Sexto Domingo de Pascua - Ciclo A
Santo Tomas
La venida del Paráclito
(CRISÓSTOMO.) Habiendo dicho el Señor "Todo lo que pidiereis esto
haré", para que no creyesen que bastaría sencillamente hacer una
petición cualquiera, añade: "Si me amáis, guardad mis
mandamientos". Como diciendo: Entonces haré lo que pedís. O bien
porque ellos naturalmente se turbasen al oírle decir que iba a su
Padre, dijo: "No es amarme el que os turbéis, sino el que hagáis mis
mandamientos". Y esto es en verdad el amor: obedecer y creer al que
se ama. Pero como era natural que ellos le buscasen en su presencia
corpórea, y deseasen ardientemente el consuelo que antes tuvieron,
les dice: "Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador".
(SAN AGUSTÍN.) En tales palabras manifiesta que Él era también el
Consolador. La palabra Paracletus significa abogado, y así se dijo de
Cristo: "Tenemos un abogado en Jesucristo para con el Padre".
(ALCUINO.) O bien, Paracleto quiere decir consolador. Porque
efectivamente tenían ellos a la sazón en Él un consolador que solía
elevarlos y fortalecerlos con la dulzura de sus milagros y con su
predicación.
(DÍDIMO.) Llamó al Espíritu Santo otro consolador, no por la
diversidad de esencia sino de operación, porque el Salvador
desempeñaba el oficio de mediador y de enviado, para que a modo de
Pontífice rogase por nosotros pecadores, y la denominación
de Paracleto respecto del Espíritu Santo ya tiene otro sentido, y es el
de consolador de los tristes. Mas no se vaya a deducir de esta
diversidad de operaciones que la esencia del Hijo es distinta de la del
Espíritu Santo, siendo así que en otro lugar el
Espíritu Paracleto desempeña el papel de enviado delante del Padre.
Así se lee: "El mismo Espíritu pide por nosotros". Y en cambio, el
Salvador consuela los corazones de aquellos que necesitan de
consolación, como se lee: "Y consoló a los humildes del pueblo".
(CRISÓSTOMO.) Dijo "Rogaré al Padre", para hacerles más dignas de
fe las palabras que les dirigía: porque si hubiese dicho: Yo enviaré, no
lo hubiesen creído simplemente.
(SAN AGUSTÍN.) Mas para demostrar que sus acciones y las del Padre
eran inseparables, dijo en otra parte: "Cuando hubiere marchado, lo
enviaré
vosotros".
a
(CRISÓSTOMO.) ¿Y en qué sería mayor que los Apóstoles, si sólo
rogase al Padre que les concediese el Espíritu? Muchas veces hicieron
los Apóstoles lo mismo aun sin preceder oración.
(ALCUINO.) Dice "Rogaré a mi Padre", como inferior que soy en
cuanto a la humanidad, pero a quien soy igual y consustancial
respecto
de
la
divinidad.
(CRISÓSTOMO.) También dice: "Para que permanezca entre vosotros
eternamente", porque ni aun después de la muerte se separa. Aquí
insinúa implícitamente que el Espíritu Santo no morirá como Él, ni
tampoco se separará. Y a fin de evitar que creyeran, escuchando lo
del Paracleto, en otra encarnación, y que lo habían de ver con los
ojos, dice: "El Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir
porque
lo
ve,
ni
lo
conoce".
(SAN AGUSTÍN.) Éste es en la Trinidad el Espíritu Santo, a quien la
Iglesia proclama coeterno y consustancial con el Padre y con el Hijo.
(CRISÓSTOMO.) Llámale Espíritu de verdad porque explica las figuras
del Antiguo Testamento; por mundo significa a los malos y por visión
un conocimiento evidente, dado que la vista es el más claro de los
sentidos.
(BEDA.) Obsérvese además que cuando llama al Espíritu Santo
Espíritu de verdad, manifiesta que el Espíritu Santo es su propio
Espíritu. Después, cuando promete que el Padre lo mandará, que es
también el Espíritu del Padre. Por esta razón el Espíritu Santo procede
del
y
del
Hijo.
(SAN GREGORIO.) Todo aquello que el Espíritu Santo llenare con su
presencia, se eleva al deseo de las cosas invisibles; y como los
corazones mundanos no desean sino las visibles, no lo recibe este
mundo, que no sabe levantarse hasta el amor de lo invisible. Las
almas mundanas tanto menos espacio dejan para recibir al Espíritu
cuanto más se dilatan por sus deseos hacia las cosas exteriores.
(SAN AGUSTÍN.) Dice que el mundo no puede recibir al Espíritu Santo,
de la misma suerte que si dijéramos: La injusticia no puede ser justa.
El mundo (esto es, sus amadores) no puede recibirlo, porque no lo ve;
porque el amor humano no tiene ojos invisibles, y éstos son los únicos
que pueden ver lo invisible, como es el Espíritu Santo. Prosigue: "Mas
vosotros le conoceréis, porque permanecerá con vosotros". Y para
evitar que sospechasen que permanecería a la manera de un huésped
que está visiblemente entre los hombres, dice: "Estará en vosotros".
no
Padre
(CRISÓSTOMO.) Es decir: "No permanecerá entre vosotros como yo,
sino
habitará
en
vuestras
almas".
(SAN AGUSTÍN.) Primeramente se entra en posesión de una cosa; y
después ésta permanece con uno; pero el Señor expuso lo que había
dicho: "Con vosotros", cuando agregó: "En vosotros"; porque si no
está en vosotros no puede su ciencia habitar en vosotros. De esta
suerte se verá por vosotros en vosotros y en vuestra conciencia.
(SAN GREGORIO.) Mas si el Espíritu Santo ha de permanecer también
en los discípulos, ¿cómo podrá ya ser un signo especial su
permanencia en el mediador? Se lee en el Evangelio: "Sobre el que
vieres al Espíritu descender y permanecer, éste es el que bautiza".
Para comprender esta dificultad hay que distinguir los dones del
Espíritu. El Espíritu Santo mora siempre en todos los escogidos con
aquellos dones sin los cuales no podrían venir a la vida; pero con
aquellos dones que no son necesarios para nuestra propia vida, sino
para salvar la de los demás, no mora siempre. A veces no se da a
conocer por la exterioridad de los milagros, para que de este modo se
posean sus virtudes más humildemente, pero Cristo le tuvo siempre y
en
todas
ocasiones
presente.
(CRISÓSTOMO.) Con esta sola frase destruyó de un solo golpe
muchas herejías. Porque al decir otro, demostró la diferencia de
persona entre Él y el Espíritu Santo, y al decir Paracleto, que le era
conocida
su
esencia.
(SAN AGUSTÍN.) El Apóstol llama a Dios consolador oficio que
reservan al Espíritu Santo como tercera persona de la Trinidad). Dice
el Apóstol: "Dios, que consuela a los humildes, nos consoló". Luego el
Espíritu Santo que consuela a los humildes es Dios. Y si quieren
entender esto del Apóstol refiriéndose al Padre o al Hijo, cesen de
separar al Espíritu Santo del Padre y del Hijo, como si fuese exclusivo
de
consolar
a
los
humildes.
(SAN AGUSTÍN.) Y si el amor de Dios se extendió en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, que se nos dió, cómo podremos amar
y guardar los mandamientos de Cristo y hacernos dignos de recibirlo?
¿Es que acaso hay en nosotros un amor precedente con el cual
amamos a Cristo, y por su amor y la guarda de sus mandamientos
nos hacemos acreedores a recibir el Espíritu Santo, y después se
llenan nuestros corazones del amor del Padre? Reprobable es esta
creencia; porque el que cree que ama al Hijo sin amar al Padre,
ciertamente no ama al Hijo, sino que ama una ficción de su
que
Él
imaginación. Sólo nos queda una explicación, y es que el que ama
tiene ya al Espíritu Santo, y teniéndole merece tenerle más, y
teniéndole más amar más. Así, pues, los discípulos ya tenían el
Espíritu que el Señor les prometía; pero se les había de dar de una
manera más excelsa: lo tenían en estado latente, y debían recibirlo
con toda solemnidad. Por cuya razón se promete con fundamento no
sólo al que no lo tiene sino también al que lo tiene: al que no lo tiene
para que lo tenga, y al que lo tiene para que lo posea más.
(CRISÓSTOMO.) El Espíritu Santo debía descender sobre sus
discípulos de un modo más especial, cuando ya los había purificado de
sus faltas, cuando el pecado había sido destruído, y cuando aquéllos
iban a ser expuestos a los peligros y sufrimientos. No inmediatamente
después de la resurrección, a fin de que lo recibiesen con mayor suma
de
a
causa
del
mayor
deseo.
(SAN AGUSTÍN.) No creyese alguno que el Señor daría el Espíritu
Santo de tal manera que Él se separase de ellos para siempre, dijo a
seguida: "No os dejaré huérfanos". La palabra griega huérfano
equivale a la latina pupilo; y aunque el Hijo de Dios nos adoptó a
nosotros como a hijos de su Padre, sin embargo, en esto manifiesta Él
mismo
amor
paternal
hacia
nosotros.
(CRISÓSTOMO.) Ya desde el principio les había dicho: "Vendréis
donde yo voy"; pero como era mucho el intervalo de tiempo, les
prometió el Espíritu, e ignorando ellos en qué consistía el Espíritu les
prometió lo que más deseaban, que era su presencia propia, diciendo:
"Vendré a vosotros", pero insinuando al mismo tiempo ocultamente (y
con objeto de que no creyesen que había de venir en la forma
corporal que a la sazón tenía) el modo de su venida, diciendo :
"Todavía un poco, y el mundo ya no me ve", es decir: Vendré a
vosotros, mas no como antes viviendo diariamente entre vosotros. Y
para que no le objeten: ¿Cómo es que dijiste a los judíos "Dentro de
poco no me veréis?" contesta de antemano, diciendo: "Vendré a
vosotros
solos".
(SAN AGUSTÍN.) Entonces le veía el mundo con los ojos carnales,
revelándose claramente en la humanidad; mas no veía al Verbo que
se ocultaba tras el velo de la carne; pero como no quería demostrar a
los que no eran sus discípulos después de la resurrección, esta misma
carne que a los suyos no sólo permitió ver, sino también tocar, dijo:
"Todavía un poco, y el mundo no me verá, mas vosotros me veréis".
Pero como en el día del juicio le verá también el mundo, con cuyo
nombre significó los extraños al reino de su Padre, parece preferible
entender aquí aquel tiempo, o sea, cuando en el día del juicio se
apartará de la vista de los condenados, para que le vean solamente
gracias,
un
los que le aman. Y dijo "Un poco", porque lo que a los hombres parece
de larga duración es de duración brevísima para Dios. "Porque yo vivo
y
vosotros
vivís".
(TEÓFILO.) Como diciendo: Aunque muera, resucito no obstante.
"Vosotros también viviréis", esto es, cuando me hubiéreis visto os
alegraréis, y con mi aparición resucitaréis como si hubieseis estado
muertos.
(CRISÓSTOMO.) Me parece que no alude a la vida presente sino a la
futura, como si dijese: La muerte de cruz no me separará para
siempre de vosotros, sino que me ocultará a vosotros un breve
momento.
(SAN AGUSTÍN.) ¿Por qué al decir que Él vive habla de presente, y
cuando dice que ellos vivirán, de futuro, sino porque la vida del
cuerpo resucitado, que había de preceder en Él, seguiría también en
ellos? Y como su resurrección había de ser muy en breve, pone el
verbo en presente, para significar la premura; y en cambio, como la
de ellos se dilataría hasta el fin del mundo, no dice vivís, sino
"viviréis". Porque Él vive, viviremos nosotros; por el hombre la muerte
y por el hombre la resurrección de los muertos: de aquí que sigue:
"En aquel día (en que vosotros viviréis) conoceréis (no como ahora
por la fe sino por la contemplación) que yo estoy en el Padre y
vosotros en mí, y yo en vosotros; porque en tanto que vivamos
aquella vida que destruye la muerte, llegará a su perfección lo que
entonces empezó por Él, esto es, que Él esté en nosotros y nosotros
en
Él.
(CRISÓSTOMO.) O bien: Conoceréis, desde el mismo día en que yo
resucite; porque cuando vieron que había resucitado y que habitaba
con ellos, entonces adquirieron una fe certísima, porque la virtud del
Espíritu Santo les enseñaba todas las cosas. Dijo: "Yo estoy en mi
Padre", como signo de humildad, y al decir: "Y vosotros en mí, y yo
en vosotros", alude a la humanidad y al auxilio divino. La Escritura
suele usar muchas palabras en sentido distinto cuando las refiere a
Dios
cuando
a
los
hombres.
(SAN HILARIO.) También Él está en el Padre por la divinidad, nosotros
en Él por su nacimiento corpóreo, y de nuevo Él en nosotros por el
misterio del Sacramento, porque Él atestiguó: "Quien come mi cuerpo
y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en Él".
(ALCUINO.) Por el amor y observancia de sus mandamientos se
llevará a cabo lo que se empezó por Él, a saber: que Él esté en
nosotros y nosotros en Él. Y para que se comprenda que esta felicidad
y
es asequible a todos y no sólo a los Apóstoles, añade: "El que tiene
mis
y
los
guarda",
etc.
(SAN AGUSTÍN.) Quien los tiene presentes en la memoria y los
guarda en la vida; quien los tiene mi sus palabras, y los practica en
sus obras; quien los tiene en sus oídos, y los practica haciendo; quien
los tiene obrando y perseverando "Ése es el que me ama". El amor
debe demostrarse con obras, para que su nombre no sea infructuoso.
(TEÓFILO.) Como diciendo: Vosotros creéis que es signo de amor el
contristaros por mi muerte, y yo sólo reputo como signo el observar
mis mandatos. Qué ventajas reporta el que ama, lo manifiesta
diciendo: "Porque el que me ame a mí, será amado por el Padre, y yo
le
amaré".
(SAN AGUSTÍN.) Pero ¿qué es eso de le amaré? ¿Es que al presente
no ama? Se explica esta dificultad por lo siguiente: "Y me manifestaré
a Él", y obtendremos como premio de nuestra fe la visión. Entonces
nos amaba hasta concedernos la fe; después hasta darnos la visión:
ahora amamos creyendo lo que veremos, mas entonces amaremos
viendo
lo
que
hemos
creído.
(SAN AGUSTÍN.) Prometió que sería visto por sus amadores, como
Dios con el Padre, y no a la manera que era visto en la tierra, en
cuerpo,
hasta
por
los
malos.
(TEÓFILO.) O porque después de la resurrección aparecería a ellos en
forma corporal que dejase ver mejor la divinidad, y les predice esto
para que después no crean que es un simple espíritu o fantasma; y
entonces, viéndole, no desconfíen, sino que recuerden que se aparece
a ellos porque han guardado sus mandamientos. De esta manera
quedarían obligados a guardarlos siempre, para que siempre se
aparezca a ellos.
(Santo Tomás de Aquino, Catena Aurea , tomo V, Cursos de
Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, pp. 337-342)
mandamientos
y