Tomar cada día la propia cruz.
05/02/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 9 23-26
En aquel tiempo, Jesus le dijo a la multitud: «Si alguno quiere acompañarme, que
no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que
quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi
causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el
mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?
Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del
hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre
y de la gloria de los santos ángeles». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, en Ti pongo toda mi esperanza. Escucha mi oración porque no quiero
perderme en las tentaciones que seguramente este día aparecerán en mi vida. Creo
en Ti y te amo, ¡ayúdame!, a tomar la cruz de este día.
Petición
Jesucristo, que nunca me avergüence de mi fe ni de mi pertenencia al Regnum
Christi.
Meditación
«Cristo es el siervo sufridor del que habla el profeta Isaías (cf Is 52, 13-15), que se
ha dado a sí mismo en rescate por muchos (cf Mt 20,28). Él exhorta a sus
discípulos, a cada uno de nosotros, a tomar cada día la propia cruz y seguirle en el
camino del amor total a Dios Padre y a la humanidad: ‘El que no toma su cruz y me
sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que
pierda su vida por mí, la encontrará’ ( Mt 10,38-39). Es la lógica del grano de trigo
que muere para germinar y llevar vida (cf Jn 12,24). Jesús mismo es el grano de
trigo venido de Dios, el grano de trigo divino, que se deja caer en la tierra, que se
deja quebrar, romper en la muerte y, precisamente a través de ello, se abre y
puede llevar fruto a la inmensidad del mundo. El mártir sigue al Señor hasta el
fondo, aceptando libremente morir por la salvación del mundo, en una prueba
suprema de fe y de amor (cf LG , 42)». (Benedicto XVI, 11 de agosto de 2010).
 
Reflexión apostólica
«Cuando termina el sacrificio eucarístico, comienza el propio. Al salir de la
celebración eucarística conviene hacer el firme propósito de dar continuidad al
sacrificio de Cristo, sobre todo mediante el esfuerzo por vivir la voluntad de Dios,
entregarse sin reservas a la extensión de su Reino entre los hombres y edificar a la
Iglesia por la vivencia de la caridad» (Manual del miembro del Movimiento Regnum
Christi , n. 235).
Propósito
Abrazar con paciencia, alegría y espíritu de fe, todas las cruces que Dios permita en
mi día.
Diálogo con Cristo
Te agradezco Jesús, con toda mi alma, el que me des ocasiones para poder amarte
en medio de la lucha y del sacrificio, del trabajo y de las dificultades. En la familia,
en los estudios o trabajo, quiero que todo sea un camino para crecer en al amor.
Permite que termine esta meditación con la convicción que Tú estás siempre
conmigo y que en la entrega y el amor a los demás encontraré la paz y felicidad.
«Tú con tu cruz vivida amorosamente serás siempre una prueba patente
de la existencia de Cristo, serás para todos los hombres un testimonio vivo
de que Cristo no es una utopía, de que el cristianismo no es un sueño
imposible» ( Cristo al centro, n. 645)
Fuente: Regnum Christi. Legionarios de Cristo