Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 4
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde * Dios ha
escogido lo débil del mundo * Dichosos los pobres en el espíritu
Textos para este día:
Sofonías 2,3;3,12-13:
Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia,
buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor. "Dejaré en
medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El
resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca
una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos."
1 Corintios 1,26-31:
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo
humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio
del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha
escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del
mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que
nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús,
en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención. Y así -como dice la Escritura- "el que se gloríe, que se gloríe en el
Señor"
Mateo 5,1-12a:
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se
acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres
en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la
tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que
trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier
modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo."
Homilía
Temas de las lecturas: Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde * Dios ha
escogido lo débil del mundo * Dichosos los pobres en el espíritu
1. Un puñado de gente pobre y humilde
1.1 A las puertas de la celebración de la llegada de Cristo, que se hace presente en
cada Eucaristía, es bueno recordar dos cosas: primero, qué género de personas
estarán prontas a recibirlo: "un puñado de gente pobre y humilde", según la
descripción de Sofonías; segundo, qué espiritualidad conlleva este hecho y qué
significa para nosotros como Iglesia.
1.2 Observemos que el pueblo se vio diezmado por factores esencialmente
externos, ante todo el destierro. Mas una lectura profunda de ese hecho externo los
llevó a la conciencia de un factor interno, el pecado. Así vinieron a entender que
habían sido infieles, como expresamente lo denuncia Sofonías.
1.3 Y es interesante notar que esta misma realidad del pecado viene como a
"hermanar" a los judíos y los no judíos, es decir, al pueblo elegido, el pueblo de la
alianza, con los demás pueblos. Porque si a Israel se le llama "infiel", a quienes
desterraron a Israel se les llama "ciudad potente y opresora." No son mejores los
judíos, porque fueron infieles, ni son mejores los paganos, porque oprimen.
1.4 Esta especie de hermandad en el barro del pecado será muy importante como
elemento de predicación para san Pablo, por ejemplo cuando diga: "¿Entonces qué?
¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos
denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado" (Rom 3,9). No
para quedarnos en la amargura de una desgracia universal, sino para gozarnos en
una gracia que a todos se predica en Cristo, pues el mismo Pablo dice poco más
adelante: "Concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de
la ley. ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los
gentiles? Sí, también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual
justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los
incircuncisos" (Rom 3,28-30).
1.5 Por otra parte, notemos cómo esta gente humilde y pobre, pero al mismo
tiempo capaz de verdad, es un verdadero puente entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento. Sofonías anuncia que este Pequeño Resto será la herencia de Dios; y
si miramos el Evangelio lo que encontramos es que María, José, Ana, Simeón y
todos ellos, y también la mayor parte de las multitudes que se apretujan para
escuchar al Maestro son claros representantes de ese grupo de humillados y a la
vez fieles.
1.6 ¿Y a nosotros, como Iglesia, qué nos enseña todo esto? Nos enseña, cuando ya
el Adviento entra en su fase final, cuál es la espiritualidad de los que aceptan al
Señor y le comprenden su mensaje. Cristo no será un maestro que avasalla con su
lógica, ni un tecnócrata que pretende aplicar las conclusiones de sus fríos análisis;
Cristo no será un líder de seductora elocuencia ni un comerciante de sueños. Será
el humilde entre los humildes, el pobre entre los pobres, y también el
verdaderamente fiel entre los que buscan ser fieles a Dios.
2. Anuncio de Gozo
2.1 Nadie duda del carácter paradójico de las bienaventuranzas que hemos
escuchado en el evangelio de hoy. Eso de llamar felices a los pobres, los sufridos,
los mansos o los perseguidos es una contradicción abierta y casi desafiante a los
valores y estilos que vemos triunfar en el mundo.
2.2 Pero hay que ir más allá de la paradoja. O mejor: antes de la paradoja conviene
descubrir esa palabra que lo inaugura todo y lo resume todo: "¡Dichosos!";
"¡Felices!". No tengamos temor a pensarlo, a celebrarlo y a decirlo: el Evangelio es
un mensaje de dicha. Si ese dicha se parece o no a lo que hemos aprendido no es
nuestra primera preocupación ni nuestro primer tema. Lo primero es que se
anuncia dicha, alegría, felicidad.
2.3 El lenguaje de la alegría es sencillamente irreemplazable para el corazón
humano. Simplemente necesitamos alegría, así como necesitamos aire, salud, agua
o alimento. O es probable que necesitemos más de la alegría que de esas otras
cosas, porque lamentablemente no faltan quienes, llevados por la angustia o la
tristeza, desechen la posibilidad misma de vivir y se arrojen a la muerte aun
teniendo aire, alimento, agua y salud.
2.4 El Evangelio promete alegría; anuncia alegría; construye alegría. Su modo de
alcanzar esta alegría puede parecernos extraño, pero ello no nos autoriza a
desconfiar de la novedad que implica.