Sábado de la 8ª semana: deseamos la sabiduría con toda el alma, y
la tenemos cerca de Dios: Él alegra nuestro corazón
1. El Eclesiástico (51,12-20) acaba con ese deseo de sabiduría: “Por eso
te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor. Siendo joven
aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en
mi oración, a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la
andaré buscando. En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi
corazón”. El clima de su alma es «la acción de gracias». Notemos que la
«sabiduría» se busca «en la oración»... y desde la juventud. Y que esta
búsqueda no acaba nunca... Compara la sabiduría a la fina y delicada flor de
la viña, promesa del racimo de uva y del vino, promesa de alegría. Me
detengo un instante ante esta hermosa imagen: «una flor que alegra el
corazón». Dios es así. María cantaba: «¡Mi alma magnifica al Señor, exalta
mi espíritu en Dios, mi salvador!». Dios como alegría. Dios como belleza.
Dios como apertura y expansión. Dios como fecundidad.
“Mi pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus
huellas. Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran
enseñanza. Gracias a ella he hecho progresos, a quien me dio sabiduría
daré gloria. Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no
quedaré confundido. Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he
estado atento, he tendido mis manos a la altura y he llorado mi ignorancia
de ella. Hacia ella endureceré mi alma, y en la pureza la he encontrado.
Logré con ella un corazón desde el principio, por eso no quedaré
abandonado”. La sabiduría es pues, a la vez: -una actitud concreta, una
conducta vital y moral... «Avanzar por el camino recto... seguir sus
huellas...» -una fineza intelectual, un estar a la escucha de la verdad...
«inclinar el oído... adquirir enseñanza»... Así pues, la Fe es siempre
indisolublemente «adhesión de la mente y del corazón»... y un «estilo de
vida» que atañe a todo el ser. Vemos también la idea de «progreso», la
sabiduría es una realidad viva que se desarrolla o vegeta. «Caminando se
hace camino». Practicando la sabiduría, ejerciéndola, se la hace crecer. Y
para un judío la Ley era la estructura misma de la vida: la voluntad de Dios,
expresada en los detalles concretos de cada día, es fuente de sabiduría. Y
así alcanzar paz, paciencia… Admirable fórmula cuando dice: “he logrado
dominar mi corazn”. ¡Si fuera esto verdad, Seor! ( Noel Quesson).
2. El Salmo (19,8-11) canta: “La ley de Yahveh es perfecta,
consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo.
Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el
mandamiento de Yahveh, luz de los ojos. El temor de Yahveh es puro, por
siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos,
apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más
dulces que la miel, más que el jugo de panales”. La Palabra de Dios no es
una doctrina aburrida, sino palabra viva dicha para iluminar y transformar
todos los instantes de nuestra vida.
3.- Marcos (11,27-33) continua con la escena de ayer: Jesús
expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades,
alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle
cuentas de con qué autoridad lo ha hecho. Jesús no les contesta, sino que a
su vez les propone una pregunta. Cuando él ve que no hay fe, o que hay
doblez en la pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla
dignamente, como ante Caifás, Pilatos o Herodes: “Vuelven a Jerusalén y,
mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los
escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o
¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?» Jesús les dijo: «Os voy a
preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El
bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.» Ellos
discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le
creísteis?" Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"» Tenían miedo a la
gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden,
pues, a Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os
digo con qué autoridad hago esto.»” Podemos meditar: ¿estoy dispuesto a
avanzar, a cambiar algo, a dejarme "interrogar" por Jesús? Los
responsables del orden sagrado, los representantes de la ciudad y el
templo; vienen para interrogar a Jesús sobre su autoridad y sobre su forma
de hablar y de criticar las estructuras que durante años y siglos habían
sustentado la vida de los judíos y que hacían de ellos un grupo muy
importante y los únicos incluidos en el amor de Dios. El texto de hoy nos
presenta la controversia sobre la autoridad, suscitada entre Jesús y los
notables del pueblo y en relación al pasaje anterior sobre la expulsión de los
mercaderes del templo. Pareciera que Jesús se resistiera a responder y a
dar razón de parte de quién hablaba; no quiere situarse en el plano que
ellos quieren situarlo, por eso toma distancia. En términos taurinos, “no
entra a trapo”… Para Jesús no es importante dar razón en nombre de quién
está hablando. Como sí lo era para sus adversarios. A Jesús lo acompaña el
testimonio de su propia vida, la coherencia entre su palabra y las actitudes
que asume frente a los demás. En cambio, para ellos era necesario el
“respaldo de la institución”. Jesús la pone en ridículo cuando se niega a
responder de parte de quién hablaba. Con su actitud, Jesús dejó ver que no
es necesario hablar en nombre de una institución, ya que la misma vida
ratifica lo que predica o condena. Es importante la verdad, el bien, la
libertad. La dignidad: responde directamente: el bautismo de Juan es de
perdón de los pecados y sólo el que busca el perdón de Dios puede
entender el Evangelio. De esta manera Jesús quiere llevar a las autoridades
religiosas y civiles al auténtico camino que conduce a la salvación. En
cambio ellos no responden, los jefes supremos, los que dictan las
sentencias enmudecen por miedo a la opinión del pueblo. Por eso, para no
generar controversia, responden: "no sabemos". No quieren asumir el tema
y sus implicaciones porque ello significaría acoger el mensaje de Jesús. De
esta manera es evidente la respuesta de Jesús: "pues yo tampoco puedo
decirles con qué autoridad hago esto". Asumamos la misma actitud de
Jesús, quien fue capaz de sustentar su palabra con la vida, y fue capaz de
enfrentarse a los poderes de su tiempo y de buscar nuevas alternativas
capaces de generar una sociedad nueva. Esta nueva sociedad pone sus
bases en la defensa de la vida y de la justicia, en torno al Dios y Señor de la
historia (servicio bíblico latinoamericano). Llucià Pou Sabaté