SOLEMNIDAD. SANTÍSIMA TRINIDAD
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me temo que muchos de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, y también los que
no sois jóvenes, os preguntéis ¿y a mí qué me importa la Santísima Trinidad? ¿No
es suficiente con creer en Jesucristo y obrar como Él nos enseñó? Esos artículos tan
largos, donde te vas por las ramas, no son lenguaje de hoy. Más de uno me lo ha
dicho, pero yo continúo. Y lo que escribiré hoy, no será excepción. Que sepáis algo
sobre esta verdad cristiana que enriquece nuestra mente, aunque sea muy poquito,
ya que, no lo olvidéis, es un misterio, os interesa, creo yo, por dos razones.
En primer lugar, para tener alguna noción de nuestras verdades y poder contestar a
compañeros que os hablan desde visiones diferentes, principalmente desde la
islámica. Mahoma vivió en un tiempo en que muchos de sus contemporáneos,
habitantes del desierto, tribus beduinas o comerciantes de caravana, daban culto a
muchos dioses. Inculcó un radical monoteísmo, purificando muchas costumbres.
Solo hay un Dios, (en árabe se pronuncia Alá, o Allah, como en francés sería Dieu o
en inglés God). Pese a que tenía conocimientos bíblicos, tanto judíos como
cristianos, (de ahí el reconocimiento de Jesús, de María su madre, el relato de la
Anunciación es precioso, y de muchos personajes del Antiguo Testamento) a los
musulmanes tanto la Trinidad Divina, como nuestro aprecio y veneración a la
Virgen, les suena a politeísmo. En este aspecto debemos reconocer que ciertas
manifestaciones de nuestra religiosidad, no son demasiado correctas (léase
arrodillarse al paso de una imagen o, como escuché un día a un buen fraile que le
decía a una monja en Asís: están diciendo misa y no puede acercarse a la tumba de
San Francisco, dígale desde aquí mismo un Padrenuestro, que vale lo mismo). A un
amigo musulmán le pedía me ayudara a trasportar una cruz, si no se lo privaban
sus convicciones religiosas, y me contestó: no tengo inconveniente, para mí no es
más que dos trozos de madera unidos. Le contesté que para mí, también lo eran. El
reconocimiento que le daba, era de otro orden. Dilucidar estos aspectos, es
importante.
También para nosotros mismos es muy importante, tener nociones que nos
demuestran que Dios ha querido darnos una cierta idea de la hondura de de su
realidad, gratuitamente, por puro cariño. Si no supiéramos nada de Él, excepto su
existencia, pasaría como ocurre a veces en otros terrenos de la vida ordinaria. Os
reís, por ejemplo, de alguna chica, diciendo que es tan pobre, tan pobre, que no es
nada más que guapa. Pero su hermano puede contestarnos que sois superficiales y
que, dentro de aquella belleza, hay una persona culta, una profesional eficiente y
una generosa colaboradora de una ONG. De la misma manera, las jóvenes podéis
despreciar a un chico, diciendo que va siempre de guaperas y no sirve más que
para que te lleve en su despampanante coche. Pero un compañero, os puede contar
que es un eficiente ejecutivo, que viste así porque se lo exige la empresa, que da
clases gratuitas de alfabetización y lengua a emigrantes desafortunados y que
asesora a una organización que ayuda legítima y generosamente a obtener papeles,
a los que carecen de permisos de residencia. No podemos precipitarnos y
contentarnos con superficiales juicios, sin caer en el ridículo.
Contentarse con las puras apariencias es injusto y denigrante. Dios no quiso
comportarse con la reserva que lo hace un agente de servicio secreto de espionaje.
Lo decía Jesús: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre,
os lo he dado a conocer (Jn 15,15). Al amigo se le abre la casa, se le invita, se le
explica cómo es uno etc. Si el Señor, de su proceder quiere que tengamos
conocimiento y nos incorpora a su misión, es señal de que somos predilectos suyos.
Me tocó un día acompañar a un amigo que, por su cargo y las circunstancias
políticas de aquellos momentos, debía tener protección. La compañía de una
escolta, que se mantiene próxima, pero a una discreta distancia. Que no dialoga,
que lleva un arma, pero no confía su corazón al protegido, resulta incómoda, pese a
su utilidad. Puedes saber el calibre de su revólver, pero no si tiene y quiere a sus
hijos, por ejemplo.
Uno de estos días, trataba de ayudar, sicológica, técnica y espiritualmente, a una
persona. Me preguntaba ella, en un determinado momento, que pensaba un
cristiano de su situación y trataba yo de explicársela. Le podía decir que rezara, es
una persona piadosa, pero no lo entendía. No estaba enterada que Dios es Padre,
que Jesús con su doctrina y Pasión nos ha salvado, que le Espíritu Santo nos
ilumina y ayuda en la vida. Como esto no lo sabía, me preguntaba: pero ¿cómo
debo rezar?
Nadie va por el mundo proclamando a voces las intimidades de su amigo, pero
cuando nos habla cordialmente, nos confía que ha estado en su casa, que ha
comido con él y su familia, que le deja sus libros y hasta le presta el coche…
Adentrarnos en el misterio de la Santísima Trinidad, lo poco que podemos, nos
desvela lo afortunados que somos. Por marginados que nos tengan, mientras
seamos confidentes de Dios no podemos dejarnos llevar por la depresión y sí gozar
de la suerte de ser sus elegidos.
Padre Pedrojosé Ynaraja