HACER CREÍBLE A CRISTO EN LA PALABRA Y EN LA OBRA
DOMINGO IX PER ANNUM
1 de Junio de 2.008
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice "Señor,
Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi
Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos
profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho
en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: "Nunca os he
conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel
hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los
ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió,
porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no
las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre
arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron
contra la casa, y se hundió totalmente. Mateo, 7, 21-27
Con frecuencia escuchamos y percibimos que en la actualidad se están
perdiendo muchos valores cristianos. Que la Iglesia misma se está
descristianizando y perdiendo vitalidad y vigor. Que hay mucho sacramentalismo
sin vivencia y compromiso, mucha palabra y palabrería no acreditada con las
obras, mucho credo y credulidades carentes de fe. Que hay mucha arena
movediza sobre la que no es posible edificar una personalidad cristiana seria ni
una Iglesia elemental cristiana..
No obstante, si atendemos a las encuestas que nos hablan todavía de mayorías
de católicos que se bautizan, hacen la comunión, se confirman o se casan... ; o
si nos fijamos en el auge que están adquiriendo las fiestas y devociones
populares, podríamos llegar a una cierta vana complacencia y supervaloración
de nosotros mismos aduciendo para ello las muchas veces que pronunciamos el
nombre de Cristo , sin advertir quizá en las grandes cantidades de arena que
subyace a todas esas expresiones de religiosidad
Fundamentar, en cambio, nuestra vida eclesial en Jesucristo, Hijo de Dios y
Hermano universal, Palabra Encarnada, Piedra Angular y Cimiento imprescindible
de la Iglesia ; gozar la dicha y la felicidad de las bienaventuranzas del Reino ; ir
más allá de los convencionalismos sociales y moralismos farisaicos ; vivir con
sinceridad y resonancias fraternales nuestras prácticas de oración, ayuno y
limosna ; desplegar misericordia y ternura hacia amigos y enemigos al estilo de
Dios Padre ; fiarse de Dios providente haciéndonos providencia especialmente de
los más necesitados ; vivir de palabra y de obra la mística y ascética del
Evangelio... son todas ellas piedras de viva edificación, condiciones y
experiencias necesarias para entrar en el Reino de los Cielos, para entrar en
Dios, o para que Dios que está dentro de nosotros salga al exterior revelado y
evidenciado en y por nuestras palabras y nuestras obras....
Así es como todas las dificultades internas y externas que puedan acosarnos,
todas las herencias o ambientes descristianizados que se desmadren contra
nosotros, no tendrán entidad y poderío suficientes como para arruinar la casa de
las personas y comunidades cristianas, edificadas como están sobre la roca
inconmovible de Cristo confesado y vivido, creído y hecho creíble por la
sinceridad y coherencia de los que privada y públicamente lo profesan y
confiesan como Señor universal.
Juan Sánchez Trujillo