XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Isaías 66, 18-21; Hebreos 12, 5-7.11-13;
Lucas 13, 22-30
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas
enseñando.
Uno le preguntó: -Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo: -Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos
intentarán entrar, y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la
puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: "Señor, ábrenos", y él
os replicará: "No sé quiénes sois". Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y
bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él os replicará: "No sé
quiénes sois. Alejaos de mí, malvados".
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y
Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera.
Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en
el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.
HOMILÍA
CIELO PARA TODOS
Un inglés, Hillaire Belloc, miembro del parlamento desde 1906-1910, fue abucheado
por la gente durante la campaña electoral por ser católico.
Belloc les respondi: “Seores, yo soy catlico. Voy a misa todos los días si me es
posible. Y esto que tengo en las manos es un rosario y me arrodillo para rezarlo. Si
ustedes me rechazan por mi religión, agradezco a Dios que me haya ahorrado la
indignidad de ser su representante”.
La multitud asombrada respondió con aplausos.
Belloc puso a Dios en primer lugar.
Thomas More, canciller de Inglaterra, dimitió el día en que el parlamento aprobó
una ley por la cual todo el clero tenía que reconocer a Enrique VIII como cabeza de
la Iglesia.
Thomas More se negó y fue decapitado en 1535.
Sus últimas palabras fueron: “Buen servidor del Rey, pero de Dios primero”.
Esta valentía para proclamar a Dios frente a los enemigos es la puerta estrecha de
la salvación.
“Seor, ¿serán pocos los que se salven?”
Pregunta que ya muchos no se hacen. Se sienten salvados por la cuenta corriente
en el banco, por la ciencia, el progreso…y pasan de Dios y de su más allá. Todo lo
que hay que ver y disfrutar está en el aquí y ahora.
Hoy vivimos inmersos en la cultura de lo trivial y efímero. Hacerse grandes
preguntas que nadie puede responder es un despropósito.
Los creyentes, los aquí reunidos en la asamblea dominical, no podemos imaginar el
futuro sin el discurso religioso, sin preguntarnos por la salvación, sin el más allá de
Dios, el Dios siempre venidero.
Los que hicieron la pregunta a Jesús, los judíos del siglo primero, se sabían “el
pueblo elegido” con derecho automático a la salvacin. La salvacin estaba incluida
en el menú del ser judío.
¿Está incluida la salvación en el menú del ser católico?
Muchos se acercan al cura y le dicen:
Yo fui bautizado en la Iglesia.
Yo fui a un colegio de curas y nos obligaban a ir a misa todos los días.
Yo hasta me he casado por la Iglesia.
Yo ya oí misas para el resto de mi vida.
Un pasado bonito pero insuficiente.
“No sé quien eres”.
¿Y hoy cómo vives la fe que salva?
He dejado todas esas niñerías y me he enrolado en la gran fiesta del mundo.
Estar en los caminos del Señor es una tarea de todos los días.
Hoy, no ayer, tengo que responder a Dios.
Hoy, no ayer, tengo que aceptar su regalo salvador.
Hoy, no ayer, tengo que profesar mi fe también en público.
Belloc y Thomas More confesaron públicamente su fe y entraron por la puerta
estrecha que exige amar a Dios como el primer y el gran bien y como el amor
primero y aun perdonar al verdugo en nombre de Dios.
La salvación es para todos, judíos y gentiles.
Nosotros estamos aquí no para decir un domingo más “ya hemos cumplido”.
Estamos aquí porque queremos estar siempre con Él.
En la Iglesia ha habido y habrá predicadores para todos los gustos.
El gran Orígenes, pilar de la Iglesia, sostenía que todos los seres racionales,
incluido el diablo y sus ángeles serían admitidos a la salvación mediante la gracia
de Dios y elegirían amar libremente a Dios.
Durante siglos los predicadores han amenazado a los creyentes con el humo, el
fuego y el azufre infernal y los no bautizados, los que no pertenecían al club, esos
ya estaban condenados. Hoy, más libres, más esperanzados y más convencidos de
que la salvación no es obra nuestra ni una medalla olímpica que ganamos tras
muchos trabajos y sufrimientos, confiamos con humildad en la misericordia de Dios
que nos salvará a pesar de nuestros muchos pecados, a pesar de nosotros mismos.
Con Orígenes y otros muchos, yo creo que no hay que