Comentario al evangelio del Jueves 24 de Febrero del 2011
Querido amigo/a:
Todos hemos tenido guías, personas que con su testimonio y ejemplo nos animaron en el camino de la
fe, pues a la fe se accede, entre otros caminos, a través del ejemplo cercano; la fe se visibiliza en
modelos, no perfectos pero sí atrayentes, que un día nos inspiraron. Las palabras mueven, los ejemplos
arrastran. Hoy el Señor nos advierte de no caer en lo contrario: ser anti testigos, ahuyentar a otros,
espantarlos con nuestras malas obras. Jesús no nos pide la perfección, sino la coherencia. Y es muy
duro con aquellos que ponen en peligro la fe de los demás, pues es un don tan preciado, que nadie tiene
derecho a destruirlo. A nosotros nos toca, ser guías, animar la fe de nuestros hermanos, no poner
obstáculos para que duden y pierdan la fe.
¿Por qué nace el escándalo? ¡Cuántos creyentes se han desanimado con la incoherencia de muchos
hombres y mujeres de iglesia, con su pecado y, sobretodo, su falta de arrepentimiento, la soberbia con
la que siguen adelante! La búsqueda de poder y el egoísmo que busca la satisfacción personal por
encima de todo, el ensalzamiento del dios “yo”, están detrás de toda acción escandalosa. Jesús es claro:
“…más le valdría que le atasen una piedra de molino al cuello…” Mc 9, 42. Porque estamos llamados a
todo lo contrario, a ser sal unos para con otros, a iluminar. Que tus hijos o tus amigos o tu esposo/a,
compañero/a, compañeros de trabajo, etc., tengan fe no depende de ti. Pero sí que tú seas para ellos una
luz en el camino, una pizca de sal en su vida, aún con tus imperfecciones. Recuerda, no la perfección,
sino la coherencia es la que nos conduce a la santidad. Qué buena la recomendación final del Señor en
el Evangelio de hoy: “Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros” Mc 9, 50.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
Juan Lozano, cmf.