Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 6
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: No mandó pecar al hombre * Dios predestinó la sabiduría
antes de los siglos para nuestra gloria * Se dijo a los antiguos, pero yo os digo
Textos para este día:
Eclesiástico 15,16-21:
Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su
voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante
del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría
del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él
conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a
los mentirosos.
1 Corintios 2,6-10:
Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo,
ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos
una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los
siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido;
pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino, como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo
que Dios ha preparado para los que lo aman." Y Dios nos lo ha revelado por el
Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Mateo 5,17-37: No mandó pecar al hombre * Dios predestinó la sabiduría antes de
los siglos para nuestra gloria * Se dijo a los antiguos, pero yo os digo
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ["No creáis que he venido a abolir la
Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes
pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la
Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe
así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los
cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois
mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será
procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será
procesado. [Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el
Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si
cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu
hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que
te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no
sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]
Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira
a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu
ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala,
porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está
mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os
digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al
adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos
al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el
trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es
la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o
negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene
del Maligno."
Homilía
Temas de las lecturas: No mandó pecar al hombre * Dios predestinó la sabiduría
antes de los siglos para nuestra gloria * Se dijo a los antiguos, pero yo os digo
1. Recibir órdenes
1.1 Si preguntamos a casi cualquier persona si le gusta recibir órdenes (o sea,
mandatos, mandamientos), esperamos oír la consabida respuesta: "Soy libre. No
me gusta que manden." O algo parecido.
1.2 Al mismo tiempo, uno ve que la gente sí que sigue instrucciones, a veces muy
detalladas. El comercio les dice cómo vestirse, adónde divertirse, qué música
escuchar, de quién enamorarse.
1.3 Además, recibimos de los médicos, los policías y los profesores multitud de
mandatos, que, en general, no llevan ese nombre, pero que lo son. El médico por
ejemplo me prohíbe ciertos alimentos, o me manda que vuelva a su consultorio en
tres semanas. Y yo obedezco.
2. Las órdenes de Dios
2.1 Queda demostrado entonces que sí recibimos órdenes de muchas personas e
instituciones, de donde es claro que nuestra pretendida libertad y nuestro deseo de
no hacer caso a Dios es un caso aislado: un modo de respuesta que usamos cuando
se trata de religión o de la Iglesia; porque para lo demás sí que somos obedientes.
2.2 Ahora bien, nuestra obediencia en los ejemplos dados tiene una razón de ser:
nuestro placer, provecho o protección. Se entiende entonces que desobedecemos a
Dios porque no encontramos ninguno de esos tres. Y no los encontramos porque
conocemos poco de sus planes y de su voluntad.
2.3 Es quiere decir que cuando va conociendo mejor al Señor va aprendiendo a
obedecer mejor y sobre todo con más amor y fidelidad.
3. Cristo Legislador
3.1 El Sermón del Monte nos presenta a Cristo en claro paralelo con la figura
inigualable de Moisés; pero Cristo no está suprimiendo ni suplantando ni
completando a Moisés. La palabra de Cristo no se apoya en lo que le oyó a Dios
sino que se sustenta en sí misma: "Pero yo os digo..." Este modo de hablar sólo
tiene sentido sobre la base de una afirmación, implícita pero real, de la divinidad de
Cristo.
3.2 Cristo no es sólo un mensajero acreditado, como lo fue, y con honores, Moisés.
Cristo es el mensaje mismo; y Cristo es la fuente misma de todo mandato y
mandamiento. Vivir en Cristo y de Cristo es alcanzar lo que la Ley de Moisés no
podía sino desear.
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