V Semana del Tiempo Ordinario Ciclo A
Padre Emilio Betancur Múnera
SAL Y LUZ DEL MUNDO
En el país y en la ciudad, cuando creemos que las cosas van a ir mejor, nos
descorazona la ola invernal; y sin disfrutar del todo la seguridad democrática en
las ciudades no ahoga la inseguridad mientras que algunos entrevén un mejor
futuro; a muchos se les tragó el agua su presente y sus herencias, hoy ya están
inundadas.
La liturgia en su primera lectura nos trae un texto para leerlo y releerlo con el fin
de saber que requiere la reconstrucción y cuáles son las condiciones del nuevo
futuro.
“Esto dice el Seor: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre
sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces
surgirá la luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino
la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha. Entonces clamarás al Señor y
El te responderá; lo llamarás, y El te dirá: “Aquí estoy”.
Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y
la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la
necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como
el medio día” (Is 58,7-10).
Quien promete esto, Yahveh, ya había liberado a Israel de la servidumbre de
Egipto (Ex 4,22; Dt 5,6; Jn 8,33). Las condiciones de justicia, puestas en Isaías
no pretenden ser una carga si no advertencias para no retornar a la esclavitud.
“Así dice el Seor, Dios de Israel: yo pacté con vuestros padres cuando os saqué
de Egipto, de la esclavitud… pero después habéis cambiado, habéis profanado mi
nombre, cada cual ha vuelto a tomar al esclavo y a la esclava que había dejado
libre y los ha sometido de nuevo a esclavitud (Jer 34,13-16). En la comunidad
hasta un gesto amenazante o una palabra hiriente se debe evitar, y nadie
debería estar con hambre o necesitado de algo fundamental para vivir.
A una comunidad solidaria. Dios les responde: “Aquí estoy yo”.
Una comunidad solidaria denuncia las costumbres de un mundo dominado por
un espíritu competitivo con sus injusticias como compañía y su egoísmo como
socio.
Una persona, una familia, una comunidad solidaria es alternativa permanente
frente a una sociedad consumista, insaciable, que se arrodilla por mucho dinero
o por centavos; y ante lo cual aparece la solidaridad como “luz en las tinieblas”:
“El justo no vacilará, vivirá su recuerdo para siempre. No temerá malas noticias,
porque en el Señor vive confiadamente. Quien es solidario esta firme y sin
temores en el corazón; al hombre da limosna, obra siempre conforme a la
justicia, su frente se alzará llena de gloria” (Sal 111).
EL CRUCIFICADO ES UN INESPERADO
Pablo nunca olvidará su amarga experiencia en Atenas de ver lo difícil que era
hablar de conversión a una cultura que como la griega no quería oír hablar de
nada distinto a los dioses incluyendo “al desconocido”. Recordaría de nuevo su
experiencia de Damasco cuando su orgullo fue derribado por el amor del
crucificado, y el poder de la Palabra. De ahí en adelante supo que el lenguaje de
la sabiduría humana no iba a ser convincente.
Fue la experiencia de Damasco lo que hizo que Pablo tuviera un lenguaje de
contrastes para dar razón de su vida: El misterio de Dios diferente a la sabiduría
de los hombres; el misterio de la cruz diferente a la elocuencia del lenguaje
humano.
Pablo dice que él ha venido a anunciar el misterio de Dios desarrollado más
tarde en la carta a los Efesios. Este misterio es hacer de la comunidad una
comunión perfecta de amor con Jesucristo; y el amor se concreta en el servicio
mutuo y el perdón.
El misterio de Dios se cumple por medio de un Mesías resucitado, es
decir; inesperado porque si era crucificado no podía ser un Mesías.
Todo Israel se sabía de memoria una frase del Deuteronomio: “Su cadáver no
quedará en el árbol de noche, lo enterrarás aquel mismo día, po rque Dios
maldice al que cuelgue de un árbol y no debes contaminar la tierra que el Señor,
tu Dios, va a darte en heredad” (Dt 21,23).
Para Pablo Jesucristo crucificado es el centro de la historia humana, el centro del
proyecto de Dios, y de la fe paulina. Con razón Pablo no quiere conocer nada
más. Este Mesías crucificado permitió conocer a Pablo lo que era la sabiduría y
volver a leer la primera Alianza (AT). Su vida presente y futura, la cultura
hebrea, la griega y romana. Así fue como pudimos entender las
Bienaventuranzas del Domingo pasado.
El misterio de un Mesías crucificado, siervo de Yahvé y pobre no podía
anunciarse por poder. Un Mesías pobre sólo puede anunciarse por medios
pobres, un Mesías servidor solo puede anunciarse por servidores. No es por la
fuerza de argumentos que se convencerá a la nueva cultura sino por el poder de
la muerte y resurrección de Jesús.
Los medios de poder mediático, telemática, electrónico o financieros nos
permiten usarlas y decir que el anuncio del Evangelio de Pablo, la cruz, se
acomoda mejor a medios pobres; por eso el testimonio de nuestra pobreza es la
mejor predicación y el Espíritu es el mayor predicador.
LOS BIENAVENTURADOS SON SAL Y LUZ
“Benditos, ustedes son la sal de la tierra…la luz del mundo”.
Las bienaventuranzas deben hacerlos brillas ante el mundo según lo que son y lo
que hacen.
La palabra en Mateo es muy original. El asunto no es ser sal, ni tener el sabor
propio, sino ser la sal de la tierra.
Lo importante de una lámpara no es su belleza sino la luz que proporciona; si
ella no ilumina no se puede decir que es bella.
En cuanto la sal su vocación es desaparecer para que la comida tenga gusto. Es
decir ni la luz ni la sal existen para sí, viven para sí. Para Jesús lo que cuenta no
es la sal y la luz, los discípulos, sino su relación a la tierra y al mundo.
Decirles a los discípulos que era sal y luz de la tierra no era más que decirles en
otras palabras que eran misioneros. Es también a la Iglesia a quien le dice que
existe más para el mundo que para sí misma. Esa es la tradición que viene
desde la elección de Israel.
La sal tiene el valor de dar gusto, sabor a los alimentos; la luz permite conocer
la belleza de los seres en el mundo. Los alimentos existen antes de recibir la
sal, el mundo existe antes de ser iluminado. Esto ya nos indica la misión que
Jesús les confía a los discípulos; es decir, a nosotros.
Los creyentes son enviados por Dios para revelar al hombre moderno y su nueva
cultura, el sabor de su vida; que es el amor de Dios. Tenemos la
responsabilidad de anunciar el amor de Dios al hombre, como sentido de su
vida.
Somos luz por la responsabilidad que tenemos con la belleza en el mundo; y es
el amor de Dios lo que revela e ilumina el rostro de las personas y las
cosas. Con razón que encontramos en la cruz la belleza del cuerpo del hombre.
LA EVANGELIZACION NO ES CONQUISTA
Mucha sal desnaturaliza el justo de los alimentos; mucha luz arruina lo que
quiere iluminar. Para ser sal y luz se requiere mucho amor. La evangelización
nunca debió haber sido una conquista, la nueva evangelización no es una nueva
conquista. El anuncio de la nueva evangelización es el anuncio del amor de Dios
en Jesucristo muerto y resucitado.
Recordemos la advertencia de Pablo a los Corintios: “Slo los pobres y humildes
pueden predicar el Reino”.
La exigencia del amor está en la primera lectura. La relación entre el texto de
Isaías y el Evangelio sugiere muchos caminos de interpretación; reflexión y
oración. Ser la luz del mundo según el Evangelio es estar al servicio de los
hermanos. Isaías es muy concreto: es compartir, abrir la casa, vestir y no ser
extraño dándole la espalda al hermano. El Salmo de este Domingo define quien
es el hombre de bien, el justo; el clemente y compasivo, que como una luz brilla
en las tinieblas, “al pobre da limosna, firme está y sin temor su corazn…su
fuente se alzará llena de gloria”.
La sal y la luz no pueden olvidar a Isaías: “Cuando compartas tu pan con el
hambriento, y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad será como el mediodía.
Vendrá pronto la Cuaresma para saber cuál es el ayuno que Dios prefiere. Ser
sal de la tierra y luz del mundo es llevar la vida humana en el espíritu de las
bienaventuranzas que es lo que opuesto al espíritu de la cultura actual:
relativismo, consumismo y materialismo.
Evangelio. Mateo 5, 13-16
Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará?
Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los
hombres. “Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad
situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen
debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos