Jueves 20 de Enero de 2011
Jueves 2ª semana de tiempo ordinario 2011
Hebreos 7,25-8,6
Hermanos: Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se
acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que
fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los
pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día -
como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después
por los del pueblo-, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí
mismo. En efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de
debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al
Hijo, perfecto para siempre.
Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal,
que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro
del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En
efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la
necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer. Ahora bien, si estuviera en
la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la
Ley. Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas
celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: "Mira
-le dijo Dios-, te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña." Mas
ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es
la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.
Salmo responsorial: 39
R/Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me abriste el oído; / no
pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy." R.
"-Como está escrito en mi libro- / para hacer tu voluntad." / Dios mío, lo
quiero, / y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los
labios: / Señor, tú lo sabes. R.
Alégrense y gocen contigo / todos los que te buscan; / digan siempre:
"Grande es el Señor" / los que desean tu salvación. R.
Marcos 3,7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo
siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía
mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las
cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una
lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que
sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los
espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios." Pero él
les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
COMENTARIOS
Marcos presenta en este relato un resumen de la actividad de Jesús, en el
que resulta significativa la expansión geográfica de su misión y la cantidad de gente
que lo sigue. El evangelista quiere comunicar a sus lectores que todo el mundo,
judíos y paganos, buscan a Jesús, que la Buena Nueva del Reino es de carácter
universal y que por lo mismo todos pueden acceder a ella.
Jesús rompe con los límites de la sinagoga y con la exclusividad de la
salvación para el pueblo de Israel; el anuncio es para todos, en especial para todo
ese grupo social que es mal visto, para aquellos que se encuentran paralizados,
enfermos, casi muertos por una estructura religiosa y social que no tiene como
principio ético la misericordia y la justicia de Dios.
De ahí que Jesús salga a las periferias, al lugar donde sobreabunda la muerte
y la miseria, ya que es en estos lugares donde se encuentran los preferidos de Dios,
es en ellos donde verdaderamente Dios comienza a salvar, es allí donde Jesús es
reconocido como verdadero Hijo de Dios.
El verdadero seguidor de Jesús se distingue por su capacidad de salir de sí
mismo para ir al encuentro de Dios en el otro.
(Extracto de SERVICIOS KOINONÍA)
Juan Alarcón s.j.