JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 6 de agosto de 2000
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Hoy, 6 de agosto, es la fiesta de la Transfiguración de nuestro Señor
Jesucristo , fiesta litúrgica que los cristianos de Oriente y de Occidente celebran
en el mismo día.
En el marco del gran jubileo, Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico de
Constantinopla, ha tomado la iniciativa de invitar a todos los cristianos a unirse,
en la víspera de esta solemnidad, en una larga vigilia de oración . La Iglesia
católica ha acogido con alegría esta invitación y ayer por la tarde, en Roma, en
la basílica de San Juan de Letrán, tuvo lugar una sugestiva vigilia, en comunión
de fe y de propósitos.
La ocasión fue propicia para subrayar nuestra profesión común de fe en
Jesucristo, Hijo de Dios, y nuestra voluntad de obedecer a su Evangelio. Según
el relato evangélico de hoy, Jesús "se transfiguró" delante de Pedro, Santiago y
Juan: "Su rostro resplandeció como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos
como la luz" ( Mt 17, 2). El Hijo de Dios, "Luz de Luz", se reveló a través del velo
de su humanidad. Y esto lo confirmó una voz misteriosa que venía de lo alto:
"Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo" ( Mt 17, 5). Es una
verdadera epifanía: manifestación del Hijo de Dios al mundo.
2. Nos hallamos en el centro del misterio cristiano y, por consiguiente, también
del gran jubileo, que nos impulsa a renovar nuestra fidelidad a Cristo. En efecto,
las diversas manifestaciones jubilares brindan a los creyentes ocasiones
privilegiadas para encontrarse con él y repetirle su firme voluntad de colaborar
en su designio universal de salvación. Con este espíritu, se celebrará también la
Jornada mundial de la juventud, ya cercana. Muchos jóvenes ya se están
dirigiendo, con diferentes medios de transporte, hacia Roma; familias,
parroquias, institutos y escuelas se han movilizado para acogerlos, y también yo
aquí, en Castelgandolfo, tendré la alegría de hospedar a algunos. Oremos para
que este importante acontecimiento en el corazón del jubileo brinde a los
jóvenes del mundo entero una gran ocasión para renovar su adhesión generosa
a Cristo.
3. La fiesta de la Transfiguración nos trae a la memoria a mi amado predecesor,
el siervo de Dios Pablo VI , que falleció precisamente el 6 de agosto de 1978, que,
como hoy, cayó en domingo.
Fue un predicador inspirado de la Transfiguración, en la que contemplaba todo el
misterio de Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios. Al hombre
contemporáneo, a menudo trastornado por innumerables atracciones engañosas,
Pablo VI le indica, con amor apasionado y sabia doctrina, a Cristo, "Maestro,
Pastor y Luz del alma". "Cristo es necesario -afirmó en una homilía-, y no
podemos prescindir de él; es nuestra fortuna, nuestra alegría y felicidad, nuestra
promesa y esperanza; nuestro camino, verdad y vida" ( Enseñanzas , III [1965],
1192).
Que la Virgen María, a la que Pablo VI veneraba con afecto filial, ayude a todos
los cristianos a ser testigos fieles del Señor. Que ella sostenga, además, el
esfuerzo que los cristianos de las diversas confesiones están realizando para
avanzar con valentía por el camino de la unidad plena.