XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Malaquías 4, 1-2; 2 Tesalonicenses 3, 7-12;
Lucas 21, 5-19
EVANGELIO
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo por la calidad de la
piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -Esto que contempláis, llegará un día en que no
quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que
todo eso está para suceder?
Él contestó: Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi
nombre, diciendo: "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis
noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que
ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes
terremotos, y en diversos países, epidemias y hambre. Habrá también espantos y
grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os
perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer
ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre; así tendréis ocasión de dar
testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré
palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún
adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os
traicionarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
HOMILÍA
EL RELOJ DEL FIN DEL MUNDO
En el reloj del fin del mundo que está en Chicago “medianoche” simboliza el fin del
mundo.
Este reloj se creó en 1947 después del bombardeo atómico de Hiroshima y
Nagasaki.
Se conoce también como el reloj del Apocalipsis e indica desde 2010, medianoche
menos seis minutos, las 23:54 horas.
Quiere recordarnos la posibilidad de una guerra nuclear y los peligros del cambio
climático y los riesgos de las nuevas tecnologías…y los grandes peligros que
amenazan a la humanidad.
El número de minutos que quedan hasta la medianoche se pone al día
periódicamente.
Se adelanta o retrasa unos minutos según las tensiones que se viven en cada
momento.
En el reloj del Fin del Mundo quedan sólo seis minutos para la medianoche.
“Eso que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo
será destruido”.
Tengo una mala noticia para ustedes dice Jesús: ese templo que tánto admiráis
será totalmente destruido.
Los noticieros son una letanía, más larga que la de los santos, de malas noticias:
tornados, huracanes, tifones, volcanes que escupen fuego y cenizas, guerras,
hambre…y miles de víctimas.
Y la peor noticia es que yo también, no sé ni cuándo ni cómo, yo tengo un fin,
tengo que morir.
¿Han caído ustedes en la cuenta de que cuando hacemos turismo visitamos y
admiramos, muchas veces, ruinas?
Si vamos a Jerusalén visitamos y oramos ante el Muro de las Lamentaciones, la
única ruina que queda del gran Templo de los judíos.
Los que vienen a Soria visitan las ruinas de Numancia o de Termancia.
Es el ciclo vital de la naturaleza, de las obras humanas y de la vida. Todo pasa.
Todo tiene un fin.
Nosotros, aquí en la iglesia, estamos terminando el ciclo litúrgico y la Palabra de
Dios nos habla, nos recuerda, que hay un fin del mundo. No sabemos si faltan seis
minutos o seis billones de años.
La mala noticia de Jesús, que sonaría a blasfemia a los oídos de sus oyentes, es
que el Templo, caja fuerte de Dios y bunker de la religión judía, sería destruido.
El año 70 se cumplió la profecía de Jesús.
El Templo desapareció, la religión centralizada en el Templo divinizado se agotó.
Nació la sinagoga, otra manera de seguir conectados con Dios que no necesita de
templos.
A Dios se le adora en espíritu y en verdad.
El autor del Apocalipsis nos dice que en la nueva Jerusalén, la del cielo, “no vi
santuario, pues su santuario es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y sus
puertas jamás se cerrarán de día, ya que allí no habrá noche”. Ap 21, 22.25
Jesús es el hombre de la Buena Noticia.
A la iglesia venimos a escuchar el noticiero de las buenas noticias.
Las buenas noticias que todos queremos oír se resumen siempre en dos frases.
“Es benigno” y “Te quiero”.
No se preocupe. Su tumor “es benigno”, dice el médico.
“Te quiero” le dicen sus padres, su esposo, su novia… Y sonríes, y bailas y abrazas
y lloras…
Olvídese del fin del mundo, -que no le engañe el calendario Maya, ni Nostradamus,
ni los predicadores visionarios- dice Jesús, ni yo mismo sé cuando ocurrirá.
“Ni un cabello de su cabeza perecerá, con su perseverancia salvará su alma”.
Usted muy pronto se dormirá, el morir cristiano es dormirse en el Señor, pero Yo le
despertaré porque sólo mi amor es más fuerte que la muerte. Y como le amo
vendrá usted conmigo y vivirá para siempre.
En el principio fue el Big Bang y Dios creó el cielo y la tierra. Y creó el hombre a su
imagen y semejanza.
Al final será el definitivo Big Bang y Dios creará unos cielos nuevos y una tierra
nueva. No habrá templos ni iglesias ni curas que nos digan lo que tenemos que
creer, lo que podemos o no podemos hacer.
Dios lo será todo en todos.
En este descanso, hasta que juguemos el segundo tiempo del partido en la
eternidad, alimentemos la fe, perseveremos en la fe y escuchemos el evangelio de
la Buena Noticia.
El reloj del fin del mundo dará las doce, medianoche, cuando Dios lo tenga
programado.