Comentario al evangelio del Sábado 11 de Junio del 2011
Queridos amigos y amigas:
¿Recordáis que nos encontramos con Bernabé hace unas cuantas semanas en Antioquía? Es un
personaje atractivo. Los Hechos de los Apóstoles lo describen como un hombre de bien, lleno de
Espíritu Santo y de fe. Podríamos presentarlo como modelo de evangelizador en las sociedades
multiculturales:
Sabe permanecer unido a la comunidad de Jerusalén y, al mismo tiempo, anuncia el evangelio a
los gentiles.
Es obediente a los apóstoles y rehabilita a Pablo.
Es un verdadero mediador, precisamente porque está lleno de Espíritu Santo, que es quien crea la
unidad en la diversidad.
Cada vez que la liturgia nos presenta la memoria de un evangelizador nos preguntamos por nuestro
modo de evangelizar hoy. El texto de Mateo nos ofrece los rasgos esenciales:
El Reinado de Dios está llegando. El evangelizador es quien ayuda a las personas a descubrir
todos los signos de vida que se abren paso entre tanta muerte. No es un profeta de calamidades
sino un experto en “buenas noticias”.
La gratuidad es el estilo de quien anuncia al Dios de la gracia. La búsqueda del propio interés
(a veces tan presente en nuestra Iglesia) mata la experiencia de Dios, que es siempre gratuita,
inmerecida.
La sencillez de medios hace brillar la fuerza del mensaje. Lo que llega al corazón humano no
es el papel celofán con que envolvemos un producto en el que no creemos demasiado (por eso lo
envolvemos) sino la Palabra misma de Dios, que es capaz de llegar a donde ninguna estrategia
humana (ni de ayer ni de hoy) llega.
La paz es el regalo que acompaña a quien anuncia y a quien acoge el mensaje . Un
evangelizador en guerra con sus fantasmas no es un buen cauce del don de la paz que el
Resucitado concede.
En ningún caso se nos pide el éxito. La llamada va siempre en la línea de la fidelidad. ¿Tomamos en
serio las exhortaciones de Jesús?
P. Fernando Gonzalez