XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Jeremías 38, 4-6.8-10; Hebreos 12, 1-4;
Lucas 12, 49-53
CARTA A LOS HEBREOS
Hermanos: Una nube ingente de espectadores nos rodea; por tanto, quitémonos lo
que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin
retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que,
renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora
está sentado a la derecha del Padre. Recordad al que soportó la oposición de los
pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la
sangre en vuestra pelea contra el pecado.
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: He venido a prender fuego en el
mundo; ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué
angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo la paz? No,
sino división.
En adelante, una familia de cinco estará dividida; tres contra dos y dos contra tres;
estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra
la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la
suegra.
HOMILÍA
Por la fe nos reunimos los domingos para celebrar la eucaristía.
Por la fe formamos el pueblo de Dios, la iglesia, esta asamblea de hijos e hijas de
Dios.
Por la fe vemos en el vecino a un hermano y por la fe vivimos nuestra vida como
regalo de Dios.
El autor de la carta a los Hebreos en el capítulo 11 que proclamábamos el domingo
pasado definía la fe como "esfuerzo por conseguir lo que esperamos,
convencimiento respecto de lo que no vemos".
Y preguntábamos:¿se ha hecho un chequeo para ver si su fe está enferma?
¿Contiene muchos grados de magia y de haraganería?
Hoy, en el capítulo 12, nos da unos consejos que todos deberíamos seguir:
1º. Nos recuerda que
yo no soy el primero en creer,
yo no estoy sólo en la fe,
yo no puedo vivir la fe en solitario,
"una nube de testigos nos envuelve".
Sí, hermanos, en esta aventura de la fe nadie viaja solo.
Por la fe, miles de creyentes derramaron su sangre.
Por la fe, miles de creyentes lo dejaron todo y consagraron su vida al servicio del
evangelio.
La historia de la iglesia sólo se entiende y se explica por la fe de esa nube de
testigos que nos han precedido.
En esta aventura de la fe nadie viaja solo. Y la prueba la tenemos aquí y ahora.
Aquí estamos rodeados de hermanos que creen y juntos hacemos este viaje.
¿Quiere tomar unas vitaminas de fe?
Hable, dialogue, ore y reúnase con los testigos de la fe. Como dice la carta a los
Hebreos "fijémonos en estos innumerables testigos".
2º. Nos manda: "dejar todo lo que nos estorba, liberarnos del pecado que nos ata
para correr la carrera".
Sí, hermanos, en esta carrera de la vida hay que correr sin el peso de la culpa, sin
el peso del pecado, sin el peso de los vicios, sin el peso del yo contaminado del
hombre viejo, dejar todo lo que estorba.
3º. "Fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe".
Yo no sé cuanto peso muerto podrá botar, cuantos malos hábitos podrá romper, de
cuantas pequeñas esclavitudes se podrá liberar, cuantas caídas en el pecado va a
evitar esta semana, pero, yo le aseguro, que si fija la mirada en Jesús, todo será
más fácil.
La mirada de Jesús sana nuestra enfermedad, fortalece nuestro espíritu y nos pone
en el camino de la fe.
Jesús es el Señor de la división.
El Jesús al que tenemos que mirar no es un Jesús dulce, blando, que se acomoda a
todos los tamaños y gustos, una talla sirve para todos.
Al Jesús que tenemos que mirar es exigente, celoso y provocador. "Fuego vine a
traer a la tierra y lo quiero ver arder".
Fuego, el fuego del Espíritu, para quemar todo lo que nos estorba. El fuego para
liberarnos de todo lo que nos ata a la basura de este mundo. El fuego del Espíritu
para quemar nuestros pecados y para correr la carrera de la fe.
"Fuego vine a traer" y quiero que el Espíritu arda y brille en el corazón de todo
creyente.
No peques. El pecado es el extintor que apaga el fuego del Espíritu.
"Un bautismo tengo que recibir".
Baño de agua en el Jordán y baño de sangre en el Calvario.
El Reino de Dios viene a nosotros a través del sufrimiento, del fuego y de la sangre.
El que está cerca de Jesús está cerca del fuego, cerca del sufrimiento e invitado al
martirio del maestro.
Jesús es el Señor de la división para los que creen y los que no creen, para los que
viven según el Espíritu y los que viven el espíritu del mundo, para los bautizados
sólo con agua y para los bautizados con agua y sangre.
Jesús dulce. Jesús espada que corta. Jesús fuego que purifica. Jesús bautismo de
muerte. Jesús Señor de la división, ayúdanos a permanecer en ti, a fijar nuestra
mirada siempre en ti.