Sábado 18 de Junio de 2011
Sábado 11ª semana de tiempo ordinario 2011
2Corintios 12,1-10
Hermanos: Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y
revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado
hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo?, Dios lo sabe. Lo cierto
es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un
hombre no es capaz de repetir; con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo?, Dios lo
sabe. De uno como ése podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis
debilidades.
Y eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura verdad; pero
lo dejo, para que se hagan una idea de mí sólo por lo que ven y oyen. Por la
grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una
espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio.
Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi
gracia; la fuerza se realiza en la debilidad." Por eso, muy a gusto presumo de mis
debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en
medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las
dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Salmo responsorial: 33
R/Gustad y ved qué bueno es el Señor.
El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y
ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a él. R.
Todos sus santos, temed al Señor, / porque nada les falta a los que lo
temen; / los ricos empobrecen y pasan hambre, / los que buscan al Señor no
carecen de nada. R.
Venid, hijos, escuchadme: / os instruiré en el temor del Señor; / ¿hay
alguien que ame la vida / y desee días de prosperidad? R.
Mateo 6,24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Nadie puede estar al servicio
de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará
al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso
os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por
el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento,
y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros
más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al
tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo:
ni trabajan ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido
como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se
quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de
poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o
con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro
Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de
Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por
el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos."
COMENTARIOS
Ayer hablábamos de la consecuencia que ocasiona el estar apegado a lo
material: la esclavitud. No queremos decir que lo material sea malo en sí;
simplemente que, cuando eso material esclaviza a la persona, se vuelve alienante y
dañino. Lo material, y, en el caso del evangelio de hoy, el dinero, es un medio para
nuestra subsistencia; no es el fin último de nuestra existencia, como muchas veces
se toma. “No pueden estar ustedes al servicio de Dios y del dinero”, nos dice el
Señor. Un siervo de Dios no tiene amor al dinero, sino a su proyecto de vida, en el
que el dinero juega un papel importante, pero no fundamental. “No anden
angustiados por la comida para conservar la vida o por la ropa para cubrir el
cuerpo”. Pareciera que Jesús estuviera promoviendo el no hacer nada, porque el
Padre nos lo dará todo. La bien llamada providencia de Dios significa abandonarse
con plena confianza a las manos del Padre. Y la actitud del discípulo ante esa
providencia no es quedarse quieto y esperar a ver qué pasa, sino buscar ante todo
el Reino de Dios y su justicia, que se traduce en trabajar por un mundo mejor.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)