XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Habacuc 1, 2-3; 2,2-4; 2 Timoteo 1, 6-8.13-14;
Lucas 17, 5-10
EVANGELIO
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor:
Auméntanos la fe.
El Señor contestó: -Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa
morera: "arráncate de raíz y plántate en el mar", y os obedecería. Suponed que un
criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo,
¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa?" ¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás
y beberás tú? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo
mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
HOMILÍA
Paganini, el gran violinista, daba un importante concierto un día y cuando salió al
escenario notó algo raro en su violín. Lo miró durante unos segundos y cayó en la
cuenta de que no era su famoso y valioso violín. Alguien se lo había robado y había
dejado en la caja uno de segunda mano.
"Señoras y señores, dijo a su auditorio, les quiero demostrar esta noche que la
música no está en el instrumento sino en el alma".
Y tocó como nunca lo había hecho anteriormente y de ese violín de segunda mano
brotó una música que entusiasmó a su auditorio.
El violín de primera o de segunda mano no tiene música; la música, la inspiración,
el arte y el fuego están en las manos y en el alma del artista.
Y la fe, ¿dónde está?
¿Está en la cabeza, en los templos, en los libros, en la Biblia, en el predicador?
Necesitamos la cabeza y los templos y los libros y la Biblia y los predicadores…pero
la fe no está ahí.
La fe nace, crece y sale de dentro, del alma.
Los apóstoles, hoy, en este pasaje de Lucas le piden a Jesús que les aumente la fe.
Hermanos, la fe es un don, una gracia, y se la tenemos que pedir al único que la
puede conceder, al Señor Jesús.
¿Qué le pide usted a Dios?
Le pedimos la salud, le pedimos trabajo, le pedimos que nos libre del sufrimiento, le
pedimos la felicidad del matrimonio, le pedimos por los hijos…
¿Le pedimos alguna vez que nos aumente la fe?
Hoy, le vamos a pedir todos que nos aumente la fe. Y el Señor no nos va a negar
este don que quiere ofrecer a todos. Pero hay que pedirlo. Hay que estar abiertos a
la obra de Dios.
La fe es como el sol. Ilumina nuestra vida con la luz de Dios.
Si usted tiene en su casa las cortinas cerradas, las persianas bajas, el sol no entra.
Vive sin la luz del día.
Para que la luz de Dios nos ilumine y penetre tenemos que abrirnos a la obra de
Dios. Quitar la cortina de humo que es el pecado y abrir la ventana de la oración.
Pedir la fe es querer y dejar que Dios entre e ilumine nuestra alma.
El don de Dios, el don de la fe, tiene que ser alimentada con la compañía de los
hermanos. Y la fe también es probada en las dificultadas de la vida.
La vida del cristiano es la fe con el mono de trabajo.
¿Cuándo se pone usted el mono de trabajo? ¿Sólo para trabajar?
El creyente lleva puesto el mono de la fe todos los días porque tenemos que hacer
siempre el trabajo de Dios.
"Si tuvieran fe como un granito de mostaza"…
Una mujer no está un poco embarazada. Lo está o no lo está.
El problema de la fe no es la cantidad. Es tener o no tener.
¿Ha movido usted alguna montaña?
¿Ha arrancado su fe algún árbol?
Yo no conozco a nadie. Ni siquiera Jesús lo hizo. Y Jesús se negó muchas veces a
hacer los signos que le pedían.
La fe nos abre a lo imposible, al Dios siempre imposible de creer:
La fe hace posible lo imposible. La fe no es magia, es confianza total en Dios.
Los apóstoles le pidieron al Señor "auméntanos la fe" y estos hombres, llenos de
Dios, confiados en Dios, sin organización, sin periódicos, sin radio… pero llenos de
fe cambiaron el curso de la historia. Llevaron el sol de Dios al mundo. La música de
Dios estaba en sus almas.
Y a pesar de su fe, de su testimonio, y de hacer el trabajo de Dios, Jesús les dijo:
"Cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: Somos siervos
inútiles, sólo hicimos lo que debíamos hacer".
Dios nos necesita. Dios nos manda hacer su trabajo y nos hace sus colaboradores y
sin embargo nos llama "siervos inútiles", "siervos que no hacen falta".
Le gusta que le digan, ¿usted es un inútil?
Hay que tener una buena dosis de humildad para aceptar que "yo soy un inútil en
las cosas de Dios".
Sólo Dios es necesario. Sólo Dios salva. Sólo Dios tiene la última palabra. Sólo Dios
es amor. Todo lo que no es Dios es inútil. Todos nosotros somos inútiles porque no
salvamos, porque no tenemos la última palabra, porque somos una mezcla de amor
y de odio, y porque muchas veces queremos hacer el papel que no nos
corresponde.
Sólo Dios es Dios y Señor de todo.
Nosotros no somos dios pero estamos invitados a ser siervos y colaboradores de
Dios y tenemos que hacer todo lo que Él nos ha mandado.
San Pablo dice: "Ni el que riega ni el que siembra es nada, sólo Dios hace crecer la
fe que él ha sembrado en nuestros corazones."