Lunes 31 de Enero de 2011
Lunes 4ª semana de tiempo ordinario 2011
Hebreos 11,32-40
Hermanos: ¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de
Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; éstos, por medio de la
fe, subyugaron reinos, practicaron la justicia, obtuvieron promesas, amordazaron
fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se
curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, derrotaron ejércitos
extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus difuntos.
Pero otros fueron tundidos a golpes y rehusaron el rescate, para obtener
una resurrección mejor; otros pasaron por la prueba de la flagelación ignominiosa,
de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los serraron, murieron a espada,
rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo,
oprimidos, maltratados; el mundo no era digno de ellos: vagabundos por desiertos
y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.
Y todos éstos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido;
Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, para que no llegaran sin nosotros a
la perfección.
Salmo responsorial: 30
R/Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.
Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para tus fieles, / y concedes a
los que a ti se acogen / a la vista de todos. R.
En el asilo de tu presencia los escondes / de las conjuras humanas; / los
ocultas en tu tabernáculo, / frente a las lenguas pendencieras. R.
Bendito el Señor, que ha hecho por mí / prodigios de misericordia / en la
ciudad amurallada. R.
Yo decía en mi ansiedad: / "Me has arrojado de tu vista"; / pero tú
escuchaste mi voz suplicante / cuando yo te gritaba. R.
Amad al Señor, fieles suyos; / el Señor guarda a sus leales, / y a los
soberbios les paga con creces. R.
Marcos 5,1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la
región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el
cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo;
ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con
cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía
fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes,
gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró
ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios
Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él
respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia
que no los expulsara de aquella comarca
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los
espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los
espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara,
unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los
porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la
gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado
que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron
espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al
endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su
compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y
anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se
marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él;
todos se admiraban.
COMENTARIOS
En el texto que leemos hoy nos encontramos con un hombre que vive en
los sepulcros, lo cual significa que es un hombre considerado “muerto” para su
comunidad, pues es un hombre poseído y esclavizado por un espíritu malo, quien le
ha originado una enfermedad. Con la acción de Jesús este hombre se vincula
nuevamente a la vida de la comunidad; signo de ello es que se encuentra “sentado,
vestido y en su sano juicio”. Esta curación expresa ese nuevo mundo que se
establece cuando Dios reina en la sociedad; es un mundo que tiene como principio
de acción el amor y la solidaridad con los más débiles, con aquellos que la sociedad
tiene por “muertos”.
JUAN ALARCÓN, S.J.
(Extracto de SERVICIOS KOINONÍA)