I Domingo de Cuaresma
Sermón 3º
«Di que estas piedras se conviertan en panes» Mateo 4,3 1
1.- De los ricos caudales de las Indias, sacan piedras preciosas, las cuales,
juntamente con sus valores y quilates, las engastan en medallas muy riquísimas los
lapidarios. [Así también], en el rico caudal de la omnipotencia de Dios, se hallan las
piedras riquísimas y preciosas de sus justos, santos y ángeles, como lo dice la Iglesia,
hablando [de] la suprema Jerusalén: Tus muros son piedras preciosas 2 . Éstos son los
ángeles y los santos, los cuales, el lapidario, que es el omnipotentísimo Dios, coge
piedras preciosas, con las obras de su misericordia, y las engastó en diversas medallas
de perfecciones y virtudes. Por eso el maldito ángel, de rabia, se hizo imperfectísimo y
quería que todos fuesen como él.
2.- Entre todas estas piedras, la esmeralda es la más rica: ésta es la Virgen
MARIA, nuestra Señora. Llámase esmeralda, porque Dios se esmeró y remiró en ella
[al] hacerla. La esmeralda es tan verde, que [su tonalidad] excede [a cualquier otro
verde] 3 . Así, esta soberana Virgen, [con] su virginidad y limpieza, excedió a todas las
vírgenes, como dice David: Las vírgenes, tus compañeras, van siempre tras de ti (Sal
44,15). Todas vendrán después de ella [y] como capitana llevará la bandera.
La esmeralda, bien acicalada y aderezada, es como [un] espejo donde se ve la
cara. Así, la Señora Reina de los ángeles, después que el Espíritu Santo la acabó con la
plenitud de la gracia, quedó tal, que quedó como espejo donde se ve Dios, porque nunca
se vio Dios en el mundo hasta que ella vino.
[Además], la esmeralda tiene [la] virtud de restringir el flujo de sangre. [Por eso],
los que sois sanguinolentos y tenéis flujo de pecados, poneos esta esmeralda en [el
pecho] 4 y veréis cómo os estancará el flujo de sangre [de los] pecados.
La esmeralda tiene [también] la virtud [de] reforzar el corazón. Pues, her manos,
no desmayemos por entrar en este piélago de penitencia, porque esta perla nos dará el
esfuerzo para que nada nos espante ni haga volver atrás. Supliquemos a esta Reina
santísima y esmeralda, nos quiera esforzar y animar en este camino y jornada, con el
esfuerzo de la gracia, pidiéndola con devo ción. Y para más obligarla, digamos con el
ángel: Ave, María, llena de gracia .
3.- Cuenta el sagrado Evangelio que Jesús fue conducido por el Espíritu al
desierto para ser tentado por el diablo (Mt 4,1). Abrid, hermanos, las bocas, y servíos
de vuestras almas, para poder gustar y coger algunos bocadillos suavísimos que Dios os
enviará y comunicará por boca de este indigno ministro suyo.
4.- El primer bocadillo es [lo] que luego aquí al principio dice: Que fue
conducido por el Espíritu . Los doctores dudan aquí si fue llevado por el [espíritu] bueno
o por el malo; y tienen razón de dudar. Porque, ¿quién se deja llevar del monte al
pináculo [del Templo] por el espíritu malo? No fuera mucho que se dejara llevar del río
Jordán al desierto y al monte. Pero al fin concluyen todos [los doctores], y es verdad
1 Obras y sermones , vol. I, pp.148-156.
2 De la liturgia de la fiesta de la Dedicación de la Iglesia.
3 En el original «a todas las verduras».
4 En el original «en los pechos».
muy averiguada, que fue el Espíritu bueno, el Espíritu de Dios. Y colígese por lo que
dice antes [el evangelista]: que fue a orar, [a] ayunar, a sufrir trabajos y asperezas, y
finalmente a hacer penitencia. Y a estas cosas no nos lleva sino el Espíritu de Dios,
porque el demonio no nos lleva sino a pecar y a hacer ruindades y pecados.
De aquí podéis, hermanos, ver y atender que el espíritu es el que os lleva y guía
por los caminos y vías [por donde] andáis. Lo conoceréis claramente si vuestros
caminos son a [la] penitencia, a ayunar, a orar [y a] visitar hospitales. [Pues] el Espíritu
de Dios es guía, como dice David: Tu Espíritu que es bueno me guiará por tierra llana
(Sal 142,10). Pero si vuestros caminos son a casa de la mala mujer, a la casa del juego
donde se reniega, [entonces es] el espíritu del demonio el que os guía y lleva.
Procuremos, pues, que nos lleve el Espíritu de Dios, como lo dice Cristo, y es
cosa de gran lástima y miseria no querer llevar delante de todas las cosas al Espíritu de
Dios como guiador; y no solamente en las cosas por sí buenas y santas, sino [también]
en aquéllas que pueden tener mal suceso. ¡Y [que] esto no se haga!... Ya lo veis cada
día, y tenéis al ojo tan claro, cuántas cosas y cuántos tratos se hacen, sin llamar a Dios
que los guíe.
5.- [Por ejemplo], encárgaos un señor un oficio en sus tierras, [y] lo primero a
[lo] que echáis el ojo es ver si podéis en él [interesar] 5 cuatro reales. Ni miráis a Dios, ni
miráis si queda con necesidad vuestra mujer, vuestra casa, y, finalmente, no abrís el ojo
sino al provecho e interés que podéis ganar.
[Otro ejemplo]. Queréis casar una hija, [y] no miráis primero si sería mejor que
fuese monja, si ella lo quiere, sino cuánto más barato os podéis salir de ella. Ni miráis,
ya que la casáis, si es virtuoso y honrado aquél a quien la dais. [Sólo os fijáis en] que
tenga buena h acienda, aunque sea mal ganada. [En fin], que no miráis a Dios, sino a
vuestro provecho.
6.- De una matrona romana se lee que tenía una hija, y hacíanla dos partidos.
Uno de ellos tenía mucha hacienda, pero era muy deshonesto y mal recogido. El otro,
era muy honrado y virtuoso, pero pobre. Y dícese que fue a tomar consejo con un
filósofo gentil [sobre] cuál tomaría de los dos. Y [éste] le aconsejó que al pobre. Y
[dícese que] así respondió ella: Prefiero a un hombre carente de dinero, que al dinero
carente de un verdadero hombre .
Pues mirad qué vergüenza os hacen estos gentiles, que no os avergonzáis de esto.
Mirad cómo os hacéis guiar por el Espíritu de Dios. Veréis a un padre que tiene un hijo
[y] dice que querría hacer a éste clérigo. ¿Y para qué? Para vivir con descanso, para que
coja renta de la Iglesia, que es sangre de pobres, y descanse. No decís, para que se
ocupe en el servicio de Dios. De suerte, que lo primero de lo que echáis mano en todos
los negocios es el interés [que podéis obtener], sin cuidaros de saber si los lleva el
Espíritu de Dios.
7.- El segundo bocado [de este evangelio], es que en todas las cosas que hizo
Cristo, nuestro Redentor, en esta vida, las hizo activamente, y esto de ser llevado al
desierto es [algo] pasivo, porque tres evangelistas dicen que fue llevado al desierto , y
todos lo dicen con palabras que significan fuerza, y parece que contra voluntad suya.
[San Marcos] dice: De pronto el Espíritu lo hizo salir para el desierto (Mc 1,12). [San
Lucas]: Jesús fue conducido [como empujado], por el Espíritu al desierto (Lc 4,1). Y
[San Mateo] también con palabras que significan fuerza (cfr. Mt 4,1).
5 En el original «interellar».
En las demás obras [Cristo se muestra] activo. [Unas veces] se dice que Jesús iba
(cfr. Lc.4,30); otras, he aquí que subimos (cfr. Mt 20,18), etc. Sólo en esta ida [al
desierto] se halla que fue compelido y como forzado. ¿Sabéis por qué? Porque iba a ser
tentado . Para darnos a entender que, para ser tentados, ni aún en las ocasiones que
parecen ser ocasiones del demonio, no habemos de ir de nuestra voluntad, antes
habemos de rogar a Dios que nos libre de la tentación: No nos dejes caer en la tentación
(Mt 6,13).
8.- [Por ejemplo]: Sé yo que por ir a casa de fulano no me puede resultar cosa
buena, porque es un hombre que siempre está hablando mal de unos y de otros; [por
tanto] que me aparte de él. Pues para esto fue llevado Cristo al desierto, para que vos no
vayáis, a poner[os] ni meter[os] en medio de la tentación, de vuestra propia voluntad,
sino que huyáis [de ella]. Pues, si es así que va Cristo [al desierto], como por fuerza,
para nos enseñar a que huyamos de las tentaciones, parece que lo hace Cristo al
contrario, pues que no va al desierto sino a ser tentado por el diablo . Entended que así
convenía. Hízolo Cristo, nuestro Redentor, porque sabía que no podía ser convencido.
También quiso ser tentado para que pudiese matar la tentación y destruirla, o al
menos quitarle su fuerza, para que cuando ella nos buscare —no que nosotros la
busquemos a ella—, y no haya otro remedio, la podamos vencer. Y como la vida del
hombre sobre la tierra es una continua guerra , como dice Job (Jb 7,1), por eso fue
menester que Cristo le quitase su fuerza, por que aunque flacos, le pudiésemos vencer.
Así lo encareció San Pedro en [gran] manera, [cuando dijo]: Hermanos, sed sobrios y
estad en vela, porque vuestro enemigo, el diablo, anda girando como león rugiente
alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar. Resistidle firmes en la fe (1 P
5,8). [Como si dijera]: «Estad sobre aviso, hermanos, mirad que el demonio anda muy
desvelado y es llamado león hambriento que da vueltas para tragaros».
Pues mirad a qué llega esta miseria y desdicha, que nos anden buscando y
cercando tantos dragones hambrientos para tragarnos y destrozarnos. Si aquí, donde
estamos —plega a Dios sea para su servicio—, entrasen cuatro leones hambrientos, ¡qué
desasosiego que nos harían, qué alboroto se levantaría, qué voces darían los hombres y
qué gritos las mujeres! Cada cual huiría por su parte. Pues tened consideración y mirad
qué tal es la desventura del hombre. Si aquí hay dos mil personas, hay cuatro mil
demonios como leones hambrientos para tragarnos. Y cuanto más justo es uno, tanto
más [son] los demonios que le rodean y más [las] tentaciones [que] acuden [a él]. Dice
David: Guarda, Señor, mi alma, pues te soy devoto y justo (Sal 85,2). «Señor, éste es el
tiempo en el que más me habéis de favorecer y ayudar, porque cuanto más santo [quiero
ser], más batallado y tentado [estoy]».
9.- Por eso la cámara de Salomón tenía tantos guardas (cfr. Ct 3,7), y la torre de
David tantos escudos (cfr. Ct 4,4). Pues asimismo el justo es torre de Dios, y por eso
tiene necesidad de muchos escudos contra los enemigos invisibles, porque de los
visibles fácilmente se guarda el hombre con irse de una tierra a otra. Pero Dios nos
guarda de los invisibles y más [de] éste. El cual no hay cosa criada con que no nos
tiente: con el calor, con el frío, con la hartura, etc. Pues, ¿quién será aquél que se pueda
librar de un león tan furioso y hambriento, que no hay nada con que no nos tiente, hasta
con nuestra ropa y zapatos?
Pues siendo esto así, nuestras fuerzas son muy pocas. ¿Qué remedio sino que la
falta de fuerzas [sea suplida] por la fortaleza de las armas? [Por eso], ¿cuándo se armó
Dios contra sus enemigos y entró en la batalla, sino en el día de hoy, para ser tentado?
Revestíos de la armadura de Dios para poder contrarrestar a las asechanzas del
diablo , dice San Pablo (Ef 6,11). Mirad cómo hizo David, que venció al enemigo, no
con [las] armas de Saúl, sino con piedras, armas no usadas nunca en la guerra (cfr. 1R
17,39-40). Pues veis aquí al santísimo David en guerra y batalla contra el gigante, no
con otras armas sino con las piedras del ayuno, [de la] oración y [de las] lágrimas.
Revestíos de la armadura de Dios .
¡Oh Dios mío! ¡Cuarenta días, los más fuertes del corazón del invierno, sin cama,
sin fuego, sin amigos, y sin abrigo, y muriendo de hambre! ¡Oh, quien fuera tan
dichoso, Dios de mi alma, que os topara en el camino y estuviera un día sólo contigo,
para ver tu fervorosa oración [y] cómo rogabas al Padre por nosotros pecadores y por
nuestros pecados! Pues, hermanos, [si] nos lavó el benigno Jesús con lágrimas de sus
ojos en el desierto, [antes] que [lo hiciera] con su sangre en el Calvario, y ayunó,
nuestro Redentor, no entre gentiles, [es] para que entendáis que el ayuno no se ha de
hacer entre visitas, ni contratos, ni conversaciones. Todo ha de ser aparte cuando
ayunáredes.
10.- Todas las veces que los hebreos habían de ayunar, [lo] hacían [con] grandes
aparatos de cilicios, limosnas [y] recogimientos, porque el ayuno, entended, hermanos,
es seco [estéril], si no va acompañado con la aspereza del cilicio y de otras virtudes, y
con otras penitencias. Cristo, nuestro Redentor, el más delicado de la vida, entra hoy a
ayunar. [Por eso], no te quieras tú excusar, que su humanidad era más delicada que tu
cuerpo, porque fue formado de la más purísima sangre de las entrañas de la Virgen; y
con todo eso, hace tal penitencia y aspereza. Contemplad al Señor de los señores. El
más hermoso del mundo estaba amarillo como la cera, para que tú, por no perder tu
hermosura, no dejes de ayunar y de hacer lo que fueres obligado. Éstas son, pues,
hermanos, las armas con que nos hemos de armar [San Pablo]: Revestíos de la
armadura de Dios . Veis aquí [cómo] va [Cristo] al monte a ser tentado.
11.- Cuenta más adelante el santo Evangelio, que ayunó cuarenta días, y que tuvo
hambre. Habéis de saber, hermanos, que [Cristo] tenía hambre cuando quería. Y como
entonces el demonio le vio con hambre, [por eso] acudió a quererle tentar. Para que
veáis que lo que mueve e incita al demonio para que os tiente, es la ocasión que vos le
dais.
12.- Así como el cazador, que en el tiempo del invierno, estando las aves muertas
de hambre, sale al campo a armar sus redes, y baja el pajarito descuidado y muerto de
hambre para hartarse y henchir el papo, y estando en la red con el papo lleno, le cogen
[atrapan]. ¡Oh cuán caro te costó, negro pajarito, el querer henchir el papo! ¿Qué te
aprovecha estar con el papo lleno, si estás preso y muerto? ¡Cuánto mejor fuera comer
una yerbecita por el campo!
¡Oh misericordia de Dios! ¡Oh bondad de Dios! ¡Oh si cayésemos [en la cuenta]
de esto, hermanos! El cazador de las almas, que es el demonio, venos tan hambrientos
de honras, de dineros, de riquezas, [y] que vamos perdidos, desalados, bebiendo los
aires tras hacernos suyos, por vernos tan hambrientos por sus telas y sedas. A uno hace
que cumpla su deseo de la honra; a otro, que salga al cabo con la ganancia; y al otro le
carga de hacienda; y [así], con el papo lleno, les coge en la red de los pecados y, por
ventura, de los infiernos.
Pues, ¿qué te aprovecha, avaro, de tener el papo lleno de riquezas transitorias, si te
estás en el infierno muerto? ¿Qué aprovecha al soberbio vengar sus injurias, si [con]
ello le enlaza el demonio? Éste es, pues, hermanos, el vernos el demonio tan
hambrientos como lobos de estas locuras y vanidades, tanto que, sin lazos, caigamos y,
muchas veces, sin tentaciones.
13.- En los Proverbios se lee: En vano se tiende la red ante los ojos de los pájaros
voladores (Pr 1,17). [Esto es], si acaso el pajarito viese armar los lazos, yo os prometo
que aunque él pereciese de hambre, no se metería en la red; y si cae, es por no verlo, ni
saberlo, como ignorante. Pues mirad la locura de los hombres hasta donde llega que, a
sabiendas, y con los ojos abiertos, se van a poner por las redes de los diablos. [Uno]
sabe que ir a casa de [aquella] mujer es [un] lazo que el demonio le tiene armado, y [sin
embargo] va y se mete en él. [Otro] sabe que en casa de fulano hay juegos y tahurerías,
y que todo es lazo y ardid del demonio, y [con todo] se va allá. [Y otro] sabe que con la
conversación de fulano y compañía no se sirve [a] Dios, porque es un murmurador y [un
blasfemo] 6 , ¿y que le vaya a buscar y [a] meterse en el lazo del diablo, para que lo
prenda, porque tiene buenos dichos y pasatiempos ?... ¿Pareceos, hermanos, que esto se
había de decir? ¡Habían de cesar las palab ras y correr las lágrimas de ver una locura,
una osadía, una ceguedad de los hombres tan grande!
Dios, por su gran misericordia, os lo dé a entender mejor que yo lo sé decir, pues
es verdad que un alma perecerá de hambre antes que se meta en la red del diablo a
sabiendas. Dios, por su misericordia, os lo enseñe y dé a entender, pues yo soy tan malo
que no hace fruto su divina palabra.
14.- Si os dijesen, hermanos, [que], yendo de aquí a tal parte, hallarás en el
camino un lobo hambriento; y, aún más, que está aguardando a los que pasan para
devorarlos y tragarlos, decidme: ¿pasaríais vos por allí, aunque fuese vuestro camino
[más] derecho? ¿Qué decís? Claro está que no; ni imaginarlo de pasar por allá, sino que
buscaríades mil rodeos por no topar con él. Pues loco, sin seso, desatinado, ¿no sabes
que en casa de fulana hay no una, sino diez y ciento leones hambrientos que te aguardan
para tragarte? ¿No sabes que en las casas de tahurerías hay mil diablos que tragan [a]
cuantos allá van? Pues advierte lo que dice San Pedro: Hermanos, sed sobrios y estad
en vela, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor
vuestro, en busca de presa que devorar (1 P 5,8). Pues, hermanos, aprended de vuestro
hermano Jesucristo, que se hace llevar [a la] fuerza para ser tentado: Fue conducido al
desierto para ser tentado por el diablo .
15.- Más adelante dice [el Evangelio] que, estaba el Señor hambriento, y llega
entonces el diablo y dícele: «Pésame que un hombre tan honrado, tan virtuoso como
vos, os queráis atormentar de esa manera con ayunos, abstinencias y mala cama. No lo
hagáis, Señor, pues sois sabio y hacéis mucho provecho con vuestra doctrina. Ya veis
cuánta gente os sigue. No perezcáis, porque no se acabe este bien que hacéis a las
gentes».
Mirad las entrañas dañadas y endiabladas de Satanás. Siempre viene con
disimulaciones, con rodeos, tentando el vado, [para] que vos más os descuidéis, y así,
más vos os descubráis, para que él pueda dar mayor golpe. Veréis que antes de tentaros,
os asegura que lo podéis hacer seguramente; luego os representa que sois joven, que
tenéis edad para vivir mucho tiempo; que es grande la misericordia de Dios; que nadie
te verá; [y] que podrás hacer penitencia y confesarte. ¡Mirad cuán astuto es, que primero
os asegura, para que más claramente os descubráis, y os pueda dar mayor golpe! Pues,
hermano, cuando vieres pasar por ti estas imaginaciones, cree que [es] el diablo el que
6 En el original «un reniegador».
te asegura y te quiere enredar. Abre los ojos y sabe dar de mano a todas estas
vacilaciones. Mira que entonces descarga [sus golpes] con mayor furia; y mira que
entonces esta caída muy cerca anda de ti.
16.- En el Apocalipsis se lee que vio San Juan una mujer que llevaba una ponzoña
en unos vasos de oro, y que pensaba que nadie dejaría de beberlo, viendo [que lo
llevaba] en tan ricos vasos; y pensaba que así mataría a todos [los que lo bebieran] (cfr.
Ap 17,4). [Con esto] danos a entender que el demonio es como [esta mujer] que vio San
Juan, y [que] las cosas que trae son ponzoña. [Y que para] matarnos, las trae cubiertas
de oro, [de modo] que nadie deje de tomarlas y beberlas, y de esta suerte matarnos.
Mirad lo que dice hoy [el demonio] a Cristo: «No queráis, Señor, moriros, y
comed. Mirad que sois letrado y que hacéis mucho bien. [Por eso], si sois el Hijo de
Dios, decid que estas piedras se conviertan en pan (Mt 4,3), porque si eres Hijo de
Dios, no es mucho que hagas un milagro para tu servicio y para remediar tu necesidad y
hambre, y [así] no perezcas, pues para remedio de los otros haces tantas obras». Mirad
qué sagaz es. Cuando os tienta, no solo os asegura a sí mismo, porque luego al principio
va tentando con flojas tentaciones, para ver si será menester sacar más recias saetas.
Mirad cómo iba tentando a Cristo, nuestro Redentor. [Primero], con esta flaca tentación,
asegúrase él y piensa: «Si éste es el Hijo de Dios, no hay que perder el tiempo; pero si
no lo es, yo sacaré más recias saetas que lo hagan tocar». Pues de esta manera va
tentando los pulsos de cada uno [para] ver lo que halla en él, porque conforme a lo que
hallare, así lo haga.
17.- [Por ejemplo]: Tenéis vos un campo sembrado, verde y lindo, y ponéisle un
espantajo, para que los pájaros no osen comer de él. Los pájaros que son nuevos, en
viéndole, luego se dan a huir sin detenerse nada [y] no osan llegar a él [desde] media
legua. Pero los [pájaros] viejos, que son maduros y astutos, lo primero que hacen es ir al
espantajo y ver qué es. Si ven que es [algo] vivo, luego huyen y así no osan llegar a él,
medio espantados. Pero si ven que es cosa muerta, échanse a buen seguro en vuestro
sembrado y no paran hasta que lo han destruido. Pues así hace el demonio. Cuando os
quiere venir a tentar y comer, primero hace la prueba, pero reconoce primero si sois
espantajo vivo o muerto, si sois virtuoso o vicioso, si sois celoso de la honra de Dios o
si no se os da nada. Quiereos tentar [por] la carne, primero os persuade que habléis
algunas palabras ociosas y torpes; y si vos las echáis fuera y, en asomando el mal
pensamiento, luego le dais de mano, luego conoce que estáis vivo, y no osa llegarse a
vos, y vase medio corrido y afrentado. Pero si ve que sois espantajo muerto, que a todo
dais entrada, que de nada os espantáis ni hacéis movimiento, entonces entra de buen
reposo en el prado verde de vuestra alma y os quita toda la verdura de la alegría, y os
destruye todo. Así que, cuando sois muerto y ve que no tenéis amor de Dios, entonces
comienza [a] entrar y os destruye, diciendo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes . Estas, pues, son las astucias del diablo.
18.- El otro bocado [de este Evangelio] es: Di que estas piedras se conviertan en
panes . Pues, ¿cómo, Dios de mi alma? ¿Por tan glotón y comedor os tenía el demonio,
que todas aquellas piedras quería que las convirtiésedes en pan? ¿No bastaba un pan a
cada persona? ¿Tanta comida come vuestra Majestad? ¡Y no dice que una sola piedra se
convirtiera, sino que dice que todas las que allí habían! Entended, hermanos, que éste es
el argumento de Satanás, que quería que jamás nos hartásemos [de las cosas materiales],
sino que, por grande abundancia que haya de las cosas, quería que tuviésemos un
apetito insaciable de esas cosas que nos han de dañar, y que nunca nos hartásemos de
ellas.
Dios, [por el contrario], quiere que no tomemos de estas cosas, sino aquéllas sin
las cuales no podemos pasar ni vivir. Y así mandó al capitán Gedeón que, de los
soldados, dejase aquéllos que se echaron [de bruces en el río, hasta] hartarse de agua, y
que sólo llevase [consigo] aquéllos que bebían con las manos, [aunque] entre los dedos
se les caía la mitad (cfr. Jc 7,5-8).
[Dios] no quiere a los comedores, sino a los continentes, que se contentan con pan
y agua cuando ayunan, y no tanta salsa, tanta empanada, tanto apetito. Así decía San
Pablo: Los que han de luchar en la palestra se abstienen de todo (1 Co 9,25). Grande
desdicha es, dice San Pablo, que los que luchan y corren en Roma para ganar cuatro
blancas, estén dos días que apenas osan comer, y se desnudan [de todo]. ¡Y que las
cosas de Dios se [las tenga] en tan poco, que no hay quien quiera ayunar un día, si no es
a pura fuerza, [y] no hay quien se quiera abstener de manjares demasiados! Y para
correr al cielo no hay quien se desnude, para dar a un pobre siquiera de lo sobrado de las
cajas que allí lo come la polilla.
Grande mal es éste, por cierto, ver cuán fatigado anda uno por ganar dos blancas,
que pierde el comer, y va desnudo, y para ganar el cielo no hay quien dé un solo
paso.¡Gran lástima [es]! Pues entended, hermanos, que si el pescado, muestra lo blanco
del pecho, cuando anda en el agua, [con] la barriga en alto, y esconde la espalda, [señal
es de que] está muerto; [así también] entended que nuestra vida es como la mar, y
nosotros somos los pescados que vivimos en este mar.
19.- Cosa es de ver, [cómo] un pez, cuando va tras un gusanillo, cuántas vueltas
da. Así, el gusanillo [que es el hombre], cuántas vueltas da por una honrilla, [y] cuán
solícitos andan los hombres por el mar de este mundo tras de estas cosillas! Pues si les
viéredes con el vientre hacia arriba, entended que ya está muerto. Cuando viéredes que
todas sus ansias, cuidados y vigilias son cómo tragará [más], cómo comerá mejor, y
[cómo] adquirir [más] hacienda [y] mando, entonces entended que [su] vientre está
vuelto para arriba y [sus] espaldas para abajo, y que éste tal está muerto y ahogado con
el cuidado y solicitud de las cosas y vanidades de este mundo. Por eso dice San Pablo
que es gran lástima ver la solicitud y aparejo que hacen [los hombres] para ganar una
honrilla de cuatro blancas de valor, y cuán olvidados [están] para la corona de la gloria.
Esto es, pues, lo que el diablo quiere: que tengáis un apetito insaciable [de cosas], pues
dice: Di que estas piedras se conviertan en panes ; [esto es] que las vuelva en muchos
panes, no en uno.
Mirad las marañas del diablo. Por eso, guardaos de él y de sus astucias, y haced
vida virtuosa con penitencia, porque es tan sagaz y endiablado, que ya en Alemania y en
otras partes, tiene persuadidos [a algunos de] que las piedras ya se volvieron en pan; que
Dios es misericordioso, que ayunó por todos y murió por todos, [y] que, [por tanto], no
es menester que ayunéis vosotros. De suerte, que les da a entender que no es menester
hacer penitencia, pues que Cristo ayunó y murió [por todos].
Pero, por eso, ¿has de dejar de hacer penitencia y ayunar? No manda Dios tal
cosa, sino ahora más fuerte y fervorosamente, para confundirlos. Porque si Cristo murió
por nosotros , como vos sabéis, y si no, dígalo San Pedro: es para darnos ejemplo y para
que sigamos sus pasos (1 P 2,21). Así que quiere Dios que le imitemos en los trabajos y
que le sigamos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo (Mt 16,24).
Por eso dice San Pedro que Cristo no murió para darnos regalos y placeres, sino para
que le imitemos. Porque si muriera para darnos contento y regalo, fuera malditísima su
muerte, [pues hubiera muerto] para que yo sea ruin y adúltero con unas y con otras, y
que haga mil vicios y pecados. Su muerte sería maldita, y maldito el ayuno, y la
oración, y todo cuanto padeció, si para darnos contento padeciera.
20.- San Pablo dice: La gracia de Dios, Salvador nuestro, ha iluminado a todos
los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas,
vivamos sobria, justa y religiosamente en este siglo (Tt 2,11). Para eso vino Cristo,
nuestro Redentor, al mundo, para enseñarnos a vivir moderadamente, negando nuestros
apetitos. ¿Habéislo entendido, hermanos? Pues guardaos no os engañe el demonio que,
según sois, amigos de regalos, querríades que no hubiese nunca días de ayuno, aspereza
y penitencia, sino que todo se convirtiese en dulzura y suavidad, y que no hubiese
reprensión, ni verdades. [Isaías]: Habladnos más bien de cosas placenteras, y
profetizadnos cosas alegres, aunque sean falsas (Is 30,10).
Y no sólo [en] el sermón, pero [también] la confesión querríades que fuese
dulzura, la cual fue ordenada para lágrimas y lloros de dolor y contrición. Así hay
algunas personas que dicen: «Señor, confiésese con fulano, y verá qué consolada
quedará y contenta». ¡Oh, maldita de ti! ¿Después de tantos pecados, buscas contento y
descanso? [No es eso lo que conviene], sino, atemorizada y espantada [deberías quedar]
para nunca más pecar. Esto es lo que habéis de buscar: quien os atemorice y espante, y
[os] haga derretir en lágrimas de amargura; y no al que no oye, ni al que no reprende.
No digo que los confesores los dejen desconfiados de la misericordia de Dios y
del perdón de sus pecados; pero que los atemorice [para] que no vuelvan más a ellos.
Pues entended, hermanos, que no habéis de querer que todo sea regalo y descanso, sino
lo que es piedra, [que] sea piedra; [que] el predicador y el confesor sean ásperos para
reprender los vicios, porque aún de esta manera no basta. Esto es, hermanos, lo que
habéis de desear y procurar para vuestra salvación y provecho.
21.- Pasa [luego] el Evangelio diciendo [lo] que respondió Cristo, nuestro
Redentor: No sólo de pan vive el hombre (Mt 4,4). Ahora notad que, en todas las
respuestas que dio Cristo, nuestro Redentor, a las tentaciones, dijo: Escrito está (cfr. Mt
4,4,7 y 10); para que veáis cuánta autoridad da Cristo a la Escritura Sagrada y [cómo] la
recomienda (cfr. 1 Co,15,3-4). Que es darnos a entender que leamos siempre libros
santos, para que [también nosotros] podamos responder: Escrito está ; y de dos en dos
rayas podamos decir: Escrito está , derritiéndonos en lágrimas. No [leáis] libros profanos
y deshonestos, no Amaridis, ni Roldán, que son libros del diablo para vosotros y para
quien los hizo, si no hizo penitencia. Leed en libros honestos, para que podáis decir:
Escrito está ; así lo he leído y eso no se puede hacer. Y vosotros, cuando vieredes que
vuestros hijos quieren leer en libros deshonestos, reprendedlos y castigadlos muy bien.
Decidme: Si vos viéredes a vuestra hija hablar con una alcahueta, y fuéredes persona de
honra, ¿lo consentiríades? Pues entended que estos libros son alcahuetes del diablo.
Hasta San Pablo lo quiso decir: Corrompen las buenas costumbres (1 Co 15,33). [Por
eso] Cristo, nuestro Redentor, dice a cada paso: Escrito está , para enseñarnos a leer en
buenos libros y santos, con las cuales sentencias y consideraciones podáis responder:
Escrito está .
22.- Como vio el diablo que por allí no podía hacer nada, procuró de tomar otras
tentaciones más recias. Hermano, si has conocido al demonio una vez, anda muy sobre
aviso, mira y guárdate, [porque es seguro] que ha de venir con otra tentación más fuerte
y mayor. Se cuenta de San Antón que vio al demonio una vez que llevaba muchas
redomas, y que le preguntó que adonde iba con tantas redomas. Y que le respondió, que
[las llevaba], para que cuando uno hubiese bebido de la una, luego le diese a beber de la
otra. Pues hermano, guárdate a la primera tentación. No [te] quedes muy ufano, no [sea]
que te haga tener vanagloria de lo que hayas vencido.
23.- Dice [luego el Evangelio] que [el diablo] lo hizo subir a un pináculo muy alto
(cfr. Mt 4,5). Esto es lo que el demonio procura, haceros subir bien alto, para después
haceros dar mayor caída. Guardaos no os haga subir por la honrilla y pundonor, que, en
subiendo, os echará luego. [Por eso] le dice [a Cristo]: Échate abajo, porque escrito
está .
Ahora mirad que [el diablo] no lo echó, sino dijo: Échate tú mismo , para que
entendáis, hermanos, cuán poco puede el demonio, que si vos no queréis, [él] no puede
haceros mal. Él no hace más que daros el cuchillo [para] que vosotros os degolléis. No
hace más que tentaros, [pues] él no puede forzar. Pues rogad a Dios que os libre de
vuestras mismas manos y de vuestras mismas pasiones. Y no por eso todas las culpas se
dan al demonio, porque vos mismo sois el que os matáis.
Así que, cuando no puede vencer [a Cristo] con la primera [tentación], [lo intenta]
con la segunda, y cuando no tentóle con la tercera que es más fuerte. Y llevóle a un
monte muy alto, donde se descubrían los demás reinos del mundo (cfr. Mt 4,8), y dícele
muy desvergonzadamente: «Todo esto te daré —como si fuera suyo—, si me
adorares». Notad, por amor de Dios, la astucia y sagacidad del demonio. Dice [el
Evangelio] que le mostró todos los reinos, y su pompa, y su señorío, el dominio [y] la
honra; pero no le mostró el trabajo que hay en gobernar estos cargos y dignidades, [y]
las malas noches que han de pasar los gobernadores y los que tienen cargo de la
República, si lo hacen como buenos pastores. Pues yo os prometo que, si bien
considerásemos los trabajos que hay, que no desearíamos el cargo, ni la dignidad,
pensando en la cuenta que de ello se ha de dar, y no irían tras de ellos como bebiendo
los aires.
24.- ¡Válgame Dios! Si el demonio viniese ahora y prometiese reinos, ¿cuántos le
adorarían? Pues vemos que por dos blancas de interés le adoran tantas veces, y juran, y
reniegan de Dios, y no se cuidan [de] que sea cosa grande para haberle de adorar. Si
sobran cuatro blancas de interés, riñen padre e hijo, [y] se dan al demonio. Así que,
cuando Cristo, nuestro Redentor, vio que [se] tocaba la honra de [su] Padre, no lo pudo
disimular, sino que le dice: Retírate, Satanás (Mt 4,10).
Pues, hermanos, cuando [alguien] tocare vuestra honra, habéis de decir: «Yo os
prometo, hermano, que no me conocéis, que si me conociésedes más diríades; y porque
no me conocéis, [por eso] decís tan poco mal de mí». Pero cuando viéredes que la honra
de Dios es hollada y abatida, entonces con pecho muy valeroso habéis de responder, no
con palabras mansas, sino con palabras bravas y rigurosas, [para] que conozcan que
tenéis celo de la honra de Dios.
Pues mirad, cuán al revés se hace. Que no hay quien abra la boca por la honra de
Dios; [en cambio], por la propia, a la primera o segunda palabra ya están con la espada
empuñada. ¡Éste es el mal! ¡Cuán poco celo hay de la honra de Dios! Si hay perjuros,
amancebados, tahúres y usureros, no hay quien ose, sino callar. Nace todo esto del poco
amor, y conocimiento, y sentimiento que tenéis a Dios, porque aunque vuestro vecino se
quejase y agraviase, yo os prometo que no habíades vos de dejar de responder por él,
por la honra de Dios, y mucho más que en las vuestras. Pues aprended del divino
Maestro, Jesucristo. Mientras las tentaciones y deshonras tocaban a él, no se le da nada;
pero cuando entendió que la de su Padre se hollaba, embravecióse contra el diablo,
diciendo: Retírate, Satanás .
25.- Acabada pues la pelea del buen capitán, [dice el Evangelio] (cfr. Mt 4,11),
que los ángeles del cielo [se le acercaron] con un cuerpo fantástico, y comiénzanle a
servir, y administrar y tráenle recaudo de comer. ¡Quién viera al Redentor de la vida,
rodeado de tantos ángeles, que como pajes le sirven! Pues, alma cristiana, allégate a
aquel convite de ángeles [y] verás a aquel Atlante, [ante] cuya presencia se oscurece el
sol, comer con tanta modestia, con tanto recato y mesura. Pues allégate, échate a sus
pies, como aquella [santa] Magdalena, para que siquiera te deje una migaja de amargura
de tus pecados, y [un poco de] amor de Dios y [de] caridad de tu prójimo. Y juntamente
con esto, cogerás esfuerzo y gracia para ayunar y hacer penitencia [en] este santo
tiempo [de cuaresma], esforzándonos en su santo servicio, para que haciéndolo así nos
dé aquí la migaja de la gracia, y después nos dé la hartura de la gloria soberana. A la
cual nos conduzca Jesucristo, nuestro Señor. Amén.