DOMINGO/6/TO/A 13 DE FEBRERO 2011
Eclesiástico 15,16-21
Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir
su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras;
delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la
sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las
acciones, Él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja
impunes a los mentirosos.
Salmo responsorial: 118
R/Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor; /
dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.
Tú promulgas tus decretos / para que se observen exactamente. / Ojalá esté
firme mi camino, / para cumplir tus consignas. R.
Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras; / ábreme los ojos, y
contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, / y lo seguiré puntualmente; /
enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón. R.
1Corintios 2,6-10
Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este
mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que
enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la
ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de
la gloria. Sino, como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede
pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman." Y Dios nos lo ha revelado
por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Mateo 5,17-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [ "No creáis que he venido a
abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os
aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última
letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes,
y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo
aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el
reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será
procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será
procesado. [Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el
Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si
cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu
hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que
te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no
sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]
Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El
que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en
su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un
miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer,
córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al
infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio."
Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la
induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus
votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que
es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco
o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí
viene del Maligno."
COMENTARIOS
ECLESIÁSTICO. La primera lectura, del libro del Eclesiástico , desarrolla el
tema de la libertad que posee el ser humano para elegir lo bueno o lo malo, la
vida o la muerte. Somos libres, y «condenados a ser libres» de alguna manera. No
podemos abdicar de nuestra responsabilidad. Ante nosotros tenemos las grandes
opciones, las grandes Causas, esperando que nos decidamos. «Muerte y vida»
están ante nosotros, al alcance de nuestra mano, por la vía de una opción
ineludible.
Si en nuestra vida dominan el mal y la muerte, y con ellos el sinsentido y la
desesperación, hemos sido advertidos: podemos hacer de nuestra vida una cosa u
otra, gracias al poder de la libertad que se nos ha dado, la capacidad de elegir la
muerte o la vida, y con ello, la capacidad de convertirnos en vida o en muerte. La
capacidad de hacernos a nosotros mismos. Es uno de los misterios más grandes de
nuestra existencia, el misterio de la libertad.
EVANGELIO . Cuando en la primera parte de la lectura, en su introducción,
habla de no abolir, de dar plenitud a la ley , la afirmación ha de entenderse a partir
de nuevas propuestas. Lo normativo no es la antigua ley sino la reinterpretación
que hace Jesús. Él es el revelador de la verdadera voluntad de Dios.
Dar plenitud” es descubrir su verdadero sentido. La ley es como un
indicador de dirección en el camino, que no está para aferrarse o encaramarse a él:
señala, marca los límites del camino, pero no es el camino; es una señal luminosa
en la noche que nos advierte lo que no debemos olvidar.
Es verdad que el texto habla con fórmula de prohibición. “No harás, no
matarás…” Pero la ley puede ser también “el camino de vida”. La apariencia
negativa de la prohibición no es, pues, más que el reverso de una invitación
fundamental a liberarse de todo lo que estorba el impulso hacia el futuro de Dios, a
abrirse, a crecer en verdad, a amar.
Jesús ofrece la clave y síntesis de toda su exposición: “Si vuestra justicia
no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de
los cielos”. Ellos eran estrictos cumplidores de la ley y de las tradiciones. Jesús
liberará a la Palabra, que estaba aprisionada por las tradiciones de los hombres y
los discursos transmitidos de generación en generación, y cautiva de una historia
anclada en el pasado. Dios sigue trabajando en la historia y el espíritu habla en ella.
Dios no quiere una actitud de esclavo. La fe es una respuesta en el plano del amor.
JUAN ALARCÓN, S.J.
(Extractos de SERVICIOS KOINONÍA y de SAL TERRAE:
HOMILÉTICA)