I Domingo ADVIENTO - A
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez
Evangelio: Mt 24,37-44 Estad preparados
Comienza un nuevo AÑO LITURGICO. Hoy es el primer domingo de
ADVIENTO, y por tanto se inicia la primera semana de este tiempo que tiene
como finalidad ayudar a los cristianos a prepararse para la celebración cristiana
del Nacimiento de Jesús. Por otra parte, estas cuatro semanas recuerdan los
siglos que la humanidad estuvo esperando la venida del Mesías, del Redentor.
Los textos bíblicos pretenden apoyar históricamente esta venida de Cristo
y reforzar teológicamente la ascesis de conversión, o dinámica de mejora en el
comportamiento y en el crecimiento del amor de Dios y por tanto en nuestra
vivencia cristiana, insistiendo en los textos apocalípticos.
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Oración para cada día de la semana
Señor, Jesús, que cariñosamente, y con urgencia y confianza paternal,
y a la vez con la sabiduría y la prudencia del mejor maestro,
me avisas y recomiendas, me alertas y espoleas, para que siempre
esté preparado para presentarme en tu presencia.
¡Gracias, Señor, por tus advertencias y recomendaciones!
Que no me emboten la avaricia o la sensualidad, la pereza o la soberbia,
y menos aún la inconsciencia, la cobardía, o la tibieza.
Que nunca olvide tus palabras:
“Éstad en vela, porque no sabéis qué día vendrá nuestro Seor”.
¡Son tantas las distracciones, e intereses mundanos, que me dificultan la
entrega
y la fidelidad a la vocación cristiana, que debilitan mi sinceridad para verte y
escuchar tu voz, y para responder valientemente en mi lucha por la santidad!
Te pido, Señor la auténtica sinceridad para escuchar tus llamadas
a la santidad en el trabajo de cada día, en la vida social, en la familia,
en los diversos apostolados y en el servicio social con pobres y necesitados.
Escucho tus palabras intimidatorias: “Por esto estad también vosotros
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.
Claramente, Señor, me pides al comenzar un nuevo año litúrgico,
que aproveche bien el tiempo, que haga rendir mis “talentos”,
cualidades y posibilidades, que me presentas para hacer el bien,
para santificarme, para ser más solidario y caritativo.
Sé que con mi respuesta personal a tu llamada a la santidad estoy
haciendo lo más grande que puede hacer una persona: amarte a Ti
y al prójimo, hacer la vida feliz a los demás, y ser útil y efectivo
en la realizacin de la “civilizacin del amor”. Pero además sé que
en ello me juego mi propia salvación y ahora también mi felicidad.
Ayúdame, pues, Seor, a “estar siempre en vela”,
preparado para acoger tu abrazo paternal cuando así lo dispongas.