Disponernos a recibir el don del Espíritu Santo.
23/05/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y
los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, Yo también lo
amaré y me manifestaré a él».
Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): «Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos
vas a manifestar y al mundo no?» Le respondió Jesús: «El que me ama, cumplirá
mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la Palabra que están oyendo no es
mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con
ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi
nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto Yo les he dicho».
Palabra del Señor.
Oración introductoria
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas» proclamo cada vez que rezo el Credo y hoy, ¡oh Dios!, qué has iluminado
los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, hazme dócil a sus
inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo en esta
meditación.
Petición
¡Ven Espíritu Santo, enciende mi corazón con el fuego de tu amor!
Meditación
«Si queremos que Pentecostés no se reduzca a un simple rito o a una
conmemoración, aunque sea sugestiva, sino que sea un acontecimiento actual de
salvación, debemos disponernos con religiosa espera a recibir el don de Dios
mediante la humilde y silenciosa escucha de su Palabra. ()
El Espíritu de Dios, donde entra, expulsa el miedo; nos hace conocer y sentir que
estamos en las manos de una Omnipotencia de amor: suceda lo que suceda, su
amor infinito no nos abandona. Lo demuestra el testimonio de los mártires, la
valentía de los confesores de la fe, el ímpetu intrépido de los misioneros, la
franqueza de los predicadores, el ejemplo de todos los santos, algunos incluso
adolescentes y niños. Lo demuestra la existencia misma de la Iglesia que, a pesar
de los límites y las culpas de los hombres, sigue cruzando el océano de la historia,
impulsada por el soplo de Dios y animada por su fuego purificador. Con esta fe y
esta gozosa esperanza repitamos hoy, por intercesión de María: ‘Envía tu Espíritu,
Señor, para que renueve la faz de la tierra’ (Benedicto XVI, 31 de mayo de 2010).
Reflexión apostólica
«El Movimiento presenta a sus miembros una espiritualidad alentada por el Espíritu
Santo y abierta a su acción poderosa, y les invita a incrementar en sus vidas la fe y
el amor a la tercera persona de la Santísima Trinidad, a ser dóciles y fieles a sus
inspiraciones para que, iluminados y fortalecidos con su gracia, caminen fielmente
por el sendero de la voluntad del Padre, a ejemplo de Jesucristo, y realicen con
plenitud su vocación cristiana en la vivencia práctica del amor» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 78).
Propósito
Estaré atento a las luces del Espíritu Santo en mi interior.
Diálogo con Cristo
Permite Señor que la luz de tu Espíritu Santo me haga gustar siempre el bien,
porque siendo Tú el dulce huésped de mi alma no debe haber otra actitud en mi
vida que amar en Cristo, desde Cristo, por Cristo y como Cristo. Señor, haz que
aprenda vigorosa e indestructible esta convicción para que acabe con toda
mediocridad, con toda cobardía, con todo temor, con todo egoísmo y me empuje
permanentemente a la conquista de la santidad.
«¡Que el Espíritu Santo no sea el gran desconocido de sus vidas, sino más bien el
Huésped de sus almas, con quien ustedes mantengan una sabrosa y continua
comunicación!»
( Cristo al centro , n. 805).