LA SANTA CONSPIRACIÓN
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
11 de Mayo de 2.008
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa
donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se
repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le
sugería. Hechos de los Apóstoles, 2, 1- 4.
Como una conspiración. Como una confabulación. Algo así es el Espíritu, algo así
obra el Espíritu.
Donde está el Espíritu de Dios, hay con-spiración de hombres, unión de espíritus,
unidad de Espíritu. Es la “con-jura” comunitaria y eclesial, de todos los colores con
que re-spira en el mundo la única Luz blanca de Dios. Es el vergel pluriforme, el
estallido de la Pascua florida, la batalla irresstible de flores, donde cada flor, cada
persona, en nada se parece a las demás y en todo se parece a todas. Es la con-
cordia de corazones distintos, el con-senso ecuménico de diversos sentires, el
sentido común de todas las iglesias. Es el punto central y focal, de donde divergen
todos los dones, todos los servicios, todas las funciones. Es el mismo vino común
que provoca, en quienes beben del mismo Espíritu, idéntica y diferente
“borrachera”.
Donde está el Espíritu de Dios, hay también con-fabulación, Palabra compartida,
Lenguaje comunitario. Las lenguas de los hombres se hacen lenguas de fuego,
porque el Corazón caliente de Dios les enciende los labios y les pone palabras
audaces que nadie puede resistir.
Y comienzan, asimismo, traducciones simultáneas a las más diversas culturas de la
única Palabra de Dios concebida por obra del Espíritu santo en el vientre de María y
de la Iglesia. Y todos los hombres que La dicen - lo contrario que en Babel - en un
boca a boca interpersonal se pasan la Palabra y se entienden en el Amor. Y
desaparecen los espíritus mudos y los silencios vergonzantes, para hablar desde la
abundancia del corazón y decir, a voz en grito, que el Espíritu de Cristo crea y
recrea a toda criatura.
Como una con-spiración en que todos se dan un aire al único Espíritu. Como una
con-fabulación en que todos los diccionarios coinciden e inciden en la unigénita
Palabra del Padre... así son los hombres con el Espíritu de Dios.
Juan Sánchez Trujillo