S ER I NMACULADA C ONCEPCIÓN ES PARA M ARÍA CONSISTE EN SER LA L LENA DE GRACIA POR LA
INHABITACIÓN DEL E SPÍRITU S ANTO , LO CUAL LA CONVIERTE EN M EDIADORA DE LA GRACIA
DIVINA
(Solemnidad de la Inmaculada Concepción – Ciclo A)
Como católicos, celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. ¿Qué
significado tiene, para nosotros, católicos del siglo XXI, esta celebración? ¿Vemos algo más
que un feriado, establecido para que podamos descansar y celebrar la concepción sin mancha
de la Madre de Dios?
Debemos trascender los estereotipos que suelen rodear a nuestra conmemoración,
tratar al mismo tiempo de considerar los misterios de María que se manifiestan en esta
celebración, convirtiéndola en una rutinaria festividad litúrgica más, como tantas otras.
Corremos el riesgo, si no vemos el misterio de María y lo que encierra, de creer que
celebrar el Día de la Inmaculada Concepción consiste en tomar el feriado como un día de
descanso, en el cual está incluido el asistir a la misa de precepto. Corremos el riesgo de
reducir el misterio de la Inmaculada Concepción a un día feriado en el que obligatoriamente
se debe asistir a misa porque es una fiesta de la Virgen. Corremos el riesgo de creer que
celebrar la Concepción Inmaculada de María se reduce a pedirle a la Virgen María por lo que
necesitamos.
En el misterio de María como Inmaculada Concepción, hay mucho más que esto, hay
mucho más que un feriado vivido con devoción hacia María.
Para poder trascender el estereotipo, debemos tratar de introducirnos en el misterio de
María y ver qué significa en María ser “Inmaculada Concepción”.
Ante todo, la Inmaculada Concepción no significa solamente ausencia de pecado y de
mal; eso es sólo una muy pequeña parte del misterio de María. Que María sea concebida sin
pecado original, sin mancha, implica algo mucho más grande que el solo hecho de no tener
pecado alguno ni sombra de maldad. Puesto que María estaba destinada por Dios Padre para
ser la Madre de Dios Hijo, no sólo debía ser concebida sin pecado original, sino que debía ser
el Portal de la Luz eterna, por el cual la luz de Dios ingresase en este mundo de tinieblas e
iluminase el mundo; María no sólo no debía tener ni la más mínima sombra de maldad, sino
que debía ser la Puerta Santa y Pura desde la cual ingresara al mundo el Dios Tres veces
Santo y Puro.
Es por esto que, inseparablemente unida a su Concepción Inmaculada, se da en María
la inhabitación del Espíritu Santo, y es esta Presencia Personal de la Tercera Persona de la
Trinidad, la que convierte a María en Templo viviente de Dios Trino, en Tabernáculo de Dios
Hijo, en Portal de luz eterna, en Morada Santa del Hijo de Dios, en Sagrario Viviente que aloja
al Dios Tres veces Santo.
Ser Inmaculada Concepción es para María no sólo no tener pecado original y no sólo no
tener la más mínima sombra de malicia, sino que consiste en ser Sede de la Bondad y de la
Santidad divinas; consiste en ser la Llena de gracia por la inhabitación del Espíritu Santo, lo
cual la convierte en Mediadora de la gracia divina.
Otro elemento de María como Inmaculada Concepción es el ser María figura de la
Iglesia, de modo que todo lo que vemos que sucede en María, se da en la Iglesia: así como la
Virgen, como Inmaculada Concepción, da a luz virginalmente al Hijo de Dios, revestido de
Niño, concibiéndolo por el poder del Espíritu Santo en su seno purísimo, así la Iglesia, Virgen
Pura y Santa, da a luz virginalmente al Hijo de Dios, revestido de Pan, concibiéndolo por el
poder del Espíritu Santo en su seno purísimo, el altar eucarístico.
Portal de luz eterna, Sagrario Viviente de Dios Hijo, Sede del Espíritu Santo, Imagen de
la Iglesia santa, Mediadora de todas las gracias, Morada de Dios Hijo encarnado.
Todo esto es sólo una pequeñísima parte del misterio de María, la Inmaculada
Concepción, misterio que debemos considerar para no creer que el día de la Inmaculada
consiste en un feriado religioso y nada más.
Padre Álvaro Sánchez Rueda