EL BAUTISMO DE JESÚS, PROFETA, SACERDOTE,
REY
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de
Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el
Evangelio", para la fiesta del Bautismo del Señor (9 de
enero de 2011)
Evangelio de San Mateo 3, 13 - 17 (Ciclo A)
En aquel tiempo, Jesús fue de Galilea al Jordán y se
presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan
intentaba disuadirlo, diciéndole: «Soy yo el que
necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Está bien que
cumplamos así todo lo que Dios quiere.» Entonces
Juan se lo permitió.
Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el
cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una
paloma y se posaba sobre él; y vino una voz del
cielo que decía:
«Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo
puesta toda mi predilección .”
Ya estamos entrando en la vida pública de Jesús. Desde su
nacimiento han pasado casi treinta años y vemos que Jesús va a
dar comienzo a su ministerio, a su vocación, a aquello para lo cual
fue enviado: anunciar el mensaje de Dios Padre . ¡Es la misión
de Jesús!
En segundo lugar, Jesús es sacerdote porque se trata del
sacrificio definitivo y único agradable al Padre, porque con su
sacerdocio Jesús se entrega, salda, paga, nos compra y nos redime
en la cruz a todos nosotros. Su sacrificio es único y para siempre. Y
luego, Jesús es Rey porque es el Mesías esperado, el anunciado, el
prometido y a la vez el presente.
Veamos cómo, en el bautismo que Juan hace sobre Jesús,
aparece el Espíritu de Dios en forma de paloma; y cómo parece
también la voz del Padre que dice “este es mi Hijo muy amado, en
quien tengo puesta toda mi predilección, ¡escúchenlo!”
Es el Espíritu que no sólo desciende, sino que también
permanece para siempre. Es la Palabra de Dios que se encarna en
Jesucristo y viene para darnos el mensaje, la doctrina, la vida y su
amor. Esto es muy importante porque si nosotros creemos en Él, lo
escuchamos, lo seguimos y le obedecemos, también toma sentido
nuestro bautismo.
En el bautismo de Jesús, que es único, nosotros participamos
y al reconocer que con nuestro bautismo Dios nos bendice para
siempre, hace un pacto, una alianza -“a partir de este momento tú
eres mi Pueblo y Yo para ti seré tu Dios”- Dios estará presente
siempre y el bautizado tiene una misión que desarrollar, una
misión que cumplir en lo humano y en lo cristiano; en lo cristiano y
en lo humano. Jesús es el enviado y obedece al Padre; nosotros
también somos enviados y tenemos que hacer la voluntad del
Padre.
Que el Bautismo de Cristo nos de fuerzas para vigorizar y
fortalecer nuestro bautismo; la dignidad que Dios puso en nosotros
con su bendición, y su bendición nos dio su misión. Que Dios nos
bendiga a todos y que hagamos gala de la dignidad de ser
cristianos, de ser bautizados, de ser hijos de Dios: en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús