HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
MISA DE ORDENACIÓN EPISCOPAL DE DOCE PRESBÍTEROS
EN LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA
6 de enero de 2000
1. "¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece
sobre ti!" ( Is 60, 1).
El profeta Isaías dirige su mirada al futuro. Pero el futuro que contempla no es
un futuro profano. Iluminado por el Espíritu, se remonta a la plenitud de los
tiempos , al cumplimiento del designio de Dios en el tiempo mesiánico.
El oráculo que pronuncia el profeta se refiere a la ciudad santa, que ve
resplandecer de luz: "Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los
pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti" ( Is 60,
2). Precisamente eso es lo que sucedió con la encarnación del Verbo de Dios.
Con él vino al mundo "la luz verdadera que ilumina a todo hombre" ( Jn 1, 9).
Ahora, el destino de cada uno se decide según la aceptación o el rechazo de esta
luz; en efecto, en ella reside la vida de los hombres (cf. Jn 1, 4).
2. La luz que apareció en la Navidad aumenta hoy su resplandor: es la luz de la
epifanía de Dios . Ya no son sólo los pastores de Belén quienes la ven y la siguen;
también los reyes Magos , procedentes de Oriente, llegan a Jerusalén para
adorar al Rey que ha nacido (cf. Mt 2, 1-2). Con los Magos están las naciones ,
que comienzan su camino hacia la Luz divina.
Hoy la Iglesia celebra esta Epifanía salvífica, escuchando la descripción que de
ella se hace en el evangelio de san Mateo. La célebre narración de los Magos que
llegaron de Oriente en búsqueda del Mesías que debía nacer, desde siempre ha
inspirado también la piedad popular, convirtiéndose en un elemento tradicional
del belén.
La Epifanía es un acontecimiento y, al mismo tiempo, un símbolo . El evangelista
describe el acontecimiento de modo detallado. El significado simbólico, en
cambio, se ha ido descubriendo gradualmente, a medida que el acontecimiento
se convertía en objeto de meditación y de celebración litúrgica por parte de la
Iglesia.
3. Después de dos mil años, dondequiera que se celebra la Epifanía, la
comunidad eclesial toma de esta valiosa tradición litúrgica y espiritual elementos
siempre nuevos de reflexión.
Aquí, en Roma, según una tradición a la que he querido permanecer fiel ya
desde el comienzo de mi pontificado, celebramos este misterio consagrando
algunos nuevos obispos . Se trata de una tradición que posee una intrínseca
elocuencia teológica y pastoral, y con alegría la introducimos hoy en el tercer
milenio.
Amadísimos hermanos que dentro de poco seréis consagrados, procedéis de
diversas naciones y representáis la universalidad de la Iglesia que adora al
Verbo encarnado por nuestra salvación. Así, se cumplen las palabras del Salmo
responsorial: "Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra".
Nuestra asamblea litúrgica expresa de modo singular esta índole católica de la
Iglesia, también gracias a vosotros, queridos obispos elegidos. En efecto, en
torno a vosotros se reúnen idealmente los fieles de las diferentes partes del
mundo, a los que sois enviados como sucesores de los Apóstoles.
4. Algunos de vosotros cumplirán su misión como nuncios apostólicos: tú,
monseñor Józef Wesolowski, en Bolivia; tú, monseñor Giacomo Guido
Ottonello, en Panamá; tú, monseñor George Panikulam, en Honduras; y tú,
monseñor Alberto Bottari de Castello, en Gambia, Guinea, Liberia y Sierra Leona.
Seréis los representantes pontificios en esos países, al servicio de las Iglesias
particulares y del auténtico progreso humano de sus respectivos pueblos.
Tú, monseñor Ivo Baldi, guiarás la diócesis de Huaraz, en Perú; tú, monseñor
Gabriel Mbilingi, has sido elegido como obispo coadjutor de Lwena, en Angola; y
tú, monseñor David Laurin Ricken, como obispo coadjutor de Cheyenne, en
Estados Unidos de América.
La ordenación episcopal te confirma y fortalece a ti, monseñor Anton Cosa, en el
servicio de administrador apostólico de Moldavia, y a ti, mons. Giuseppe Pasotto,
como administrador apostólico del Cáucaso.
Tú, monseñor Andras Veres, serás obispo auxiliar del arzobispo de Eger,
en Hungría; y tú, monseñor Péter Erdo, auxiliar del pastor de Székesfehérvár.
En cuanto a ti, monseñor Franco Croci, proseguirás tu tarea de secretario de la
Prefectura para los Asuntos económicos de la Santa Sede.
Recordad constantemente la gracia de este día de Epifanía. La luz de Cristo brille
siempre en vuestro corazón y en vuestro ministerio pastoral.
5. La liturgia de hoy nos exhorta a la alegría por un motivo: la luz, que brilló
con la estrella de Navidad para guiar a los Magos de Oriente hasta Belén, sigue
orientando por el mismo camino a los pueblos y a las naciones del mundo
entero .
Demos gracias por los hombres y las mujeres que han recorrido ese camino de
fe durante los pasados dos mil años. Alabemos a Cristo, Lumen gentium , que los
guió y sigue guiando a los pueblos por el camino de la historia.
A él, Señor del tiempo, Dios de Dios y Luz de Luz, elevemos con confianza
nuestra súplica. Que su estrella, la estrella de la Epifanía, no deje de brillar en
nuestro corazón, señalando en el tercer milenio a los hombres y a los pueblos el
camino de la verdad, del amor y de la paz. Amén.