DOMINGO NOVENO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
Mt. 7, 21 -27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice
"Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la
voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: "Señor,
Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado
demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces
les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados. El que
escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel
hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron
los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se
hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas
palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que
edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los
vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
CUENTO: CRISTO ES LA ROCA QUE NUNCA FALLA
Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo, pero tenía graves
problemas físicos. Un día se le apareci Jesús y le dijo: “Necesito que vayas
hacia aquella gran roca de la montaña y te pido que la empujes día y noche
durante un ao”. El hombre qued perplejo cuando escuch estas palabras,
pero obedeció y se dirigió a hacia la enorme roca de varias toneladas que
Jesús le mostró. Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día,
pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semanas llegó el
demonio y le puso pensamientos en su mente: “ ¿Por qué sigues
obedeciendo a Jesús. Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y
sin sentido. Debes alejarte, ya que es absurdo que sigas empujando esa
roca que nunca vas a lograr mover”. El hombre trataba de pedirle a Jesús
que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía, se
mantuvo en pie con su decisión de empujar. Con los meses, desde que se
salía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre empujaba la enorme roca
sin poder moverla. Mientras tanto, su cuerpo se fortalecía, sus brazos y
piernas se hicieron cada vez más fuertes con el esfuerzo de todos los días.
Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo:
“Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la
piedra ni un slo centímetro”. Y se sent a llorar amargamente, pensando
en su muy evidente fracaso. Jesús apareci en ese momento y le dijo: “¿Por
qué lloras?. ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? No has fracasado. Yo
nunca te pedí que la movieras, sino que la empujaras. En cambio mírate: tu
problema físico ha desaparecido”.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Nos vamos acercando a la Cuaresma, un tiempo de conversión y de
preparación para la Pascua. Y lo hacemos con un evangelio que nos puede
resultar chocante y duro por la imagen tan exigente que se muestra Cristo
en él. No hay componendas en la opción cristiana. No se puede vivir la fe
de palabra, por muy santas que sean esas palabras y honestas las
intenciones. Ser cristiano no es vivir de cualquier manera: es vivir y actuar
haciendo la voluntad de Dios, que no es otra cosa que vivir según el
Evangelio de Cristo. No se puede separar fe y vida, oración y acción,
espiritualidad y amor. No se puede pronunciar y proclamar el nombre de
Dios en vano. No puede estar nuestra fe y nuestra vida al vaivén de los
vientos acomodaticios de nuestros propios intereses y comodidades. El
cimiento de nuestra vida cristiana no puede ser otro que Cristo. Quien ha
hecho experiencia profunda y personal de Cristo sabe muy bien que Él es la
Roca que nunca falla y que sobre su Amor no hay nada que temer.
Vivimos tiempos en que soplan vientos y tormentas que hacen tambalear la
fe de muchos cristianos. Seguramente su fe no estaba muy bien afirmada ni
personalizada ni formada ni vivida. Hoy no se puede tener la fe del
carbonero ni la fe de la Primera Comunión. Esa fe no tiene sólidos
cimientos, está edificada sobre arenas movedizas que no tienen arraigo ni
buenos sustentos para soportar los envites de una sociedad cuyos valores
van en sentido contrario a los del Evangelio. Hoy más que nunca, quienes
queremos seguir a Cristo, tenemos que apuntalar bien el edificio de
nuestras creencias y valores. Y estos cimientos no son otros que Cristo, la
Iglesia, la Eucaristía, la Palabra de Dios, la oración, el compromiso por los
pobres, una vida que transparente el Rostro misericordioso,, alegre y
cercano del Dios que se nos reveló en Cristo.
Vivimos tiempos de prueba y podemos tener la tentación de que parece que
Cristo nos ha abandonado a nuestra propia suerte. Nos cuesta vivir una fe a
la intemperie. Teníamos una fe demasiado cómoda y apoyada en soportes
sociológicos y de poder. Tenemos que pasar a la fe desnuda de la confianza
en el Señor. Como nos recuerda el cuento de esta semana, dejemos que
Cristo nos moldee y nos fortalezca, que nos haga apoyarnos solamente en
Él y no en nuestras orgullosas conquistas o en la estadística de nuestros
números.
No soy pesimista. Al contrario, creo que es tiempo de la esperanza. Cuando
la Iglesia ha sido más auténtica es cuando se apoyó en Cristo, cuando fue
perseguida, cuando fue minoritaria. Sin duda, Dios está poniendo a prueba
nuestra fe y comprobando hasta dónde nuestra casa, nuestra vida está
apoyada en Él. De todo eso saldrá un cristianismo purificado, más
auténtico, una Iglesia más humilde, un vida de fe basada en la experiencia
y no en las ideas, una vida cristiana más luminosa y más cercana a los
humildes y a los pobres, más libre para poder ser voz crítica ante los
poderosos de este mundo, más profética, más sal y luz de la tierra.
¡QUE NUESTRA VIDA SE APOYE EN CRISTO Y QUE CONFIEMOS QUE ÉL
NUNCA NOS ABANDONA! ¡FELIZ Y BIEN CIMENTADA SEMANA SOBRE LA
ORACIÓN, LA FE Y EL AMOR AL PRÓJIMO NECESITADO!.