CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
13 de abril de 2003
XVIII Jornada mundial de la juventud
1. "Bendito el que viene en nombre del Señor" ( Mc 11, 9).
La liturgia del domingo de Ramos es casi un solemne pórtico de ingreso en la
Semana santa. Asocia dos momentos opuestos entre sí : la acogida de Jesús en
Jerusalén y el drama de la Pasión; el "Hosanna" festivo y el grito repetido
muchas veces: "¡Crucifícalo!"; la entrada triunfal y la aparente derrota de la
muerte en la cruz. Así, anticipa la "hora" en la que el Mesías deberá sufrir
mucho, lo matarán y resucitará al tercer día (cf. Mt 16, 21), y nos prepara para
vivir con plenitud el misterio pascual.
2. "Alégrate, hija de Sión; (...) mira a tu rey que viene a ti" ( Zc 9, 9).
Al acoger a Jesús, se alegra la ciudad en la que se conserva el recuerdo de
David; la ciudad de los profetas, muchos de los cuales sufrieron allí el martirio
por la verdad; la ciudad de la paz , que a lo largo de los siglos ha conocido
violencia, guerra y deportación.
En cierto modo, Jerusalén puede considerarse la ciudad símbolo de la
humanidad , especialmente en el dramático inicio del tercer milenio que estamos
viviendo. Por eso, los ritos del domingo de Ramos cobran una elocuencia
particular. Resuenan consoladoras las palabras del profeta Zacarías: "Alégrate,
hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y
victorioso, modesto y cabalgando en un asno. (...) Romperá los arcos guerreros,
dictará la paz a las naciones" ( Zc 9, 9-10). Hoy estamos de fiesta, porque entra
en Jerusalén Jesús, el Rey de la paz .
3. Entonces, a lo largo de la bajada del monte de los Olivos, fueron al encuentro
de Cristo los niños y los jóvenes de Jerusalén , aclamando y agitando con júbilo
ramos de olivo y de palmas.
Hoy lo acogen los jóvenes del mundo entero , que en cada comunidad diocesana
celebran la XVIII Jornada mundial de la juventud .
Os saludo con gran afecto, queridos jóvenes de Roma, y también a los que
habéis venido en peregrinación de diversos países. Saludo a los
numerosos responsables de la pastoral juvenil , que participan en el congreso
sobre las Jornadas mundiales de la juventud, organizado por el Consejo
pontificio para los laicos. ¿Y cómo no expresar solidaridad fraterna a vuestros
coetáneos probados por la guerra y la violencia en Irak, en Tierra Santa y en
muchas otras regiones del mundo?
Hoy acogemos con fe y con júbilo a Cristo, que es nuestro "rey": rey de verdad ,
de libertad , de justicia y de amor . Estos son los cuatro "pilares" sobre los que es
posible construir el edificio de la verdadera paz, como escribió hace cuarenta
años en la encíclica Pacem in terris el beato Papa Juan XXIII. A vosotros,
jóvenes del mundo entero , os entrego idealmente este histórico documento,
plenamente actual: leedlo, meditadlo y esforzaos por ponerlo en práctica. Así
seréis "bienaventurados", por ser auténticos hijos del Dios de la paz (cf. Mt 5,
9).
4. La paz es don de Cristo, que nos lo obtuvo con el sacrificio de la cruz. Para
conseguirla eficazmente, es necesario subir con el divino Maestro hasta el
Calvario. Y en esta subida, ¿quién puede guiarnos mejor que María, que
precisamente al pie de la cruz nos fue dada como madre en el apóstol fiel, san
Juan? Para ayudar a los jóvenes a descubrir esta maravillosa realidad espiritual,
elegí como tema del Mensaje para la Jornada mundial de la juventud de este año
las palabras de Cristo moribundo: "He ahí a tu Madre" ( Jn 19, 27). Aceptando
este testamento de amor, Juan acogió a María en su casa (cf. Jn 19, 27), es
decir, la acogió en su vida, compartiendo con ella una cercanía espiritual
completamente nueva. El vínculo íntimo con la Madre del Señor llevará al
"discípulo amado" a convertirse en el apóstol del Amor que él había tomado del
Corazón de Cristo a través del Corazón inmaculado de María.
5. "He ahí a tu Madre". Jesús os dirige estas palabras a cada uno de vosotros,
queridos amigos. También a vosotros os pide que acojáis a María como madre
"en vuestra casa", que la recibáis "entre vuestros bienes", porque "ella,
desempeñando su ministerio materno, os educa y os modela hasta que Cristo
sea formado plenamente en vosotros" ( Mensaje , 3). María os lleve a responder
generosamente a la llamada del Señor y a perseverar con alegría y fidelidad en
la misión cristiana.
A lo largo de los siglos, ¡cuántos jóvenes han aceptado esta invitación y cuántos
siguen haciéndolo también en nuestro tiempo!
Jóvenes del tercer milenio, ¡no tengáis miedo de ofrecer vuestra vida como
respuesta total a Cristo! Él, sólo él cambia la vida y la historia del mundo.
6. "Realmente, este hombre era el Hijo de Dios" ( Mc 15, 39). Hemos vuelto a
escuchar la clara profesión de fe del centurión, "al ver cómo había expirado"
( Mc 15, 39). De cuanto vio brota el sorprendente testimonio del soldado romano,
el primero en proclamar que ese hombre "era el Hijo de Dios".
Señor Jesús, también nosotros hemos "visto" cómo has padecido y cómo has
muerto por nosotros . Fiel hasta el extremo, nos has arrancado de la muerte con
tu muerte. Con tu cruz nos ha redimido.
Tú, María, Madre dolorosa, eres testigo silenciosa de aquellos instantes decisivos
para la historia de la salvación.
Danos tus ojos para reconocer en el rostro del Crucificado, desfigurado por el
dolor, la imagen del Resucitado glorioso.
Ayúdanos a abrazarlo y a confiar en él, para que seamos dignos de sus
promesas.
Ayúdanos a serle fieles hoy y durante toda nuestra vida. Amén.