Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
El cielo en la tierra
No es extraño escuchar a los católicos decir que no van a misa porque no sienten nada o
que sólo van cuando les nace. Otros afirman que no acuden porque les aburre el sermón del
sacerdote o porque no le encuentran sentido a las ceremonias. Finalmente están los que se
arriman a Dios en momentos de angustia y desesperación.
La misa no es una sesión de “terapia espiritual” ni tampoco es un reality de
entretenimiento. La misa es cuestión de principios, no de sentimientos; es un encuentro con
Dios, no un soliloquio; la misa tiene un valor infinito independientemente del número de
personas que asistan o del sacerdote que la celebre. Juan Pablo II llamaba a la misa: “el
cielo en la tierra”.
Después de haber celebrado el bautismo de Jesús en el río Jordán, Juan el Bautista lo señala
entre la gente como el Cordero de Dios. “ Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba
a él, y dijo: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Jn. 1,29) Esta
confesión nos ayudará a valorar la santa misa y la riqueza espiritual que recibimos a través
del Cordero Pascual que se dona en la Eucaristía.
Cristo afirma de sí mismo que es Dios. Lo hizo repetidas veces y en momentos solemnes
como cuando el Sanedrín lo estaba juzgando. En un grupo de amigos, con unas copas por
delante, cualquiera dice tonterías, pero ante un tribunal que le está juzgando y que desea
condenarlo a muerte, un hombre mide cada una de sus palabras. Caifás le pregunta: −¿Eres
tú el Hijo de Dios? Contesta Jesús: −Tú lo ha dicho. Jesús afirma lo que estuvo enseñando
a la gente y que hoy conservamos en los cuatro evangelios. Por este motivo Jesús realizó
milagros, para fortalecer la fe de sus coetáneos. “Si no creéis en mis palabras, creed al
menos en las obras que hago”. (Jn. 14,11)
Me llamó la atención el comentario de una persona en el periódico de la semana pasada
porque decía que cada religión tiene sus ritos mágicos, los brujos, los agoreros, los adivinos
y que también la iglesia católica tiene su bautismo, la Eucaristía. Hay mucha confusión
entre esoterismo, religión, new age, etc. En una sociedad neopagana, no es raro que se
incrementen las prácticas ocultistas, pero sólo la religión te une a Dios, no a una fuerza, una
energía o un sentimiento. Y entre las distintas religiones, que se pueden definir como el
esfuerzo del hombre por alcanzar la divinidad, existe sólo una que es además revelación, es
decir, el esfuerzo de Dios por alcanzar al hombre.
La misa es un encuentro con la persona de Cristo, el Cordero de Dios, sacramentalmente
presente en la Eucaristía. Twitter.com/jmotaolaurruchi