EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la VII Semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 25,13b-21.
Algunos días más tarde, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a
saludar a Festo.
Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo,
diciéndole: "Félix ha dejado a un prisionero,
y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los
judíos, presentaron quejas pidiendo su condena.
Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre
antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse.
Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice
comparecer a ese hombre al día siguiente.
Pero cuando se presentaron los acusadores, estos no alegaron contra él ninguno de
los cargos que yo sospechaba.
Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal
Jesús que murió y que Pablo asegura que vive.
No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a
Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí.
Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran
bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador".
Evangelio según San Juan 21,15-19.
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo:
"Apacienta mis corderos".
Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le
respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".
Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se
entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo
sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías.
Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde
no quieras".
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después
de hablar así, le dijo: "Sígueme".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II
Homilía en París el 30/05/1980, (© Copyright 1980 - Libreria Editrice Vaticana)
" Pedro, ¿me amas?»
A la hora de la prueba, Pedro negó tres veces a su Maestro.. Y su voz
temblaba cuando respondió: "Señor, tú sabes que te amo" (Jn 21, 15). Sin
embargo, no respondió: "Y no obstante, Señor, te he decepcionado", sino: "Señor,
tú sabes que te amo". Al decir esto, sabía ya que Cristo es la piedra angular sobre
la cual, por encima de toda debilidad humana, puede crecer en él, en Pedro, esta
construcción que tendrá la forma del amor. A través de todas las situaciones y de
todas las pruebas. Hasta el fin. Por eso, escribirá un día, en su Carta que acabamos
de leer, el texto sobre Jesucristo, la piedra angular sobre la cual "vosotros, como
piedras vivas, sois edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo" (1 Pe 2, 5).
Todo esto no significa otra cosa que responder siempre y constantemente,
con tenacidad y de manera consecuente, a esa única pregunta: ¿Tú amas? ¿Tú me
amas? ¿Me amas cada vez más?
Es, en efecto, esta respuesta, es decir, este amor lo que hace que seamos
"linaje escogido, sacerdocio regio, gente santa, pueblo adquirido..." (2 Pe 2, 9).
Es la que hace que proclamemos las obras maravillosas de Aquel que nos "ha
llamado de las tinieblas a su luz admirable" (ib.).
Todo esto Pedro lo supo con la absoluta certidumbre de su fe. Y todo esto lo sabe, y
lo continúa confesando, en sus sucesores.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”