Comentario al evangelio del Miércoles 02 de Marzo del 2011
Queridos hermanos:
Reza un refrán: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Jesús desea que este sea un distintivo
entre sus seguidores, y se pone a sí mismo como ejemplo (Mc 10,43-45). Es decir, que “pasemos por la
vida haciendo el bien …” (cf. Hch 10,38), sin hacer mucho ruido, sin buscar fama o poder en ello.
En la vida cotidiana es difícil corresponder a dicho deseo. A todos nos gusta que se resalten nuestras
cualidades y se encubran nuestros defectos, que se reconozcan nuestros logros y no se recuerden
nuestros fracasos. De modo que nuestra imagen sea plausible.
Es el deseo de Juan y de Santiago, que piden al Maestro un puesto relevante cuando esté en su gloria;
petición que, por cierto, manifiesta que no han entendido nada de lo que Jesús ha enseñado dos
versículos antes de esta escena. Pero no es eso a lo creo debemos prestar atención, sino a la innata
inclinación que llevamos dentro de querer estar por encima de los demás. El Señor no se refiere
explícitamente a ello, sólo recuerda que “el que quiera ser grande, sirva como el más pequeño”. Tengo
la impresión de que es una invitación a detenernos a pensar cómo entendemos el poder...
Siempre tenemos poder sobre algo, pero, sobre todo, sobre alguien. Las personas mayores (por
experiencia) suelen decir que el poder –de cualquier índole- corrompe, incluso el religioso. El poder
no es en sí mismo corruptor y no hay que temer poseerlo, lo importante es no perder de vista el uso que
hagamos de él. ¿Es un medio para ejercer imponer nuestra voluntad o es un medio para servir a los
demás? Si bien, para responder la pregunta, basta con mirar hacia dentro de nosotros mismos, también
podemos hacerlo reflexionando sobre lo que vive el mundo árabe en estos días. Cito el ejemplo de
Libia, conocido por todos seguramente. La actitud de Muamar el-Gadafi es indigna y penosa, y a la vez
un clarísimo ejemplo de lo que señalábamos antes. Mas no cabe aquí entrar en detalles sobre el juicio a
su actitud; sí hacernos una llamada de atención y apropiarnos de las palabras de Jesús, que no pierden
vigencia con el tiempo y son dichas hoy a cada uno de nosotros: “…sea el último y el servidor de
todos”.
Vuestra hermana en la fe,
Silvia Ugarte
Silvia Ugarte