BENEDETTO XVI
ÁNGELUS
II Domingo de Adviento , Plaza de San Pedro
6 de diciembre de 2009
Queridos hermanos y hermanas:
En este segundo domingo de Adviento, la liturgia propone el pasaje evangélico en el
que san Lucas, por decirlo así, prepara la escena en la que Jesús está a punto de
aparecer para comenzar su misión pública (cf. Lc 3, 1-6). El evangelista destaca la
figura de Juan el Bautista, que fue el precursor del Mesías, y traza con gran precisión
las coordenadas espacio-temporales de su predicación. San Lucas escribe:"En el año
quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y
Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y
Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la
palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto" ( Lc 3, 1-2). Dos cosas atraen
nuestra atención. La primera es la abundancia de referencias a todas las autoridades
políticas y religiosas de Palestina en los años 27 y 28 d.C. Evidentemente, el
evangelista quiere mostrar a quien lee o escucha que el Evangelio no es una leyenda,
sino la narración de una historia real; que Jesús de Nazaret es un personaje histórico
que se inserta en ese contexto determinado. El segundo elemento digno de destacarse
es que, después de esta amplia introducción histórica, el sujeto es "la Palabra de
Dios", presentada como una fuerza que desciende de lo alto y se posa sobre Juan el
Bautista.
Mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Ambrosio, el gran obispo de Milán.
Tomo de él un comentario a este texto evangélico: "El Hijo de Dios —escribe—,
antes de reunir a la Iglesia, actúa ante todo en su humilde siervo. Por esto, san Lucas
dice bien que la palabra de Dios descendió sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto,
porque la Iglesia no tiene su origen en los hombres sino en la Palabra" ( Expos. del
Evangelio de Luca s 2, 67). Así pues, este es el significado: la Palabra de Dios es el
sujeto que mueve la historia, inspira a los profetas, prepara el camino del Mesías y
convoca a la Iglesia. Jesús mismo es la Palabra divina que se hizo carne en el seno
virginal de María: en él Dios se ha revelado plenamente, nos ha dicho y dado todo,
abriéndonos los tesoros de su verdad y de su misericordia. San Ambrosio prosigue en
su comentario:"Descendió, por tanto, la Palabra, para que la tierra, que antes era un
desierto, diera sus frutos para nosotros" ( ib. ).
Queridos amigos, la flor más hermosa que ha brotado de la Palabra de Dios es la
Virgen María. Ella es la primicia de la Iglesia, jardín de Dios en la tierra. Pero,
mientras que María es la Inmaculada —así la celebraremos pasado mañana—, la
Iglesia necesita purificarse continuamente, porque el pecado amenaza a todos sus
miembros. En la Iglesia se libra siempre un combate entre el desierto y el jardín, entre
el pecado que aridece la tierra y la gracia que la irriga para que produzca frutos
abundantes de santidad. Pidamos, por lo tanto, a la Madre del Señor que nos ayude en
este tiempo de Adviento a "enderezar" nuestros caminos, dejándonos guiar por la
Palabra de Dios.
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