Tiempo y Eternidad
______________________
José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
El perdón
¿Cómo le puedes hablar de perdón a una persona que le asesinaron a un ser querido?
¿Cómo perdonar a uno que te robó, te difamó o te golpeó? El evangelio tiene unos pasajes
sumamente difíciles de entender como este del perdón: “Si alguno te golpea en la mejilla
derecha, preséntale también la izquierda. Al que quiera quitarte el manto, cédele también la
túnica. Al que te pide dale, y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda” (Mt
5,38).
Perdonar es algo humanamente casi imposible de lograr. Tal vez las palabras más heroicas
que habremos escuchado son las que Cristo pronunció en la cruz: “Padre, perdónales,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Implora el perdón para aquellos que lo estaban
golpeando, azotando, escupiendo, torturando. ¿De dónde nace esta fuerza? De la fe sin
duda alguna. Si no nos elevamos al ámbito sobrenatural, ¿cómo no vamos a sentir en
nuestra sangre la inveterada ley del talión: “Ojo por ojo y diente por diente?” (Deut. 19,21)
Si una persona te lastima física o moralmente, personalmente no hallaría razones que te
conduzcan al perdón de modo racional. A lo mejor no te puedes vengar, pero la impotencia
es diversa al perdón. ¿Por qué es necesario querer perdonar?
Es necesario perdonar porque si lo haces purificas tu mente y corazón del odio, del rencor,
de las cavilaciones, del resentimiento y de todo aquello que te quema peor que si te
hubieras tragado una tea. Hasta que no perdonas, no vue lves a reconciliar la paz.
Una forma práctica para motivar el perdón es suscitando sentimientos de conmiseración
hacia el criminal, pues el mal daña muchísimo más al que lo comete que al que lo padece.
El pecado afecta al agresor, no a la víctima. Quien se condena es el malvado, no el
inocente. La conciencia reclama el delito cometido, no la afrenta sufrida. El pecado lo
realiza quien está esclavizado a los vicios y esto es digno de lástima. ¡Cuán miserable debe
ser uno que se convierte en traidor! ¡Q ué cobarde se necesita ser para vivir engañando!
Perdonar no significa dejar de sentir dolor. Esto sería ir contra nuestra naturaleza. Perdonar
significa evitar regodear mi mente y corazón con malos pensamientos contra la otra
persona. Significa renunciar a alimentar la ira y la venganza. Significa reconocer que Dios
nos libró de cometer un delito porque también nosotros somos débiles. ¿Acaso nos
podemos considerar mejores que los otros o exento de caer?
Sin embargo, el mejor consejo para perdonar es mirar a Cristo crucificado y darme cuenta
de que también nosotros hemos pecado y que necesitamos ser rescatado. Es contemplarlo y
experimentar que Dios nos ha salvado.
twitter.com/jmotaolaurruchi