EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la VII Semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,17-27.
Desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso.
Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: "Ya saben cómo me he comportado siempre
con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia.
He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las
pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos.
Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil: les prediqué y les
enseñé tanto en público como en privado,
instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor
Jesús.
Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me
sucederá allí.
Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas
cadenas y tribulaciones me esperan.
Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que
recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de
Dios.
Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a
verme.
Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto
de ustedes.
Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios.
Evangelio según San Juan 17,1-11a.
Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado
la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti,
ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a
todos los que tú les has dado.
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu
Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el
mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos
y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son
tuyos.
Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo,
cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Justino (hacia 100-160) filósofo, mártir
Diálogo con Trifón, 2-4, 7-8; PG 6, 478-482; 491
«La vida eterna consiste en esto: en que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero...» (Jn 17,3)
Mi alma ansiaba conocer lo que es propio y principio de la filosofía... El
conocimiento inteligente de las cosas inmateriales me cautivaba por completo. La
contemplación de las ideas daba alas a mi pensamiento. Durante algún tiempo me
creía ser un sabio, y tan estúpido era que esperaba ver a Dios dentro de nada, ya
que éste es el fin de la filosofía de Platón. En este estado espiritual...me acercaba a
un lugar aislado donde creía encontrarme solo cuando me di cuenta que un anciano
me seguía los pasos...
-¿Qué es lo que te ha conducido hasta aquí?- me preguntó. –Me gusta este
paseo-...es muy adecuado para la meditación filosófica.... -¿Es, pues, en la filosofía
que se encuentra la felicidad?- me preguntó. –Ciertamente, le contesté, y sólo en
ella-... ¿A qué llamas tu Dios? –Lo que siempre es idéntico a si mismo y que da el
ser a todo lo que existe, esto es Dios. -¿Cómo pueden los filósofos hacerse una idea
justa de lo que es Dios si no lo conocen, no lo han visto jamás ni lo han oído?- Yo
respondí: -La divinidad no es visible a nuestros ojos como los demás seres, sólo se
accede a él por medio de la inteligencia, como dice Platón. Estoy de acuerdo con
él.-
-Hace mucho tiempo, dijo el anciano, hubo hombres mucho más antiguos que
estos pretendidos filósofos, hombres felices, justos, amigos de Dios. Hablaban bajo
la inspiración del Espíritu de Dios y presagiaron un futuro, realizado ahora. Se
llaman profetas. Ellos han visto la verdad y la han anunciado a los hombres... Los
que leen sus profecías pueden, si tienen la fe, sacar mucho provecho...Eran testigos
fieles de la verdad... Han glorificado al creador del universo, Dios y Padre y han
anunciado al que él envió, Cristo su Hijo... Y tú, antes que nada, pide para que se
te abran las puertas de la verdad, ya que nadie puede ver ni comprender si Dios o
su enviado, Cristo, no se lo da a comprender-....
Ya no le vi más. Pero, de repente, un fuego se encendió en mi alma. Quedé
prendado del amor a los profetas, a aquellos hombres amigos de Cristo.
Reflexionando sobre las palabras del anciano, reconocí que ésta era la filosofía
única, provechosa y segura.
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