Domingo IX del Tiempo Ordinario Ciclo A
Por: P. Emilio Betancur Múnera
“Felices quienes oyen la Palabra de Dios y la practican.”
Ciertos libros de la Biblia parecen compilaciones de leyes y mandamientos dados
por Dios a su pueblo. Entre otros, es el caso del Deuteronomio, el cual es una
colección de máximas atribuidas a Moisés. En efecto, es una relectura de la Ley
(los mandamientos), enriquecido con la tradición oral desarrollada a lo largo de
los siglos, y adaptada a la condición del pueblo ahora asentado en la Tierra
Prometida.
Los mandamientos pretenden establecer aquí abajo una sociedad fundamentada
en la justicia de Dios.
Los límites son altos: la bendición o la maldición, la salvación o la pérdida total,
la vida o la muerte “Por lo tanto, lleven estas palabras mías a su alma y su
corazón. Átenlas en su puño como un signo, y déjenlas ser un anuncio en su
frente.” Lo que está en juego es escoger a Dios o rechazarlo para seguir dioses
falsos: dinero, materialismo, consumismo, relativismo, corrupción.
La grandeza del pueblo de la alianza está en su llamada a responder libremente
a la iniciativa de Dios y seguir sus mandamientos, los cuales marcan la ruta.
“Escojan la vida” (Deut. 30:19), repite Dios incesantemente, exhortando su
pueblo a practicar los mandamientos.
¿Señor, Señor?
En unas pocas palabras, el final del Sermón de la Montaña clarifica con qué
espíritu y qué propósito debemos recibir la enseñanza de Jesús (Mat. 7,21-27).
“No todo el que me dice “Seor, Seor” entrará al reino de los cielos, sino
únicamente los que hacen la voluntad de mi Padre en el cielo.” Jesús expresa
una enseñanza que es para ponerse en práctica.
Jesús se dirige directamente a los discípulos, puesto que habla de quienes lo
llaman “Seor, Seor.” Hablar de quienes le dicen “Seor, Seor” no se refiere
únicamente a quienes podrían pensar que la oración o la celebración de la
liturgia les asegurará un sitio en el reino de los cielos. La llamada de atención
tiene un alcance más general; se dirige a todos los discípulos, a todos los que
reconocen a Jesús como “Seor.” En otras palabras, la ortodoxia es insuficiente
si no está acompañada de la práctica correcta.
Construir sobre la roca
La imagen de la casa construida sobre roca o sobre arena se explica por sí
misma. La roca es la palabra de Jesús sobre la cual construimos cuando
ponemos en práctica su enseñanza. Faltando esto, nada puede soportar una
tormenta violenta. Por un tiempo, ambas casas pueden parecer similares. La
última puede parecer hasta más atractiva por la pintura exterior, la apariencia
exterior ha sido bien cuidada. Pero no resiste los ataques de la lluvia, los
torrentes, y los vientos. Nada queda después de que pasó el ciclón, ni siquiera
un montón de piedras. Todo ha sido llevado; es un completo desastre.
La comparacin evangélica tiene paralelos en la literatura rabínica. “Con qué
podríamos comparar un hombre de muchas obras buenas y un asiduo estudioso
de la Torah? Con un hombre que hace su fundación en piedra y luego utiliza
ladrillos. Aunque aguas abundantes golpeen los muros, no desquiciarán las
piedras. ¿Pero con qué comparamos un hombre que estudia la Torah pero no
tiene buenas obras? Con un hombre que primero construye con ladrillos y luego
con piedras. Viene una pequeña corriente y las piedras colapsan
inmediatamente.” Esta comparacin es interesante porque ilumina la autoridad
de Jesús. No se debe practicar más la Ley sino lo que dice Jesús en el
Sermón de la Montaa, “estas palabras mías.”
Actuar como discípulo
Pero no es suficiente proclamar con palabras que Dios es Dios, que Jesús es el
Señor, que nosotros somos sus discípulos. Debemos actuar en tal forma que el
Día del Juicio podamos ser reconocidos por aquel a quien decimos pertenecer.
Debemos construir nuestras propias vidas sobre la roca de la palabra, puesta en
práctica.
Por actuar como él lo hizo, tenemos la certidumbre de actuar de acuerdo con la
verdad. No hay otra ley sino él, ningún otro acceso a la vida. Él es el objeto de la
fe y la garantía de la esperanza, seguir a Jesús, practicar el evangelio es
construir sobre la roca.
Es una fortuna que el Leccionario dominical le haya dado tanto espacio al
Sermón de la Montaña, el cual es proclamado en su forma más completa desde
el cuarto hasta el noveno domingo. Todo cristiano lo debería leer y releer,
meditar incesantemente en este discurso de inauguración registrado en el
Evangelio de Mateo. En verdad, revela el espíritu de la buena nueva, sus
exigencias, su alcance, su novedad, centrado en la tradición traída a su
cumplimiento. Vivir de acuerdo con esta enseñanza es a menudo un camino
difícil, pero va de gozo en gozo. Es el camino de la felicidad que nada daña y de
la paz que nadie puede quitarnos.
EVANGELIO Mateo 7, 21-27
“No todo el que me diga: Seor, Seor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás os
conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! Así pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que
edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los
vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba
cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en
práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella
casa y cay, y fue grande su ruina.”
La casa edificada sobre roca
Y la casa edificada sobre arena
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: „Seor,
Seor!‟, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi
Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: „Seor, Seor!‟, no
hemos hablado y arrojado demonios en nombre y no hemos hecho, en tu
nombre, muchos milagros? Entonces yo les diré en su cara: „Nunca los he
conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal‟.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un
hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, bajaron las
crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se
cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un
hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra
aquella casa y la arrasaron completamente”.
El Bautismo, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma
toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión
sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta
de Cristo.