VIAJE APOSTÓLICO
DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A CROAZIA
SANTA MISA PARA LAS FAMILIAS EN RIJEKA
HOMILÍA DE JUAN PABLO II
Domingo de Pentecostés, 8 de junio de 2003
1. En los últimos días de su vida terrena, Jesús prometió a sus discípulos el don
del Espíritu Santo como su verdadera herencia, continuación de su misma
presencia (cf. Jn 14, 16-17).
El pasaje evangélico que se acaba de proclamar nos ha hecho revivir el
momento en el que esa promesa se hizo realidad: el Resucitado entra en el
Cenáculo, saluda a los discípulos y, soplando sobre ellos, les dice: "Recibid el
Espíritu Santo" ( Jn 20, 22). Pentecostés, descrito por los Hechos de los
Apóstoles, es el acontecimiento que hace evidente y público, cincuenta días
después, este don que Jesús hizo a los suyos la tarde misma del día de Pascua.
La Iglesia de Cristo está siempre, por decirlo así, en estado de Pentecostés.
Siempre reunida en el Cenáculo para orar , está, al mismo tiempo, bajo el viento
impetuoso del Espíritu, siempre en camino para anunciar . La Iglesia se mantiene
perennemente joven y viva, una, santa, católica y apostólica, porque el
Espíritu desciende continuamente sobre ella para recordarle todo lo que su
Señor le dijo (cf. Jn 14, 25), y para guiarla a la verdad plena (cf. Jn 16, 13).
2. Hoy deseo saludar con particular afecto a la porción de esta Iglesia que
peregrina en tierra de Croacia , aquí congregada en torno a sus pastores y
representada en su riqueza y variedad por los fieles que han venido de las
diversas regiones del país.
Abrazo al arzobispo de Rijeka, monseñor Ivan Devcic, que me ha acogido en
nombre de todos vosotros, y al arzobispo emérito, monseñor Josip Pavlisic, que
estuvo presente conmigo en el concilio Vaticano II: junto con él doy gracias a
Dios por el 65° aniversario de su ordenación sacerdotal, celebrado el pasado
mes de abril. Deseo dirigir un saludo particular al presidente de la Conferencia
episcopal, monseñor Josip Bozanic , arzobispo de Zagreb, y a todo el Episcopado
croata , así como a los señores cardenales y a los obispos que han venido de
otros países.
Dirijo también mi respetuoso saludo al señor presidente de la República y a las
demás autoridades civiles y militares , a las que agradezco su presencia y la
valiosa ayuda brindada para la organización y la realización de mi tercer viaje
apostólico a Croacia.
Por último, saludo de modo especial a las numerosas familias reunidas aquí en
este día dedicado a ellas: sois muy valiosas para la sociedad y para la Iglesia ,
ya que "el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos
de la humanidad" ( Familiaris consortio , 1).
3. Estamos reunidos al pie de la colina en la que se alza el santuario de Trsat ,
donde, según una piadosa tradición, estuvo un tiempo la casa de la Virgen
María. El dulce recuerdo de la vida de Jesús, María y José en Nazaret evoca en
nosotros la belleza austera y sencilla y el carácter sagrado e inviolable de la
familia cristiana.
Al mirar a María y a José, que presentan al Niño en el templo o que van en
peregrinación a Jerusalén, los padres cristianos pueden reconocerse mientras
participan con sus hijos en la Eucaristía dominical o se reúnen en sus hogares
para rezar. A este propósito, me complace recordar el programa que, hace años,
vuestros obispos propusieron desde Nin: "La familia católica croata reza todos
los días y el domingo celebra la Eucaristía". Para que esto pueda suceder, es de
fundamental importancia el respeto del carácter sagrado del día festivo, que
permite a los miembros de la familia reunirse y juntos dar a Dios el culto debido.
La familia requiere hoy, también en Croacia, una atención privilegiada y medidas
concretas que favorezcan y tutelen su constitución, desarrollo y estabilidad.
Pienso en los graves problemas de la vivienda y del empleo, entre otros. No hay
que olvidar que, ayudando a la familia, se contribuye también a la solución de
otros graves problemas, como por ejemplo la asistencia a los enfermos y a los
ancianos, el freno a la difusión de la criminalidad, y un remedio contra la droga.
4. Vosotras, queridas familias cristianas, no dudéis en proponer, ante todo con el
testimonio de vuestra vida, el auténtico proyecto de Dios sobre la familia
como comunidad de vida fundada en el matrimonio , es decir, en la unión estable
y fiel de un hombre y una mujer, unidos entre sí por un vínculo manifestado y
reconocido públicamente.
A vosotros, los padres, os corresponde ocuparos con responsabilidad de
la educación humana y cristiana de vuestros hijos , confiando también en la
ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados. En esta
ciudad de Rijeka se venera como patrono a san Vito, joven que no dudó en dar
su vida para mantener la fidelidad a Cristo que le habían enseñado sus santos
padres Modesto y Crescencia. También vosotros, como ellos, ayudad a vuestros
hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y seguirlo, en medio de
las tentaciones a las que están expuestos continuamente, por el camino que
conduce a la alegría verdadera.
En el cumplimiento de vuestro deber de padres, no os canséis de repetir la
invocación que, desde hace siete siglos, los ciudadanos de Rijeka dirigen con
confianza al crucifijo milagroso venerado en la catedral: " Nos ayude la santa
cruz de san Vito".
5. La sociedad actual está dramáticamente fragmentada y dividida . Precisamente
por eso, está tan profundamente insatisfecha. Pero el cristiano no se resigna al
cansancio y a la inercia. Sed el pueblo de la esperanza. Sed un pueblo que reza:
"Ven, Espíritu, desde los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que
revivan" ( Ez 37, 9). Sed un pueblo que cree en las palabras que nos dijo Dios y
que se realizaron en Cristo: "Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os
estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago"
( Ez 37, 14).
Cristo desea que todos sean uno en él, para que en todos esté la plenitud de su
alegría (cf. Jn 15, 11; 17, 13). También hoy expresa este deseo para la Iglesia
que somos nosotros. Por eso, juntamente con el Padre, envió al Espíritu Santo.
El Espíritu actúa de forma incansable para superar toda dispersión y sanar toda
herida.
6. San Pablo nos ha recordado que "el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí" ( Ga 5,
22-23). El Papa invoca hoy estos dones del Espíritu para todos los esposos
cristianos de Croacia, a fin de que con su entrega recíproca, en la fidelidad a los
compromisos del matrimonio y en el servicio a la causa del Evangelio, sean en el
mundo signo del amor de Dios a la humanidad .
El Papa invoca estos dones para todos los que participáis en esta celebración y
que aquí renováis vuestro compromiso de dar testimonio de Cristo y de su
Evangelio.
"¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor!" ( Aleluya ).
¡Ven, Espíritu Santo! Amén.