano."
Esto se repitió tres veces, y de un tirón lo subieron todo al cielo.
En aquel preciso momento se presentaron, en la casa donde estábamos, tres
hombres que venían de Cesarea con un recado para mí. El Espíritu me dijo que me
fuera con ellos sin más. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa
de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le
decía: "Manda recado a Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te
traerá la salvación a ti y a tu familia."
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que
había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de lo que había dicho el Señor:
"Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Pues,
si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el
Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?"
Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo: "También a los gentiles les
ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida."
Salmo responsorial: 41
R/Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.
Como busca la cierva / corrientes de agua, / así mi alma te busca / a ti, Dios
mío; / tiene sed de Dios, / del Dios vivo: / ¿cuándo entraré a ver / el rostro de
Dios? R.
Envía tu luz y tu verdad: /que ellas me guíen / y me conduzcan hasta tu
monte santo, / hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios, / al Dios de mi alegría; / que te dé
gracias al son de la cítara, / Dios, Dios mío. R.
Juan 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús: "Os aseguro que el que no entra por la puerta
en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido;
pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y
las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las
saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas
lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de
él, porque no conocen la voz de los extraños."
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les
hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no
los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y
salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer
estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."
COMENTARIOS
Jesús no es sólo la puerta del aprisco; también es el pastor, y no un pastor
cualquiera, como hay tantos, que a duras penas ejercen su labor porque no tienen
más qué hacer; él es bueno, sabe lo que necesita cada oveja, sabe en qué
condición se encuentra cada una, las conoce por su nombre, las llama y ellas le
siguen sin temor ni desconfianza.
Ya el Antiguo Testamento había aplicado a Yahvé esa imagen del pastor
ideal, único capaz de defender hasta el límite a sus ovejas; ello porque los pastores
de carne y hueso que estaban al frente del pueblo, no daban la talla, descuidaban
sus deberes y su función de guías.
Pues bien, esa es la realidad con la que se enfrenta Jesús: Unos pastores
codiciosos, envidiosos y abusivos, que “no respetan ni a Dios ni al prójimo” y que,
sin embargo, están ahí, haciendo creer que han sido designados por Dios y que,
antes que nada, son servidores suyos. En contraste con esos pastores, Jesús se
presenta a sus seguidores como el verdadero y único pastor bueno, porque está en
capacidad de dar hasta su vida por sus ovejas.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)