V Semana de Cuaresma, Ciclo A
Intoducción a la semana
Al hablarnos de la relación de Jesús con el Padre, el evangelio de Juan nos
presenta también algunos rasgos fundamentales de la vida de los discípulos. Es
una vida presidida por el amor, que nace del amor que Jesús les tiene y se ha de
manifestar en el cumplimiento de sus mandatos, el primero de los cuales es el
de amarse unos a otros. Les invita a “permanecer en su amor”, o también “en su
palabra” (como los sarmientos en la vid), haciendo de su persona y de su
mensaje la razón de ser de la propia vida. Así es como esa vida será fecunda,
dando fruto abundante en todo cuanto emprendan.
Jesús les da también su paz, ese don mesiánico que significa la plenitud de vida
que Dios comunica a través de su Hijo a todo el que cree en él. Y como
manifestación radiante de esa paz, les transmite su propia alegría, que dimana
de su resurrección y quiere compartir con ellos. Les promete además su Espíritu,
que será quien los lleve a descubrir toda la hondura del Evangelio que él vino a
anunciar. Pero les advierte también que el odio del mundo los perseguirá, como
le sucedió a él. Es una violencia que aparece muchas veces en el libro de los
Hechos de los Apóstoles como un rasgo de los verdaderos discípulos de Jesús en
su labor misionera.
Nos habla además este libro del conflicto interno surgido con motivo de la
predicación a los gentiles: al aceptar la fe, ¿había que exigirles también la
observancia de las tradiciones judías? En el “concilio” de Jerusalén, por primera
vez, la comunidad eclesial, en la que se dan tendencias opuestas, debate y se
pronuncia en asamblea, con total libertad y bajo la guía del Espíritu, sobre este
asunto capital. Se oye el informe de los que están en vanguardia de la misión
(testigos de la reacción entusiasta de los nuevos conversos); se pondera la
experiencia de Pedro (él ha visto al Espíritu derramarse sobre los gentiles); se
escucha la reflexión del que preside (que confirma la novedad con la palabra de
los profetas y propone una solución flexible); y se decide con el respaldo de
todos, conscientes de la presencia inspiradora del Espíritu. En adelante, el
Evangelio, sin negar sus orígenes judíos, se abrirá a una difusión sin fronteras.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
Con permiso de dominicos.org