VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Como perdonamos
Hay una hierba mala que cultivamos en el corazón con verdadera pasión: El
rencor. Lo pernicioso y grave de este cultivo es que nos arraiga en el pasado
sin posibilidad alguna de aportar al presente, menos al futuro. Sus frutos son
el odio, el resentimiento, la venganza, la violencia. Su remedio único, el
perdón.
La liturgia de hoy nos centra en el perdón. El oficio de Dios es perdonar. Nos
pide que perdonemos. Pero Él condiciona su perdón a la medida del nuestro.
„Como nosotros perdonamos‟, así Él nos perdona. Más aún, no puede perdonar
si nosotros no perdonamos. El poder de Dios se convierte en impotencia ante
nuestra incapacidad de perdonar.
Pablo nos incita a ser “Iglesias vivas”, gentes que vivan a plenitud el amor
desde el perdón. Cuando odiamos somos “homicidas”, nos dice San Juan. El
odio mata, el rencor petrifica, detiene la historia, destruye el corazón. ¿Cómo
sanarlo? Cicatrizando sus heridas. La venganza las mantiene abiertas. Sólo el
perdón sana. No sólo nuestro corazón necesita ser sanado. También la historia,
la cultura, la Madre tierra, la vida en general.
Ya en lejanía, el Levítico nos invitaba a la santidad. El evangelio establece la
medida de esa santidad en el perdón a los enemigos/as. Y el Espíritu que
entreteje los hilos más profundos de la memoria, nos ayuda a purificarla
sanando las raíces del pasado, dándole confianza al presente y mirando con
optimismo el futuro. Como perdonamos, también nos perdonarán.
Cochabamba 20.02.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com