JUAN PABLO II
ÁNGELUS
domingo 19 de diciembre
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Este domingo nos introduce en la última semana de Adviento: el próximo
sábado será Navidad , y antes de la solemne misa de Nochebuena se abrirá la
Puerta santa, que nos introducirá en el gran jubileo bimilenario del nacimiento
de Cristo.
Las luces de las calles recuerdan el aspecto más exterior de esta fiesta que,
aunque en sí mismo no es negativo, puede apartar del auténtico espíritu de la
Navidad. En efecto, si la Navidad se ha convertido con razón en la fiesta de los
regalos, es porque celebra el don por excelencia que Dios hizo a la humanidad
en la persona de Jesús. Pero es necesario que esta tradición se viva en sintonía
con el sentido del acontecimiento, con estilo sencillo y sobrio.
Este año, de modo particular, la Iglesia invita a prepararse para esta solemnidad
con gozoso compromiso espiritual: con la oración, con un profundo examen de
conciencia que culmine en el sacramento de la reconciliación, y con gestos de
caridad hacia el prójimo, especialmente hacia los hermanos necesitados.
2. El evangelio de este domingo presenta a la Virgen María en el momento de
acoger el anuncio del nacimiento del Mesías. Su actitud es para todo cristiano y
para todo hombre de buena voluntad modelo de cómo hay que prepararse para
la Navidad y para el gran jubileo. Es la actitud de fe , que consiste en escuchar la
palabra de Dios para aceptarla con plena disponibilidad de mente y de corazón.
La Madre de Cristo nos enseña a reconocer el tiempo de Dios , el momento
favorable en el que él pasa por nuestra vida y nos pide una respuesta pronta y
generosa. El misterio de la Noche santa, que aconteció históricamente hace dos
mil años, se actúa, como evento espiritual, en el hoy de la liturgia. El Verbo, que
encontró morada en el seno de María, viene a llamar al corazón de todo hombre
con singular intensidad en la próxima Navidad.
3. Al abrir la Puerta santa, la Iglesia expresa simbólicamente que Dios ha abierto
a todos el camino de la salvación. Cada uno debe responder, como María , con un
"sí" personal y sincero, abriendo a su vez el espacio de su propia existencia al
amor de Dios.
En la Navidad, "viene al mundo la luz verdadera que ilumina
a todo hombre" (cf. Jn 1, 9); y el Año santo 2000 tiene por finalidad irradiar
esta luz a todas las personas y a todas las situaciones. Que el ejemplo y la
intercesión de María santísima nos ayuden a acoger al Salvador, para recibir
plenamente el don auténtico de su Navidad.