Domingo 23 de Enero
3a Sem. del T. Ordinario Ciclo A
Padre Emilio Betancur Múnera
EL PERDÓN PRECEDE A LA CONVERSIÓN
Cafarnaúm fue un sitio excelente para el Evangelio que comenzaba. Sus
autoridades eran más tolerantes quizás por la mezcla de razas en una ruta
comercial tan importante como era el paso de Damasco a Egipto: “Tierra de
Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán. Galilea de los
paganos”.
Mateo está interesado en Cafarnaúm no por ser situación ventajosa sino porque
allí se cumple la profecía: “Para que allí se cumpliera lo que había anunciado el
profeta Isaías; “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los
que vivían en tierra de sombras una luz resplandeci” (Evangelio).
El relato que se cita corresponde a la toma del norte de Palestina por los Asirios
en el año 70 a.C., o también pudo haber estado pensando el evangelista en el
arresto de Juan Bautista.
La belleza por cenizas, el traja de gala a cambio de la imposicin y la dureza” (Is
61,3).
Hoy las tinieblas y la luz siguen siendo los símbolos de la antigüedad y claro –
oscuro de nuestra historia: paz y violencia, opresión y salvación, secuestro y
libertad, diálogos y guerra, transparencia y corrupción, solidaridad y egoísmo.
Nosotros somos gentiles, no judíos y por ello nuestros barrios o casas, ciudades
pueden ser también Cafarnaúm o Galilea porque acudamos en tinieblas, bajo
sombras de muerte. Es aquí como allá donde se nos anuncia que “sobre los que
viven en tierra de sombras una luz resplandece”. La condición de esta luz, nos
dice la palabra, como anuncio del inicio de ao, es: “convertíos porque está
cerca el Reino de Dios”.
Jesucristo puede cancelar las tinieblas e iniciar un nuevo ao de salvacin: “Este
es el ao de gracia del Seor”, dice Lucas en su Evangelio, y salmo de la liturgia
de hoy nos invita a responder; El Señor es mi luz y mi salvación ¿A quién voy a
tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida ¿Quién podrá hacerme
temblar?
Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en tu presencia. La
bondad del Señor espero ver en el país de la vida, ármate de valor y fortaleza y
en el seor confía”. (Sal 26).
LA CERCANIA DEL REINO ES JESÚS
Jesús comenzó a predicar palabras respaldadas por hechos y hechos explicados
por la palabra que era el mismo Jesús.
La palabra era la misma que utilizaba Juan Bautista: “Arrepentíos” de por si la
esperanza descansa en el arrepentimiento aunque reposa mas profundamente
en la gracia de Dios. Así la primera condición es la confesión y la segunda el
propósito de enmienda. Sin la confesión el presentarnos débiles, pecadores e
injustos para dar testimonio de que el único santo es Dios; sin esa confesión
ningún credo ni ritual nos puede salvar. “He pecado contra el cielo y contra ti”
decía en su confesión el hijo prodigo (Lc 15.21).
QUEDARSE ES PASAR A LA LUZ
La llamada y la respuesta pueden no haber sido tan inmediatas como parece
mostrarlo el relato de Jn 1,35ss.
¿Quiénes eran a los que llamó Jesús para construir el Reino? Eran hombres
corrientes de pocas ambiciones y no muy valientes. En la crucifixión todos
huyeron pero no fueron doce copias, cada uno tenía su personalidad, eran
representativos por su sicología; Pedro era terco, Andrés descomplicado y leal,
así como Andrés expresaba su propia experiencia personal de Jesús, con el
término Mesías, Pedro no tiene comentario alguno sobre este encuentro. Pedro
participaba de la expectación anunciada por Juan Bautista y Andrés le anuncia
que esa espera ha terminado.
Andrés habla en plural: “Hemos encontrado”. La experiencia más integral y
profunda de Jesús es comunitaria.
Jesús fija la mirada en Pedro como Juan Bautista la había fijado en Jesús.
Los mismo que Juan fijando la mirada en Jesús lo había definido como “Cordero
de Dios”, Jesús fijando la mirada en Pedro, pronuncia su nombre y lo define
como hijo de Juan que significa perteneciente a Juan.
Santiago y Juan eran “hijos del trueno” (Mc 3,17). Así fue como se enriqueció el
Reino. Jesús no terminó con las diferencias sino que orquestó la variedad de
dones.
Desde el inicio algo les fue común: la capacidad de dejar sus cosas, familias, y
bienes por el seguimiento de Jesucristo.
Cuando Jesús les escogió en una oración deliberada pudo contar con su
generosidad para entregarles lo mejor de su corazón que era el Reino. Con ese
fin les hizo luz del mundo y sal de la tierra (Mc 5,14-13).
El lugar donde vive Jesús es la antítesis de la tiniebla-muerte. Cuando los
discípulos llegan a dónde vive Jesús se convencieron en que deben
quedarse. Han pasado de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.
Comienza aquí la nueva comunidad del Mesías compuesta por los que van a
recibir la vida para hacerse hijos de Dios “A quienes lo acogieron les dio la
posibilidad de ser hijos de Dios (prólogo a Juan). La hora décima, cuatro de la
tarde, no estaba lejos del principio del nuevo día, hora undécima, fin del antiguo
pueblo y comienzo de la nueva humanidad.
EL SEGUIMIENTO COMIENZA CON OBEDIENCIA
En una metáfora genial San Agustín decía: “Pedro el pescador no dej su red
sino que la cambi”. Las redes de pesca nunca los dejaron satisfechos,
requerían, mares más amplios; luchaban pero sin poder escapar a sus
insatisfacciones.
En el seguimiento Jesús fue llenando sus aspiraciones, Jesús era tan apasionado
por el hombre que las redes solo le servían para atrapar hombres, la cosecha
que le interesaba era la humana. Si le hablaban de un pozo él lo llama “fuente
de agua viva”. Donde otros veían leyes el insistía en el amor.
El seguimiento de los discípulos se dio cuando obedecían al llamado de Jesús
convirtiéndose en creyentes “los llam y al instante lo siguieron”. La respuesta
no fue un acto de profesión de fe sino un acto de obediencia. Menos un acto
racional que hubiese requerido consultas, preguntas y respuestas u hojas de
vida para aclarar bien el compromiso. El seguimiento es razonable por el
hecho de que la motivación última y primordial es Jesucristo.
El seguimiento no es un ofrecimiento del discípulo sino que es un llamado que
crea seguimiento, sólo el creyente obedece y sólo el creyente cree. La fe solo se
da en la obediencia. Mejor aún, la fe es fe en el acto de obediencia.
El primer paso del seguimiento lleva a Pedro a obedecer alejándose de las redes
y de su familia y al joven rico fuera de sus bienes. Solo en la nueva existencia
que crea la obediencia es posible creer “ordena que vaya a ti sobre las
aguas” pide Pedro. Jesús responde “ven” para que Pedro pueda dar el primer
paso.
La fe no se obtiene mientras se está en la desobediencia. Esta es incredulidad
cuando nos quejamos de la falta de fe lo que afirmamos es que hemos sido
desobedientes en un momento anterior. A la verdadera fe no se llega
preguntando sino obedeciendo que es donde encuentro la verdad de todo
creyente, Jesucristo.
JESÚS Y LA SINAGOGA
Cada asentamiento tenía una sinagoga a condición de que allí vivieran diez
hombres.
La sinagoga era simultáneamente escuela, sede del concejo loca e “Iglesia”.
La sinagoga la gobernaban los ancianos siendo el director el mayor de ellos;
conducía los ritos y escogía los laicos que tuvieran condiciones para predicar.
El maestro era el segundo en la sinagoga después del anciano; él conducía la
escuela semanal y se encargaba de la planta física y llevar a cabo las decisiones
judiciales de los ancianos que gobernaban la comunidad en los asuntos civiles y
religiosos.
Algunas veces una sinagoga tenía también un intérprete que traducía el hebreo
antiguo por el arameo coloquial. Así Jesús podía predicar en la sinagoga si era
escogido por el responsable de ese servicio. Jesús tenía por su educación
familiar un gran respeto por la sinagoga. Su mentalidad estaba formada por la
ley y los profetas. Desde muy joven ya estaba en la sinagoga.
¿Por qué la sinagoga le falló?
Evangelio
Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando
Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y
Neftalí Así se cumpli lo que había dicho el profeta Isaías: “País de Zabulón y
país de Neftalí camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en
tierra y sombras de muerte, una luz les brillará” Entonces comenz Jesús a
predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Pasando
junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a
Andrés, su hermano, que estaban echando las redes en el lago, pues eran
pescadores. Les dijo: “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a
otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la
barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda
Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino,
curando las enfermedades y dolencias del pueblo.