S I SUPIÉRAMOS QUIÉN ES J ESÚS EN LA E UCARISTÍA , LE PEDIRÍAMOS NOSOTROS
D ANOS DE BEBER DEL AMOR DE TU S AGRADO C ORAZÓN E UCARÍSTICO
(Domingo III – TC – Ciclo A –)
“El agua que Yo daré se convertirá en manantial que brotará hasta la
Vida eterna” (cfr. Jn 4, 5-42). La samaritana, que probablemente venía de
realizar sus labores campestres, se encuentra con Jesús en el Pozo de
Jacob, un pozo construido por el patriarca, de unos treinta y tres metros de
profundidad, adonde acudían a beber los hombres con sus animales 1 .
Ambos llegan al pozo, acuciados por la sed, ya que el episodio se
desenvuelve probablemente al mediodía, lugar de mayor acción del sol.
Ambos parecen tener sed del agua del pozo, pero hacia el final de la
conversación, se ve que no es así.
Jesús se sienta en el brocal del pozo, y le pide a la samaritana que le
de de beber, pero en realidad no le está pidiendo el agua del pozo, sino otra
agua, el agua del amor del corazón humano, del cual Jesús está sediento,
como lo está en la cruz. En la c ruz dirá: “Tengo sed”, pero no del vinagre
que puedan alcanzarle los soldados, sino del amor humano. Lo mismo
sucede ahora. Más allá de que se trate de la samaritana, Jesús, Hombre-
Dios, tiene sed del amor humano, y por eso le pide a la samaritana el amor
humano de su corazón.
A su vez, la samaritana, llega al pozo de Jacob con la pretensión de
saciar su sed corporal, ya que ha trabajado todo el día bajo el calor del sol.
Se sorprende del hecho de que sea un judío quien no solo le dirija la
palabra, sino que le pida de beber, pero la petición de Jesús va encaminada
hacia la salvación del alma de la samaritana, la cual probablemente estaba
casada varias veces 2 .
A lo largo de la conversación, la samaritana parece olvidarse de la
sed corporal inicial que la había llevado al pozo de Jacob, para concentrarse
en otra sed que se le ha despertado por la conversación de Jesús: la sed de
Dios, y es por eso que cuando Jesús le dice que Él dará otra agua, que
calmará la sed para siempre, la samaritana le pide de esa a gua: “Dame de
esa agua”.
El agua que promete Jesús, que calmará la sed para siempre, no es el
agua material, el agua que se saca de las napas subterráneas, sino el agua
que brota del Corazón de Jesús, la gracia santificante, que da la Vida eterna
de Dios Trino.
“Si supieras quién es el que te pide „Dame de beber‟, serías tú quien
le pedirías”, le dice Jesús. Si supiéramos quién es Jesús en la Eucaristía, le
pediríamos nosotros „Danos de beber del amor de tu Sagrado Corazón
Eucarístico”.
Padre Álvaro Sánchez Rueda
1 Cfr. B. O RCHARD et al, Comentario a la Sagrada Escritura , Tomo III, Barcelona 1957, Editorial Herder,
700.
2 Cfr. ibidem .