Llamados diariamente a abrirnos a la acción de la gracia divina.
19/06/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
«Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que
crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo
para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en
Él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído
en el Hijo único de Dios». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Gracias Padre por amarme y llamarme a participar en la vida de la Trinidad.
Concédeme abandonarme, con espíritu filial, en esta meditación a tu Providencia
divina.
Petición
Dios mío, ayúdame a confiar siempre en que todo coopera al bien de los que te
aman.
Meditación
«Después del tiempo pascual, que concluyó el domingo pasado con Pentecostés, la
liturgia ha vuelto al “tiempo ordinario”. Pero esto no quiere decir que el compromiso
de los cristianos deba disminuir; al contrario, al haber entrado en la vida divina
mediante los sacramentos, estamos llamados diariamente a abrirnos a la acción de
la gracia divina, para progresar en el amor a Dios y al prójimo.
La solemnidad de hoy, domingo de la Santísima Trinidad, en cierto sentido
recapitula la revelación de Dios acontecida en los misterios pascuales: muerte y
resurrección de Cristo, su ascensión a la derecha del Padre y efusión del Espíritu
Santo. La mente y el lenguaje humanos son inadecuados para explicar la relación
que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y, sin embargo, los Padres de
la Iglesia trataron de ilustrar el misterio de Dios uno y trino viviéndolo en su propia
existencia con profunda fe. La Trinidad divina, en efecto, pone su morada en
nosotros el día del Bautismo: “Yo te bautizo dice el ministro en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El nombre de Dios, en el cual fuimos
bautizados, lo recordamos cada vez que nos santiguamos. (Benedicto XVI, 30 de
abril de 2010).
Reflexión apostólica
«El amor de Dios es también la respuesta contundente al pecado del hombre, que
es la negación del amor. Respuesta de amor persistente y fiel, por el que Dios no
abandona al hombre en su extravío, sino que compadecido le sale al encuentro y le
tiende sus brazos de Padre rico en misericordia» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 70).
Propósito
Santiguarme (persignarme), pausadamente, consciente de que estoy invocando a
la Trinidad.
Diálogo con Cristo
Señor, viniste a salvarme y hacer posible mi vida eterna contigo. Mi vida se nutre
de la convicción profunda del amor eterno de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo y
debo dedicarla a conocer, vivir y comunicar este amor de Dios a todas las personas
que dispongas en mi camino.
«Piensen en ese misterio de amor. Ninguno de nosotros podríamos estar aquí, ni
haber existido, ni siquiera haber tenido la esencia de una piedra ni de una arena; y,
sin embargo, somos creaturas de Dios, hechos a su imagen y semejanza, amados
por Dios»
( Cristo al centro , n. 50).